9 de enero de 2009

Relato 1: Cicatrices en el alma

—Y por pensar tengo un millón de cicatrices—meditó en silencio en la cama, mientras por la única ventana de su cuarto se colaba la aún débil luz del alba.

Se había pasado la noche en vela, dándole vueltas a vagos recuerdos, más de una vez se había dicho así mismo “es hora de dormir” pero por más vueltas que daba en la cama no conseguía conciliar el sueño.

Su edad estaba más cerca de los cuarenta que de los treinta, atractivo, con carrera y un buen puesto de trabajo. Un soltero de oro. Vestía siempre de chaqueta y atraía las miradas cómplices de mujeres hermosas allá por donde iba. Sin embargo a él no le interesaban lo más mínimo sus compañeras del otro sexo. Tampoco los hombres. Sin atisbo de duda, se podía asegurar que el resto de mortales le daba absolutamente igual. Disfrutaba de la soledad y no necesitaba a nadie a su lado. Ni siquiera una mascota. No obstante, si se lo observaba con atención, no costaba darse cuenta de que aquel hombre buscaba algo. Algo que había perdido hacía muchos años.

Su infancia no fue demasiado feliz. Era hijo único de un ex matrimonio que lo consideraba un error de adolescencia. La custodia compartida lo llevaba de un lado a otro sin que ninguno de sus padres le hiciera mucho caso, pasaban toda la semana esperando librarse de él para poder seguir con sus ocupadas vidas. Apenas hablaba nunca y nunca nadie lo obligaba a hablar.

No le gustaba el fútbol ni coleccionaba cromos. Prefería pasar los recreos investigando cada rincón del patio y descubriendo nuevos e interesantes detalles que en días anteriores no se había detenido a observar. Pronto fue considerado por el resto de sus compañeros como raro y condenado al más absoluto olvido.

Así pasó varios cursos. Sin un sólo amigo con el que compartir recreos. Pero las cosas siempre dan un giro y un buen día llegó al colegio una niña nueva, Sara, también muy reservada y que no quiso jugar con el resto de sus compañeras a la comba nunca.

Al principio no se hablaban, ambos pasaban los recreos cada uno por su lado, sin reparar mucho el uno en el otro, viendo como el resto de chavales correteaba de un lado a otro.

Y el silencio fue lo que los unió. Sin darse cuenta, empezaron a buscar juntos. Todo empezó el día que Sara encontró una moneda y al ir a recogerla se encontró con la cabeza de su compañero, que también se había fijado en aquel tesoro. El golpe les hizo caer a ambos de espaldas y lejos de enfadarse el uno con el otro estallaron en carcajadas. Desde ese día fueron inseparables. No hablaban mucho, sólo con la mirada sabían transmitir toda su felicidad o toda su tristeza.

El tiempo fue pasando inexorable y ambos crecieron. Siguieron sin ser demasiado sociables con nadie. Y los tesoros que buscaban cambiaron. Pronto fueron poemas, que ella marcaba con cuidado en los libros de la biblioteca.

Él se pasaba tardes enteras buscándolos y cuando los conseguía encontrar una mirada por su parte y una sonrisa por la de ella, ponían fin a su jornada. Todo siguió su curso hasta que él encontró en un libro el corazón de ella y supo que el mayor tesoro siempre había estado delante de sus ojos sonriéndole.

Empezaron a salir y todo fue perfecto muchos años. Fueron juntos a la misma universidad, se compraron un piso en las afueras y estaban continuando su vida juntos.

Una noche, volvían a casa caminando entre risas.

—Algún día esconderé un poema en el cielo y no podrás encontrarlo, será nuestra eterna búsqueda, como la llegada a Ítaca, pero lo más importante no será encontrarlo sino disfrutar de los días que pasemos en su busca—dijo Sara, que después lo miró y lo besó.

Fue su despedida porque segundos más tarde, un coche a toda velocidad invadió la acera y los atropelló. Cuando despertó en el hospital, Sara ya se había marchado para siempre.

Desde entonces, no hay noche que pueda dormir tranquilo. Pasa los días rebuscando entre las nubes, intentando encontrar lo que ella escondió.

Cada día me lo cruzo en el metro. Veo su mirada ausente y su nerviosismo por salir a la superficie. Sin que se de cuenta dejo un poema a diario sobre su cartera. Al fin y al cabo no tiene porqué saber que soy su ángel y que antes me llamaba Sara.

NOTA: La frase inicial "Y por pensar tengo un millón de cicatrices" es del grupo español "El canto del loco" extraída del tema "Un millón de cicatrices". Pertenece a una nueva serie de relatos que voy a crear en los que el denominador común es que la frase de inicio haya sido extraída de una canción. Cada relato irá dedicado a una persona en especial y tendrá detalles que me recuerdan a esa persona. Éste en especial se lo dedico a María, por tantas y tantas cosas.


14 Comentarios:

  1. ¿Has pensado en la posibilidad de vivir algo así? Sería una historia que se enmarcaría dentro del drama, ¿drama romántico?, pero aún así... yo creo que es una de esas cosas que, aunque duras y hasta crueles, merecería la pena vivir...

    ¡Qué le vamos a hacer! Una vez más yo y mi gusto por el dramatismo bajo la premisa esa de que "los finales felices son historias sin terminar".

    Ya te lo había dicho pero me ha encantado. Y no por el "guiño" al cielo que se me antoja encontrar, ni por que esté dedicada a mí (MUCHAS GRACIAS, CANIJO), sino por la melancolía y la magia que desprende.

