Acudía cada tarde puntual y se sentaba tranquilo mirando el mar sobre aquel espigón. Se tumbaba plácidamente en la hierba y jugaba a ver formas en las nubes, a inventar poemas que nunca escribía o a pensar simplemente en el día a día. No recordaba el tiempo que llevaba haciendo aquello quizás años, desde que tenía uso de memoria siempre había presenciado aquellos atardeceres cuando se encendía el faro y la luz que se proyectaba entre los cerezos y el mar se asemejaba a cientos de luciérnagas que parecían morir en aquel lugar. Por eso a nuestro amigo le gustaba llamarlo “la tumba de las luciérnagas” aquel era su hogar, se sentía libre y poderoso cuando estaba allí, ya podía derrumbarse el mundo a sus espaldas, ya podía el mar secarse...que no importaba, aquellos reflejos sobre el agua lo mantenían vivo día a día...
Creía en los milagros ciegamente, hacía por lo menos 10 años que su madre había enfermado gravemente, los médicos apenas le habían dado unos meses de vida, pero se mantenía viva todavía, por las noches al encenderse el faro la enfermedad de su madre se retiraba derrotada, su aspecto demacrado cambiaba inmediatamente por el de una mujer bastante atractiva al que nadie jamás hubiera considerado enferma pero por la mañana, con las primeras luces del alba, justo cuando aquellas “luciérnagas” morían la enfermedad volvía a hacer mella en ella y su rostro volvía a demacrarse...
Nuestro amigo había oído decir a su madre que los sueños tienen forma de luciérnaga y que se aparecían en las noches en el espigón para dar fuerzas y llenar de vida a quien lo necesitase. Al principio se mostró escéptico con aquellas afirmaciones pero después de ver que su madre rejuvenecía cada noche y podía dormir plácidamente sin dolores acudía cada atardecer al espigón para capturar en un tarro una de esas luciérnagas que después ofrecía a su madre. Era tan bonito poder verla sin sufrir, observarla dormir con una sonrisa...todo eso sucedía justo después de que su madre abriera el tarro en el que se encontraba la pequeña luciérnaga y esta saliera iluminando toda la casa y llenando de vida a todo el que tuviera la suerte de recibir en su piel el calor de aquella luz.
Cuando por la mañana se pasaban los efectos, la mujer naturalmente no recordaba absolutamente nada de todo lo que había acontecido la noche anterior y volvía a su enfermedad mortal. Su hijo siempre se había preguntando el porqué de aquel vacío de memoria, siempre se había planteado que sería lo que aquella luciérnaga provocaba en su madre, ¿por qué la hacía rejuvenecer cada noche?. Nunca se había atrevido a estar presente cuando ella abría el frasco cada noche, siempre mentía a su madre explicándole que el tarro estaba lleno de besos que había ido recolectando por el pueblo durante el día para que ella sintiera el cariño y mejorase.
Pero llegó el día en que su madre no quiso abrir el tarro, había tenido más dolores que nunca y no quería ver a nadie, no quiso saber nada de besos enlatados, ni de falsas promesas, había perdido las ganas de vivir y la enfermedad por primera vez empezaba a vencerla. Así aguantó dos meses...dos meses en que la casa se llenó de tarros con luciérnagas encerradas que ella se negaba a abrir hasta que finalmente falleció.
Su hijo quedó desolado dejó de acudir cada noche al espigón como antes hiciera y se pasaba los días y las noches encerrado en casa llorando. Ya nada lo mantenía con ganas de seguir vivo, nada absolutamente, ni siquiera aquel faro donde nacían cada noche cientos de luciérnagas para después morir al alba. No tenía fuerzas ni para comer y se estaba quedando muy delgado, hasta que un día por descuido entró en la habitación de su madre y vio todos los tarros alineados junto a la cama, cada tarro contenía una lucecita que se movía inquieta como esperando que alguien la liberase. Recordó a su madre, recordó su cara cuando dormía, recordó sus gestos, sus abrazos antes de enfermar.... ¿Por qué la vida lo castigaba de aquella manera? una lágrima corrió por su mejilla y decidió coger uno de los frascos, con miedo puso la mano en la tapadera y la giró, de repente una luz cegadora alumbró la habitación y un remolino de luces, viento y olor a hierba mojada lo trasladó al espigón donde se encontraba el faro. Allí estaban su madre y su padre y le sonreían, estaban mucho más jóvenes de lo que él los recordaba, pronto supo que aquello formaba parte de su memoria, parte de sus buenos recuerdos, recordó que cada tarde iba con sus padres a ver las puestas de sol y volvían a casa jugueteando y bromeando entre ellos. Sintió que volvía a nacer, se sintió con ganas de vivir nuevamente hasta que el sueño terminó y no recordó nada. Pero por alguna extraña razón se llevó todos los tarros consigo.
Su padre había muerto hacía años junto al faro, era pescador y una noche de tormenta salió a navegar, nunca volvió. Su barca apareció destrozada junto al espigón. Su madre había enfermado después de aquello y desde aquel día la vida lo ahogaba como una soga ahoga a un condenado a muerte.
Siguió abriendo cada noche uno de esos tarros y recordaba con cada uno un momento feliz, un nuevo amanecer, una nueva forma de recordar que seguía teniendo ganas de vivir y que en ocasiones, la vida puede ser maravillosa. Hasta que liberó a la luciérnaga del último tarro la cual iluminó su vida de una forma peculiar, le trajo a la mente el último suspiro de su padre y de su madre, sus últimos pensamientos antes de morir y se sorprendió al descubrir que el último pensamiento de sus padres fue a su madre dándolo a luz.
