Hay canciones que calan hondo y sin saber muy bien cómo, se
inscriben en la lista que forma parte de la banda sonora de tu vida. Son
canciones que te hacen llorar, que te golpean hondo, que cuentan una parte
importante de ti, del camino que has recorrido hasta ahora. A veces, cuando una
canción me emociona tanto, trato de salvarla intentando no hacerla mía, porque
me conozco y sé que esa canción dolerá y será bálsamo a partes iguales. Todavía
no lo he conseguido pero yo lo intento, te juro que lo hago.
Y allí estaba yo, pensando que después de esa noche con
velas, vino y pétalos te marcharías. Que teníamos tan solo veinticuatro horas
para hacer la luna nuestra. Tenía la certeza de que al amanecer encontrarías la
cicatriz de mis heridas malcuradas, el corazón pegado trocito a trocito y la
coraza de acero que me cubría el pecho, pensaba que eso de forma indudable te
haría salir corriendo. Traté de olvidarme del mañana y me entregué a esa única
noche, todavía recuerdo la canción sonando, tú y yo abrazados y tus lágrimas
empapando mi hombro. Y aunque yo si sabía tu nombre era casi lo único que
todavía conocía de ti, eso y el número de tu pie, un 36 perfecto...como las
horas que soñé tuviera aquella noche.
Amaneció y tú no te marchaste. Tampoco lo hizo nunca aquella
canción que nos acompañó siempre a lo largo de nuestra relación. Aquel gato
volvía una y otra vez a mirarnos desde el tejado y siempre nos hacía llorar.
Aquel gato era yo. Aquella gata eras tú. Arañándonos la espalda y los rincones,
maullando en busca de atenciones, rompiéndonos la coraza y soñando juntos,
sudando juntos.
Y en el momento álgido, antes de llegar al final, como
buenos gatos nos marchamos en busca de otros tejados. Todo se acabó, pero en mi
vida se quedó esta canción. Una canción con la que he llorado cada vez que la
he escuchado cantar, que vuelve a traer viejos olores, humo de velas recién
apagadas, la visión de un gato que me mira desde el tejado y que me hace
llorar.
Siempre he creído que la mejor forma de dejar marchar algo
es convertirlo en literatura, ésta es la mejor manera que he encontrado de
dejarla marchar, de volver a escucharla y no sentir tristeza, de cambiarla por
nostalgia, una nostalgia agradable y dulce por el recuerdo maravilloso de todo
lo que fuimos, no de todo lo que no fuimos...
Hoy esta canción ya no me duele...
Las canciones de Andrés Suárez son muy llorables. Y si a eso añades una ruptura asociada pues ya apaga y vámonos!
ResponderEliminarEspero que esta entrada sea la despedida de la tristeza y, a la vez, bienvenida a cosas bonitas por venir!
Y, sí. Desde luego no puedes negar ser de Madrid. xD
No conocía esta canción,gracias por hacérmela conocer. En la entrada, supongo que has dejado bastante de ti, aunque de mi también, y seguro qeu de mucha gente. Hay veces que me he machacado con canciones, solo por la necesidad de llorar, de sentirme desgraciada hasta decir basta, y luego a renacer. Abrazos
ResponderEliminarA igual que los médicos utilizan puntos para convertir las heridas en cicatrices, nosotros utilizamos las palabras para que el dolor se convierta en recuerdo.
ResponderEliminarNo siempre funciona...
Cuídate.
"No es el amor quien muere, somos nosotros mismos". Ya lo dijo Cernuda, y yo lo subrayo... Pero si una muerte da literatura tan hermosa como ésta, entonces... Viva la derrota :)
ResponderEliminartoc, toc! Se puede? :) He llegado aquí a través del blog de Lili! Soy Leno ^^
ResponderEliminarEs muy bonito eso que has escrito, debo confesarte que me he sentido 100% identificado con lo que cuentas, yo también tengo mi canción, mi gato en el tejado y mis nostalgias... pero lo mejor es el final, eso de que la mejor forma de dejar marchar es convertir todo eso en arte, en literatura...
Saludos :)
Bonita canción...bonito recuerdo ... preciosa tu voz :)
ResponderEliminarSoltar es doloroso, siempre...mucho. Quédate con eso, con lo que fuísteis, eso es imperecedero. Olvida lo que no fuísteis y, como buen gato, lámete las heridas hasta que cicatricen (ya sabes cómo hacerlo pero, por si acaso...te doy mis alas :)
Un beso enorme todoterreno!!!
¡Qué maravilla tenerte aquí de nuevo!
ResponderEliminarEsta entrada es literatura nacida desde el fondo de tu alma y transmites tanto dolor como luz y esperanza. Tu necesitabas escribir para seguir adelante y nosotros leerte (y ahora también escucharte) para sentirnos, al menos yo, locamente identificada.Es maravilloso este bloque de sentimientos, amargos y dulces, este revoltijo de risas y llantos que hemos creado a través de nuestros espacios que no dejan de ser una parte de nuestro ser.
Me ha emocionado tu comentario y que sepas que tu también, junto a "mi niña Favole", eres una pieza muy importante de todo este tinglado que ha roto aguas, casi sin querer, y sin esperar nada a cambio, tan solo sentirnos y emocionarnos los unos con los otros. Y sobre todo, Oski, no estamos solos, asi que, cierra los ojos, respira hondo y sube, sube muy alto, hasta que el sol te seque la última lágrima y puedas volar.
He llegado un poquito tarde pero no importa, porque siempre volveré. La canción es preciosa, y la voz y la letra.
Gracias por regalarme este relato y tu voz.
Un besazo enorme.
OOHH!!
ResponderEliminarQue bonita canción. Entiendo perfectamente que te haya costado superar el dolor que te trasmitía esa canción.
Y sí, no hay nada mejor que convertir las vivencias en literatura para superar el ayer.
Me alegro de que hayas vuelto por el blog...
Un abrazo!
Yo tampoco conocía esta canción, muy bonita y bonito post, me emocionó :) Un abrazo
ResponderEliminarEncima escribes sobre música! Creo que esta amistad de blogger a blogger funcionará estupendamente! ^^
ResponderEliminarLas canciones forman parte de nuestra vida, al igual que los olores ... es algo hipnótico; resulta excitante y a la vez da pánico que nos traigan tantos recuerdos ;-)
Dios que belleza de entrada, de verdad decir como se siente mi cuerpo y mi corazón tras leer estos sentimientos tan enormemente bellos y esta canción tan llena de significados es realmente indecifrable...
ResponderEliminar