    El final, para mí, es demoledor. Te deja con los pelos de punta, un escalofrío por todo el cuerpo y un suspiro que esconde un pensamiento (el de creer que pueda ser posible que los que ya no están sigan, de algún modo, estando).

    Aplausos, submarinos y mil pared de besos (16 ya van siendo pocos) ;)

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  2. Yo no quiero vivirloooooooooooooooo

    Pero me ha gustado la historia, es bastante bonita, pese a la tristeza que encierra.
    Sin embargo, yo creo que no hay que aferrarse al pasado, por bonito que fuese, y agarrarse a un futuro, que aunque incierto, está a estrenar.

    Un abrazo

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  3. La primera parte de la historia está muy bonita :) aunque el final me pareció triste, quizás un fin algo más alegre no le hubiera caido mal, jejeje.

    Me he sentido identificada con la personalidad de tus protagonistas, ojalá hubiera tenido la suerte de Sara y conocer a alguien como él durante mis años de colegio, pero bueno como bien dice Enheduanna hay que mirar al futuro y no aferrarse mucho al pasado.

    Saludos! :)

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  4. El silencio habitualmente encierra un infinito limitado por mera piel. Cuando ésta se abre por alguna circunstancia, magia es lo que sale de ese cuerpo silencioso. Si hay un millón de cicatrices, intuyo que ambos dos habrían levitado unas cuantas veces.

    Sensacional, sin duda, Oski.

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  5. Eres un artista!!
    Como desde el gris oscuro del comienzo va tornándose negro de firmeza frente al blanco ausente del mundo que lo rodea y como de repente esa línea ya es paralela a otra y la nada se transforma en camino,y al recorrerlo van apareciendo los colores y de aquel gris inicial tu relato crea una inmensa acuarela de vida, de vidas llenas de ella.
    El final pareciera retornarnos al triste gris, pero lo que queda es la presencia ya eterna de lo vivido, su magia.
    Precioso killo, un abrazo enorme!!

    :) Sabes? :p me iba identificando con el personaje jajaja hasta que llegamos a lo de la moneda, bueno en mi caso fue un billete de 20€ y sí,nos dimos el cabezazo, pero ¬¬ de carcajadas nada, aun busco la otra mitad del billete :)

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  6. Un relato cargado de símbolos. el amor, la tristeza, la esperanza, la búsqueda incesante, la ilusión. Son conceptos que nos rodean y nos alejan casi milagrosamente de la realidad, que hace mucho, mucho ruido.
    Bonito homenaje para María. Enhorabuena para ella.
    Un saludo

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  7. Muy bonito Oski de verdad. Algunos de los párrafos son de una calidad excelentes. Amí em ha encantado : Empezaron a salir y todo fue perfecto muchos años. Fueron juntos a la misma universidad, se compraron un piso en las afueras y estaban continuando su vida juntos. no tendrá la intensidad sentimental de otors, pero das un salto TAN bien hecho :)

    Muy bueno, compañero,

    Un abrazo,

    Pedro.

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  8. ¡Sublime! Es una de esas historias de amor enmarcadas en silencio, un secreto a voces dentro de las fronteras de dos corazones.

    Tu serie de relatos promete, verdaderamente tienes talento...

    Y creo que, en el fondo, todos pasamos la vida buscando un poema definitivo, que no sé si estará en el cielo o dónde, pero buscarlo da sentido a nuestra existencia.

    Un abrazo.

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  9. Que triste y conmovedora historia repleta de soledad.

    Creo que perder a alguien de esa manera es una de las peores cosas que hay en la vida. Yo he perdido a alguien pero, al menos sé que está vivo, sé que está bien.

    Yo he visto algún caso así cuando iba al cole, en que los amigos tachaban a alguien de ser raro. Y pienso que debe ser duro, muy duro. Yo nunca me he metido con nadie pero, en verdad, los niños son muy crueles y la gente es muy cruel también porque, he visto que a veces a alguien así, le tratan con indiferencia, como si realmente no existiera y fuera un fantasma.

    Besitos y feliz año nuevo.

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  10. Oski:
    MIÉRCOLES 14 DE ENERO. Escribamos un post por Palestina. Manifestación bloggera

    Necesito hacer algo desde aquí, aunque sea simbólico.

    Me ha llegado el libro. Mil gracias. Ya te contaré.

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  11. Es una historia dulce, preciosa y también amarga y triste...

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  12. después de leerte.. me encantaría creer en los ángeles.
    Preciosa historia a pesar de la tristeza.

    Que el 2009 sea amable y generoso contigo.
    Saludos

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  13. Ahora que soy yo la que está desvelada, me apetecía leer algo entre teorema y teorema, y obviamente había que darle click a la sección... Y empezó con música :)

    Eres un artista! No me esperaba ese final, brillante, me saltaste las lágrimas y tengo una sensación de agobio brutal, de agobio por la impotencia, demasiado cruel la historia, pero eso sí, dan ganas de creer en los ángeles.
    ¿Casualidades? Ya veremos, sé que ambos por pensar demasiado tenemos un millón de cicatrices.
    Un abrazo, amigo :)

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    Respuestas
    1. Hubo una época en que mataba a todos mis personajes de una forma u otra, este relato se enmarca en esa época. Si te soy sincero no lo recordaba, me pasa algo extraño con lo que escribo, no soy mucho de releerme, porque tiendo a sacarme fallos por todos lados (de hecho ya he sacado un saco de ellos), así que con el tiempo, se me olvida lo que he ido escribiendo. Me ha gustado recordar esta historia, gracias por dejarte caer aquí.

      Un abrazo grande

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