Aquel no fue un buen día.
Habían cancelado todas mis tarjetas de crédito de sueños por no
pagar la deuda de besos que tenía. Unos meses antes, mi gestor me
había informado de que lo mejor era invertir mis emociones en un
depósito a plazo fijo ya que no las necesitaba de momento y, con el
tiempo tendría rentabilidad, dijo que era una inversión segura,
aprovechó también para venderme unas acciones de felicidad y me
agasajó con un maravilloso juego de abrazos. Sucumbí y seguí con
mi día a día encantado de haberme conocido.
Aquel nefasto día quebró
el banco de ilusiones y las acciones de felicidad se desplomaron en
bolsa. Los depósitos no estaban garantizados y por tanto mis
ilusiones se iban por la taza del retrete. Nadie iba a rescatarlas.
No podía pagar las facturas de la alegría y me cortaron la sonrisa
de golpe. No tardé en dejar de pagar las letras de mi corazón y un
ejército de melodías tristes vino a desahuciarme. De pronto me vi
en la calle mirándome las manos y sin ti a mi lado. Era agosto, el
asfalto ardía y yo estaba helado.
Había vivido por encima
de mis posibilidades en eso del amor. Lo había dado todo de golpe
esperando que la respuesta fuera el doble y como si no hubiera un
mañana. No me había leído la letra pequeña, no había tratado de
entender sus contratos enrevesados, simplemente firmé como un idiota
y me lancé de cabeza a disfrutar. Me sentía seguro, hice planes,
tracé rutas y descuidé el saldo de mi propia cuenta. Empecé a
gastar, gastar y gastar hasta que cerraron el grifo y Cupido vino a
reclamar su flecha con sorna: “es la crisis compañero, tengo que
reutilizarlas, no te lo tomes como algo personal”.
Mi prima de riesgo se
puso por las nubes y tuve que venderme caro, mendigando a las
compradoras, prometiendo cosas que sabía a ciencia cierta que no iba
a poder cumplir. Todo por un resquicio de cariño, todo por sentir
que no se me había parado el corazón. Y allí me quedé plantado,
arruinado sin saber muy bien lo que hacer, pensando si aquello del
amor no era una gran estafa. Dudando de si mis excesos habrían
pasado factura y si despertaría alguna vez de nuevo la confianza en
nuevas inversoras.
Al menos cada día sale
de nuevo el sol y eso es algo que nadie podrá quitarme. Las cosas
pueden cambiar y todo puede mejorar. Quizás haga falta ampliar
horizontes, cambiar el sistema, entregar las emociones de otra forma,
dejar de esperar que otros encuentren la felicidad por mi y tirar del
carro yo mismo. Una verdadera revolución que empiece desde dentro y
haga temblar los cimientos de mi maltrecha alma, pegar trocito a
trocito sus cristales, sonreír a menudo. Si nada tengo, nada puedo
perder.
¿Quién sabe si tal
vez...? ¿Quién sabe sí...? Pero dime ¿quién sabe?
Puede que aquel no fuera un gran día...pero este sí es un GRAN relato. La verdad es que cada día te superas niño...lo tiene todo: sinceridad, arte, magia, lógica, pasión...es uno de esos relatos que me conmueven y contra los que no tengo coraza posible. Siento lástima por esos seres que siempre han sabido cuanto cuesta todo...hasta un abrazo. Nadie que valga algo se vende por menos de nada, y nadie que entienda algo de sentimientos y ternura repara en los riesgos, en los beneficios y, mucho menos, se para a pensar siquiera en la letra pequeña. Algo que carece de esa tempestad ilógica que es el lanzarse al vacío, algo que carece de instinto, de épica, de heroicismo...en fin..es cualquier cosa, menos AMOR en mayúsculas.
ResponderEliminarSé que lo sabes...por eso te adoro. Bueno, por eso y un universo de más cosas...un universo entero :)
PD: Nunca voy a recomendarle a alguien que me cae mal tu blog...que te quede clarito :) XD!!!
