Nunca podrás escapar de ti. Cada
noche al acostarte y apagar la luz estarás solo y en tu cabeza azotarán las
voces de tu sima. Y a ellas no puedes engañarlas. Puedes darte la vuelta y seguir
como si no pasara nada, seguir fingiendo que todo son flores y que no hay malas
hierbas por donde pisas. Que el abismo queda lejos y que sonríes porque eso lo
cura todo. Pero ellas no van a callarse y cada vez harán más y más ruido.
Al principio será como un pequeño
rumor de olas, casi apacible, como si de la banda sonora de una playa desierta
se tratase, pero poco a poco ese sonido se irá convirtiendo en tempestad y
romperá contra tus rocas en una letanía ensordecedora que no podrás ignorar.
Se te sujetará al pecho la
presión de esa marea y empezarás a sentir que te ahogas aunque nunca te falte
el aire. Y dejarás de poder dormir con tranquilidad. Sufrirás pesadillas. Verás
rostros de mujer que no conoces con los ojos en blanco, te desafiarán y
aguantarás su mirada. Tendrás que encender la luz varias veces para calmarte,
para secarte el sudor. Para tratar de seguir durmiendo.
Sabes que tarde o temprano
tendrás que citarte con tus fantasmas. Dejarlos pasar sin miedo y de golpe en
tu habitación. Tomar un café con ellos. Que te rodeen. Que te cuenten cosas que
no conoces y otras que no quieres escuchar, para después, dejarlos marchar en
paz. Intuyes que esa es la solución y sin embargo retrasas el momento. ¿Por
qué? ¿A qué viene esta absurda
fortaleza? ¿Por qué tanta coraza?
Tal vez tendrás que buscar esas respuestas
en tu corazón roto. En la decepción de la última huida. En aquel fracaso que no
reconoces como fracaso y que temes llamar “abandono”.
Y sabes que vas a tener que
romper cosas en el camino, es inevitable, tendrás que alejarte de lo que te
daña. Tendrás que cerrar círculos y quebrar lazos. Y dolerá. Pero el dolor
también puede curarte.
Todo empieza por dejar de llamar
cicatriz a lo que todavía sangra. A lo que todavía duele. A lo que nunca se ha
cerrado. Es el momento de saltar a tus abismos. Dejar la seguridad del puente.
Disfruta del vuelo y de las vistas.
Y no olvides tu paracaídas.
Zero gravity by Michellis13
Me encanta la forma de retratar el dolor que sufre prácticamente todo el mundo, las mentiras que nos contamos y que, al final, siempre nos acaban haciendo más daño, la dificultad de enfrentarse a los obstáculos...
ResponderEliminarCosas que sentimos todos, al final no estamos tan solos en esta batalla como pensamos.
EliminarBesos!
El dolor siempre cura; es un alto precio a pagar, pero es la mejor medicina....
ResponderEliminarEso esperamos al menos.
EliminarBesos!
Disfrutar del vuelo lo peor es la caída.
ResponderEliminarMe encantó tu expresión: "en tu cabeza azotarán las voces de tu sima".
Me encanta tu manera de transmitir, es precioso lo que escribes, Oscar.
Un beso.
Gracias María, las caídas siempre duelen pero bueno, también enseñan.
EliminarSalud y besos!
¿El dolor puede curarme? ¿De verdad?
ResponderEliminarP.
Supongo que en el momento en que dejamos de verlo como algo negativo y empezamos a verlo como un aprendizaje, seguro que sí.
EliminarGracias por pasar.
Salud!
Ese poeta insomne que deja que el mar se estanque en su pecho, al que acechan fantasmas que nunca despidió del todo, que tiene demasiadas puertas abiertas por miedo a cerrarlas y sentir de verdad cómo es eso de estar herido y solo...como es eso de enfrentarse con uno mismo sin excusas, le propongo que recite como un tranta, como un conjuro aquello tan sabio ...
ResponderEliminar"El dolor es inveitable, pero el sufrimiento es opcional"
No es lo que nos ocurre lo que nos hace infelices, sino como gestionamos lo que nos va sucediendo a lo largo de la vida.
Me gusta mucho el final, mucho.
"Todo empieza...
Quiza porque soy fatalista, pesimista pero siempre me reservo un poco de esperanza para los días grises.
Un beso, poeta.