Y lloró y los vio junto al faro sonriéndole e invitándolo a acercarse. Lo hizo, corrió con fuerza hacia ellos se fundió en un abrazo y por una vez sintió lo que hace mucho tiempo no sentía. Que era verdaderamente feliz. Después del abrazo hubo una ligera explosión de luces y los tres se convirtieron en luciérnagas, que aún hoy, quizás vaguen en aquel lugar para alumbrar la vida de quien lo necesite, aquel lugar que nuestro amigo bautizó como “la tumba de las luciérnagas”.
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12 de septiembre de 2006
La tumba de las luciérnagas
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Uaoo!! Que bonito!!
ResponderEliminarTriste pero con buen sabor de boca final, como debe ser, como me gustan las historias: que emocionen, conmuevan y te dejen una sonrisa de recuerdo.
Me ha encantando : D
Menos mal que tu no nos haces escoger, porque entonces si que seria una decisión dificil!!!
Me ha gustado mucho la historia..tienes un don para hilar las palabras. Ha sido una estupenda forma de empezar la mañana..
ResponderEliminarFelicidades..Besos
¡Saludos!
ResponderEliminarQue buena redacción, de una u otra manera se siente una historia cercana, auqnue aveces... triste...
Me daré el tiempo de leerla mejor... a ver que logro encontrar...
Abrazos
Principito
Desde mi principado para el Mundo
Habia prometido que esta mañana me pasaria (bueno, quien dice mañana dice tarde, ya se sabe mi puntualidad)...
ResponderEliminarQue decir? ya sabes que me encanto, es una historia muy bonita, aunque triste.
See you
No es que no quiera opinar jejeje es que sencillamente me has dejado sin palabras =p
ResponderEliminar..quisiera tener un tarro de luciernagas porque creo que algun dia lo necesitare...
ResponderEliminarhermosa historia con un sabor a nostalgia y recuerdos,
gracias por tu visita y por las flores
besos
se me han saltado las lagrimas oski,que triston. Nadie deberia morir, al menos por amor, no. Las luciernagas son y seran siempre mágicas..
ResponderEliminarUn beso sin tiempo.
La muerte forma parte de la vida. Pero por amor vale la pena vivir.
ResponderEliminarTriste y bonito tu texto. Un beso.
Qué bonito Oski.. me ha encantado tu historia. El mar, el faro, y las luciérnagas.. buenos ingredientes para crear un ambiente mágico. :-)
ResponderEliminarMuchas gracias por el link!, te devolveré el "guiño" en cuanto sepa cómo se hace jeje.. soy un poco nueva en estas cosas.
Un besote.
usta tu forma de hilvanar las palabras, aunque en este caso sería mucho más adecuado decir, tu forma de pasearlas...
ResponderEliminarUn saludo y un abrazo
HAS NARRADO UNA HERMOSA HISTORIA .
ResponderEliminarTRISTEZA Y NOSTALGIA , COMPONEN SITUACIONES QUE CONVIVEN CON NOSOTROS .
MUY BIEN
QUE TENGAS UN BUEN DÍA OSKI
ADAL
SHALOM
Lleno de luz, justo como luciérnaga.
ResponderEliminarprimera vez que vengo... qué buena tu música, está mi Ismael Serrano... estás muy lejos para llevarte, pero la foto sirve para soñar un rato, saludos y gracias por pasar, c.
ResponderEliminarBonita historia, bonito lugar.
ResponderEliminarBesos a tí también!
muchas gracias por tus saludos y buenso deseos, ya estar en casa hace bien despues de muchas cosas, gracias y un abrazo muy grande y que estes muy bien, besitos
ResponderEliminarbesos y sueños
que arte!!!!
ResponderEliminarsaludos... puedes verme en mi blog
Que magia tienes, me encanta!
ResponderEliminarSaludos y gracias por tus huellas en mi mar.
Realmente no se que decir, creo que es una de las historias más bonitas que he podido leer en ti. Es triste puesto que acaba con la muerte de toda una familia pero a la vez es reconfortante porque en ese lugar, donde sus almas se encuntran consiguen ser feliz, de una forma u otra acaban siendolo y convirtiendose en focos de luz y esperanza para el resto de la humanidad.
ResponderEliminarUn beso de una que intenta volver poco a poco
Bello relato, los recuerdos nos entristecen pero son nuestros y por mas que queramos olvidar ahí siguen y seguiran.
ResponderEliminarEs la primera vez ke visito tu blog, muy xulo, no dejare de visitarlo, esta to xula la foto.
ResponderEliminarSAludos
el amor está en la naturaleza humana...pero yo creo que algunas naturalezas están mucho más preparadas para darlo... a veces el desconsuelo y el dolor es grande, pero la recompensa de dar, de entregarse sin limitaciones, es mayor que ninguna otra, aunque sea dificil verlo con los ojos llenos de lágrimas.
ResponderEliminarUn beso enorme encanto.
No cambies.
Es una hermosa historia y la cuentas de maravilla. Gracias por tu visita. Nos leemos.
ResponderEliminarUn abrazo
El comentario anterior es mio
ResponderEliminarGabi.