La mente humana nunca dejará de sorprenderme. Puedes olvidar a una persona, olvidar su rostro, sus gestos, su nombre y, un día de repente, mientras viajas en el metro intentando no quedarte dormido, sobrevuela tu cabeza una descarga de recuerdos que te deja temblando de frío.
Así fue como me acordé de ella, Victoria se llamaba, pequeña y grácil, de cara bonita y pelo rubio rizado. Apenas tendríamos 5 años en aquel patio de guardería, jugábamos a ser novios que se intercambiaban dedales, tal y como nos había enseñado el viejo (pero no grande) Peter Pan.
- ¿Algún día nos casaremos? -preguntaba con su vocecita aguda.
Recuerdo que yo asentía y sonreía, luego nos cogiamos de la mano para formar la fila de entrada otra vez al aula y hasta ahí llegaron mis recuerdos pues una voz me sacó de las profundidades del pensamiento anunciando mi parada.
El caso es que me empezaron a entrar las dudas: ¿Qué habrá sido de su vida?, ¿cómo será ahora?, ¿la reconocería si la viera por la calle?, ¿qué estudiará o a qué se dedicará?, ¿cómo la trató la vida todos estos años?, ¿se acordará de mi?
En el camino que separa la parada de metro del trabajo, llegué a plantearme si seríamos compatibles. Analicé mi personalidad actual con la que recordaba de ella por aquel entonces y llegué a la conclusión de que cuando uno se hace mayor los dedales ya no sirven para nada. El tiempo mata tantas cosas...
Ya sentado frente al ordenador analicé porqué mi mente había decidido devolverla a la vida de golpe, sin previo aviso, con una viveza y nitidez asombrosas y lo cierto es que no hallé ninguna respuesta. Estuve feliz el resto del día por ese "regalo personal" que mis neuronas habían tenido a bien regalarme. Quizás a todos nos toca una sorpresa de vez en cuando...
Todos dicen que el mundo es un pañuelo así que como nunca se sabe dónde, cuándo o porqué las cosas suceden, os cuento esta historia por si aquella chica grácil, pequeña y hermosa llamada Victoria lee esto algún día, que sepa que tengo un dedal para devolverle algún día.
"¿Sabes lo qué es un beso?- preguntó wendy pasmada.
-Lo sabré en cuanto me lo hayas dado -le contestó.
Y, para no herirle, Wendy le dió un dedal"
(J.M.Barry, Peter Pan)
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12 de noviembre de 2009
Dedales y recuerdos
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La magdalena de Proust convertida en un vagón de metro :)
ResponderEliminarLo de Wendy me ha recordado a la Traición de.. Ismael Serrano...
Quién sabe dónde estará Victoria, nunca se sabe, a lo mejor lo mejor es que nunca os volvierais a encontrar para que el recuerdo fuese bonito de por vida (Como Ted y Victoria (qué casualidad que el nombre es el mísmo) en cómo conocí a vuestra madre..)
Quizá ese "regalo personal" quería que la recordaras a ella, pero también es muy posible que quisiera que te recordaras a ti mismo por aquel entonces, lo que creías, lo que sentías, el concepto puro de eternidad y amor. Que las promesas infantiles, todas aquellas que hicimos (y nos hicimos)cuando aún no habíamos sido corrompidos siempre son las más importantes, pues se hacen con el corazón, y son nuestra esencia en estado puro :)
ResponderEliminarQuizá hay algo dentro de ti que te está diciendo: "No te intoxiques"...considéralo el regalo más grande, pues creo que te está diciendo que recuerdes no olvidar que los dedales pueden ser besos.
Te confieso que yo guardo de verdad un dedal en una cajita, un dedal que jamás llegué a entregar y permanece aquí, a mi lado, haciéndome recordar.... para que cuando me cosa el alma nada me hiera :)
Un abrazo inmenso, niño :)
Una reflexión muy bonita :) Me has tarído recuerdos de mi infancia muy nítidos. Gracias.
ResponderEliminarUn beso,
Mun
Hay cosas, momentos, no sé, que permanecen inmunes al tiempo y cuando una alineación de circunstancias se produce nos tienden un puente hacia ellos.
ResponderEliminarLo genial es cuando puede recorrerse.
Tú lo has hecho de forma entrañable.
Un abrazo
oh, qué historia peterpaneada más bonita =)
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarWow, qué bonito...
ResponderEliminarY después de leer esto solo se puede llegar a la conclusión de que al final los dedales sí que sirven para algo, por muy mayor que te hagas.
ResponderEliminarEhse
Creo que todos llevams un "dedal" en el bolsillo por si acaso llega el día en el que nos encontremos con "Victoria" y tengamos que justificar la locura de no poder evitar darle un fuerte abrazo.
ResponderEliminarNo pierdas ese dedal porque ayudará a que tus neuronas te sigan proporcionando alegrías.
Un saludo
¡Ojalá tengas suerte y Victoria quiera intercambiar su dedal contigo! Me ha alegrado mucho ver que de vez en cuando te asomas por esta maravillosa utopía en días rojos. Un abrazo.
ResponderEliminarQue bonito escribes , felicidades!!
ResponderEliminarTiene un espacio muy lindo!!
Lo releí en voz alta y conté cuatro patadas (o movimientos kamikaces contra mí...), y eso... a nivel de submarinos tienen que ser unos 200 o así... ;)
ResponderEliminarINSERT
ResponderEliminarNo sé cuanto tiempo lleva esta entrada en la más leída pero desde luego se lo merece. He pasado de 243 noches a la evocación de la inocencia más pura.
ResponderEliminarUn abrazo!
Creo que está como la más leída porque no hacen más que llegarme comentarios de spam, debe tener alguna palabra clave y me fríen, pero bueno :-)
EliminarYa ni la recordaba, creo que he mejorado bastante en mi forma de narrar, probablemente la reescribiré con el tiempo para hacerla más larga y detallada. Creo que la historia lo merece.
Gracias por recordármela, si no es por tu comentario ni la releo :-)
Un abrazo grande.