Siempre me gustó pensar que las historias tienen un final distinto al que nos cuentan.
Soñé que la princesa se la llevaba el sapo sin necesidad de convertirse en príncipe, que las sirenas lo único que desean es deleitarnos con su canto y que sobra atarse al mástil de proa para evitar morir ahogado. Me soñé a lomos de un dragón que no destruía ciudades ni secuestraba doncellas en su torre, un dragón que no escupía fuego sino flores y que repoblaba los bosques a su paso.
Soñé con la Santa Inquisición haciendo la conga alrededor de una hoguera, con un centenar de brujas acompañándola a sus espaldas silbando alegres y libres de toda acusación. Soñé con magos y nigromantes, trabajando juntos en busca de algún conjuro que venciese cualquier enfermedad. Soñé con soldados armados con mandolinas y laudes que asediaban castillos a base de serenatas. Soñé con monstruos amables nadando en lagos como si fueran delfines. Soñé con hadas que me guiaban, con duendes que me aconsejaban y con luciérnagas que alumbraban mi camino.
Soñé que podía llegar hasta el sol sin miedo a que el calor derritiera mis alas. Soñé que en los campos pastaban unicornios a la vista de todos. Que los perros acariciaban a sus amos y que la soledad había sido una plaga erradicada. Soñé que crecía pero que no envejecía, que alguien esperaba mi llegada y que me echaban de menos.
Y soñé, soñé y seguí soñando. Día tras día y noche tras noche, creando mundos y personajes, llenando páginas y folios en blanco.
Y sin saber porqué desperté de mi sueño y los finales empezaron a ser los esperados. Las flores aparecían pisoteadas en mis cuadernos y los héroes habían emigrado a otros reinos. Empecé a no destapar mis bolígrafos, a no pasar las hojas y me entró miedo, un miedo irracional a perder mis letras, a no saber hilar dos palabras nunca más.
Y todavía me encuentro un poco en ese estado. Intentando recuperarme del shock y reconstruyendo mi mundo y mis propias creencias de la nada. Temo que me fallen las fuerzas, que la desilusión pueda a la alegría y que simplemente me deje llevar por la corriente. En algo te mentí, no soy espectador, no todavía, aunque empiezo a encontrar más cenizas en mis bolsillos de lo que me gustaría.
Y entre el tedio, el calor y la derrota intento renacer nuevamente de mis cenizas, sigo buscando sirenas en la piscina y dejo un poco de agua en la bañera por si algún unicornio despistado aparece de pronto sediento en mi baño. Imagino risas antes de acostarme por si sirve para despertar con la mejor de mis sonrisas.
Ésta noche dejaré mi ventana abierta, por si Peter, Wendy o algún niño perdido hace una visita en mi ciudad.
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26 de junio de 2011
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Ten por seguro que todos ellos te visitarán. Sólo tienes que abrir de nuevo tu corazón y los ojos del cerebro para captar sus señales. Un texto realmente hermoso. ¡Ánimo!
ResponderEliminarAcabamos de leerte en voz alta desde la cama antes de dormir en Asturias. Te mandamos un fuerte abrazo. Alex y Conchi
ResponderEliminarAquí todavía no llegó la hora en que escribieses este texto, y ya me he asomado a la ventana.Mis pulmones se intentan inundar de recuerdos de la Sabana, de nostalgias y de un futuro... el presente siente miedo de presentarse.
ResponderEliminarHoy soy yo quien se siente espectadora del mundo, en medio de la nada...
Lo único que me queda claro es que no hay actores sin público, y viceversa.
Un abrazo tico.
Tranquilo Oski, renacerás. Lo que tú tienes no es algo que pueda ser destruido, sino, en el peor de los casos, adormecido.
ResponderEliminarUn abrazo!
Quizá sea Campanilla la que entre por tu ventana. siempre creí más en ese personaje que en cualquiera d elos demás porque es la única imperfecta, luego real.
ResponderEliminarUn abrazo.
Nadie que siga soñando podrá nunca considerarse un mero espectador. Resulta que a menudo los finales son comienzos y los comienzos finales...pues para el niño Athan TODO es eterno ;) Y en ese TODO se incluyen también los eternos cambios, que no son tales (¿qué ciego podría considerarlo así?), sino que simplemente son las antiguas utopías, que, para protegerse y pasar desapercibidas adquieren nuevas formas...ya se sabe, ellos, los anhelos, son sabios y sobreviven por naturaleza. Siguen existiendo hadas, unicornios, duendes, Brujas, ventanas abiertas,Wendy, dedales, troBadores sin voz...sigue existiendo Ítaca, Penélope sigue esperando (pese a lo mucho que duele llorar lágrimas de arena, ya lo sabe usted...:)...y mis tan amadas Sirenas, por supuesto, a las que procuro seguir escuchando un ratito antes de irme a dormir. Te diría que me alegra tu regreso... te diria tantas cosas si alguna vez hubiera creído que te has ido...Menos mal que nunca fue así :)
ResponderEliminarUn beso enorme!!! Más enorme de lo que Nunca Jamás seré capaz de pronunciar.
Me ha encantado. El toque de humor al incoformismo de que todo tenga que ser siempre perfecto.
ResponderEliminarPrometo intentar leer todas las entradas que llevo atrasadas en esta larga ausencia, que me hacen falta relatos como los tuyos.
Un abrazo enorme, y espero que todo vaya bien. Es más, mejor que bien. ;)
Resurges, y no concedo siquiera el plazo de resurgirás, porque desde el mismo momento en que sientes la caída ya tu inercia de rebelde entra en acción.
ResponderEliminarY el tiempo que entre por la ventana será testigo de ello.
Animo fren!!
a veces podemos olvidar nuestros ideales, olvidar en lo que creiamos, porque nos hicieron daño, o porque creimos que ya no merecia la pena. pero vuelve. nuestros pensamientos son parte de nosotros, la forma d ver el mundo. son epocas, y al final de ellas, reafirmas lo que creias.
ResponderEliminarno te preocupes, volveras a soñar, y por fin, los finales seran diferentes a los esperados
Acabo de dar con esto y la verdad es que esta entrada me enamoro por completo, es tierna, bella, preciosa, indescriptible ;)
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