24 de noviembre de 2008

Punto muerto

A veces llegaban visitantes que afluían como restos de un naufragio llevados hasta aguas tranquilas. Los veía pasar por debajo de mi balcón y en todos ellos me reconocía.

El primero en pasar por allí fue un hombre en aparente estado de embriaguez (siempre queda más bonito que decir que iba borracho como una cuba) se tambaleaba apoyándose en cada farola y de cuando en cuando miraba al infinito con la mirada perdida. Miró hacía arriba y cruzó su mirada con la mía, levantó la botella de cerveza que llevaba en una mano. Me deseó salud y le pagué con una sonrisa, después pegó un trago y se alejó por la calle. Pude verme en sus ojos.

Después apareció un hombre corriendo con un bolso debajo del brazo, aparentemente un malhechor (siempre queda más bonito que decir que era un poco chorizo), se detuvo debajo de mi balcón y levantó la mirada, se llevó el dedo índice a los labios aconsejándome guardar silencio y salió corriendo. En la oscuridad pude ver un brillo especial en sus ojos y me reconocí en ellos.

Pocos segundos después apareció en escena un guardia tocando su silbato, sujetándose la gorra y los pantalones mientras corría. Se detuvo en seco, miró hacia donde me encontraba y encogió los hombros. Señalé una dirección, hizo una pequeña reverencia y desapareció siguiendo mi dedo. Cuando me miró también fui capaz de reconocerme en él.

Seguí observando la calle en un gesto que iba desde la sorpresa hasta la confusión más absoluta.

Los siguientes en entrar fueron una pareja, no paraban de darse arrumacos, de acariciarse y de besarse (que siempre queda más bonito que decir que se estaban haciendo el amor en plena calle). Ambos miraron a donde me encontraba y sonrieron pícaramente. Se volvieron a besar y entraron en el portal de enfrente.

-Delante de los pobres no se come—. Pensé.
Pero aún así fui capaz de reconocerme en sus ojos.

Volví a clavar la mirada en la calle, apareció una señora mayor caminando despacio ayudada por su bastón (que siempre queda más bonito que decir que andaba a duras penas). Desprendía un halo de calma y tranquilidad que se dejaba notar en la oscura calle. Las farolas parecían alumbrar más a su paso. Se detuvo y me miró, dibujó una sonrisa en su rostro surcado de arrugas y se alejó. Sus ojos, marcados por la experiencia, tenían un color diferente a todos los que se habían cruzado con mi mirada esa noche. Pero aún así, fui capaz de verme en esos ojos.

Empezó a hacer frío y decidí abandonar el balcón. Cerré las puertas y caminé hacia mi habitación. Me detuve ante el espejo del pasillo, clavé mi mirada en la que mi propio reflejo proyectaba y sentí una punzada extraña en el pecho. Entorné un poco más la vista y la punzada se hizo más fuerte. Decidí cesar en mi intento. No fui capaz de reconocerme en mis propios ojos.

Llegué a mi cuarto y retiré las sábanas de la cama, me dejé caer rendido y no tardé en conciliar el sueño.

Soñé contigo y te besaba, en tus ojos pude ver al borracho, al ladrón, al policía, a la pareja, a la anciana y, ante mi sorpresa, me pude ver a mi mismo…

Me desperté porque alguien me estaba llamando al móvil. Eras tú pero preferí no descolgar. En el sueño, como en la vida real, estabas al lado de otro. Antes de que me despertaras le había mirado una y otra vez a los ojos y por más que lo intenté no llegué a reconocerme nunca en él.

Finalmente te cogí el teléfono:

-¿Tú también has soñado conmigo?
-Sí…
-¿Estaba él a nuestro lado?
-Sí…
-¿Has logrado reconocerte en sus ojos?
-No…
-Yo tampoco…

Rompiste a llorar y me colgaste. Después recibí un sms tuyo: “todo está bien, tan sólo ha sido un sueño…”

Volví a asomarme al balcón y ya estaba amaneciendo. Una lágrima se derramó y golpeó la acera con un ligero “cloc” que nadie salvo yo consiguió escuchar.



NOTA: Relato-vivencia-cuento bajo licencia Creative Commons ©. Forma parte de mi participación como miembro de "El cuentacuentos".

16 Comentarios:

  1. Me ha encantado. Se me ha metido un poco dentro tu relato de hoy, no sé, quizás yo también necesite unos ojos en los que encontrarme...

    ;)

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  2. Un cuento precioso y muy bien escrito.

    Saludos.

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  3. E ibas a perderte toda la magia que hay tras las puertas de un balcón??
    Como dijo un tal Cesar,no Manrique,vini (trad.simultánea:fuiste),viste(td:viste) vinci (td:escribiste)
    y vaya bien que lo hiciste!
    Un abrazo!!

    *(proclama contra los bloques sin balcones)

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  4. la traducción no falló pero Cesar sí, quiso decir vidi :)

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  5. Bonito relato oski... es maravilloso verte en los ojos de otro y que otro se vea en tus propios ojos.
    Me ha encantado.

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  6. Me ha gustado porque no deja de tener cierto sentido del humor y porque como bien dice María José es una sensación incomparable la de sentirse reflejado en los ojos del otro. Me quedo sin palabras de verdad, porque me ha resultado tierno, real, cruel, sincero... Una mezcla imposible e inolvidable. ¡Enhorabuena!

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  7. la vida es sueño,... y los sueños, sueños son...

    Sin tus comentarios, no existo: opina libremente en http://www.enbuenalid.blogspot.com

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  8. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  9. Gracias por tu visita.

    Y por tus halagos.

    :)

    Me ha gustado mucho el cuento.


    Espero leerte pronto, un beso.

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  10. Oski, cuantas veces uno se ve en los ojos de otros y no puede reconocerse en los propios... mas de las que uno quisiera.
    Excelente relato, como siempre. Indefectiblemente me dejas pensado...
    Besos

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  11. la utopia del kaos es inminintemente ruidosa.

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  12. Es precioso. En serio. Te hace reflexionar y buscarte a ti mismo en los ojos del relato :D

    Un besote,
    Mun

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  13. Me gusta como escribes. Que claro queda todo, allí en el balcón, como si te estuviera viendo.

    Me ha gustado mucho.

    Salud

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  14. Hola Oski
    Hace mucho que no estoy por aquí.
    Sigues escribiendo muy bien!
    Me ha gustado tu relato.
    A veces buscamos respuestas en los ojos del otro
    no siempre la encontramos.

    Un abrazo

    Adal

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  15. Hola Oski, me ha fascinado tu relato. Me gusta tu manera de narrar las cosas.
    Un cordial saludo

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  16. No busques reconocerte en tus ojos, úsalos para reconocerte en tus acciones.
    Y mete primera.
    tsikipiki

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