Ay amigo, la letra pequeña está en todas partes pero nunca la vemos... precisamente porque es muy pequeña, y porque (para qué engañarnos) muchos (yo el primero) nos empeñamos en no querer verla , hasta que es demasiado tarde, claro está. Pero no te preocupes, las crisis son muy malas o malas a secas, pero nunca son eternas, después de un crack siempre se puede volver a ahorrar, porque cada crisis nos convierte en mejores inversores...
ResponderEliminarComparto lo que has escrito y me siento muy identificado, un placer leerte, como siempre.
Un abrazo! :)
Que bueno. Ese es el espíritu, optimista y lleno de energía. El amor llega cuando nadie lo espera. Hay que tener el corazón preparado, sin heridas para que pueda amar de nuevo como si fuese la primera vez. Lo único que quizás cambie, es que en lugar de ser un amor inexperto y joven, será un amor maduro y pausado.
ResponderEliminarun abrazo
El amor, el verdadero AMOR, el que merece la pena vivir y sentir debe ser así, arriesgado, alocado, generoso....Pero como tú has dicho no puedes darle la responabilidad de tu felicidad a una persona por entera, ya que esta como tú es ser humano y estos erran a menudo...
ResponderEliminarGran relato salido de un gran escritor ;)
Tienes el don de llegar con las palabras a donde nadie más llega. Un talento para mezclar temas tan dispares como la economía y el amor, aunándolos como si en el fondo siempre hubieran sido lo mismo. Pero lo mejor de todo es que lo haces con una sensibilidad exquisita. Como siempre un relato grandioso.
ResponderEliminarEn serio... ¡Cuánto se te ha echado de menos, cuentacuentos!
Besotes.
Hola Oscar todo tiene su letra pequeña, pero precisamente el amor tiene 2 caras se goza cuando se comparte y se sufre cuando se rompe.
ResponderEliminarque tengas una buena semana.
un saludo.
Me encanta tu idea de ponerle voz a las entradas, pero esta vez me ha encantado el podcast.
ResponderEliminarEl amor tiene letra pequeña porque nos empeñamos en complicar lo sencillo, en acabar lo que tiene otras salidas. En perder, siempre en perder.
Cuídate Oski.
Qué relato más ingenioso y más bien escrito... Tienes un don, sin duda. Respecto a las crisis... esto es cíclico, amigo: no lo olvides. Después de una recesión económica, ¡¡ llega una época de desarrollo!! Y las crisis no duran siempre ;)
ResponderEliminarUn abarazo
Es precioso :) Me ha encantado el cómo mezclas el tema económico con los asuntos del amor :) Encantada de conocer tu voz también :) Me quedo con la última frase: si nada tengo, nada puede perder. Qué cierto :) ¿Quién canta eres tú? Menuda voz :)
ResponderEliminarSí y la sociedad esta capitalista, asquerosa. Sí, debería haber un rescate de sentimientos :) El dinero es el peor invento de la historia :)
Me encanta tu idea de contestar comentarios a través del audio :) Ya veré a ver qué me cuentas ¡Je,je!
Saluditos.
Te superas en cada entrada y no sabes como echaba de menos leerte y escucharte.
ResponderEliminarEl símil es ideal pero que no olvides, el que arriesga no se equivoca pero tampoco gana. La vida es de los emprendedores que como el ave fénix, resurgen de sus cenizas.
Se te quiere mucho, Ave....Oski.
¿Que puedo decir de este relato, que no hayan dicho ya los anteriores comentarios?. Magistral la comparación, el amor da para tanto, que realmente asusta, como invertir en bolsa si no tienes la cabeza fría, ni entiendes los recovecos de la inversión. Y ¿Quién entiende el amor?, si cada uno tenemos una visión diferente de lo que es la vida, el amor, el cariño, la entrega y demás. Las facturas que debemos pagar por enamorarnos y desenamorarnos, nos seguirán toda la vida, pero es lo que nos irá forjando nuestra persona. Realmente cada día te superas. Un abrazo y nos vemos a mi vuelta¡¡
ResponderEliminar'Había vivido por encima de mis posibilidades en eso del amor'.
ResponderEliminarMe encanta poder escucharlo directamente, de 'leerlo' de forma diferente :)
Buah, qué maravilla. Me gusta el tema de la economía y le has dado un enfoque muy original. Me encanta que nos acompañes en la lectura, deberías grabarte en todas las entradas :)
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