No sé qué será de nosotros si mañana
vinieran los guardianes del tiempo a cobrarse la factura de los días felices y nos
sorprendieran desprevenidos, bailando como locos sin paraguas bajo una lluvia
infinita de estrellas
Sobre qué viga se mantendrán
firmes tus alas si no es el viento el que sostiene tu risa. A qué altura
cuelgan los globos de la alegría. Cuánto pesa un corazón con una bala en la
recámara.
Dime cómo se alumbra sin foco ni
velas, si a cada rato el pasado nos retiene en la aduana del fracaso y nos
requisa el equipaje. Cómo puedo hacer crecer flores en los jardines por los que
alguien esparció sal.
En qué avenidas daremos muerte a la
tristeza, al vacío que siempre nos acompaña. En qué ciudad aterrizaremos sin temor
a las grietas de la herida.
Necesito aprender, pequeño
girasol, a amar el calor sin miedo a las heladas. A sacar el clavo que oculta
mi tormenta. Sanar la ausencia. Aprender a despedirme. Reencontrarme con el
niño que escapó del caos y que ahora se burla de mi sombra.
Y sólo así querer todos mis
azules. Navegar la incertidumbre sin anticipar el naufragio.
Y conseguir salvarnos de nosotros
mismos.
Oye, Sejas: me gusta un huevo y medio. El otro medio para cuando te lea más. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias por pasar Mauricio :-) lee todo lo que quieras, siéntete como en casa. Hay cerveza fría en la nevera.
EliminarAbrazos!