9 de octubre de 2016

Ojos que brillan

Dices que nadie te mira como lo hacía él. Y tal vez tengas razón.

Lo sé porque yo viví también algo parecido. Una vez me miraron con ese destello, un brillo de ojos que podía dejarte ciego y que te arrancaba uno a uno los pétalos de la planta que crece en el estómago.

Siempre he creído que ese brillo fue la mayor de mis condenas y el peor de los pecados que no cometí, porque desde entonces siempre he caminado en su búsqueda, sin llegar a encontrarlo nunca. Si he de ser sincero, ni una sola de las personas que he conocido han sido capaces de emitir ese brillo al mirarme. Ni una sola. Ni tan siquiera parecido. Y he enloquecido creyendo que ese brillo que dejé escapar una vez sería el único brillo posible para alumbrar mi gastada y antigua oscuridad.

Con los años, uno deja de negar que tiende a la nostalgia, y la mía, que he ido modelando como moldea el alfarero el barro fresco, no tiene ninguna forma, pero brilla como una estrella encerrada en el bote de mi memoria, esperando ser liberada en algún firmamento. Y mientras tanto, me he ido llenando de tristeza a cada paso, creyendo que esta iba a ser, una vez más, una batalla perdida.

Y entonces te conocí.

Y tus ojos no brillaban.

Y no pasó nada, no hubo cristales rotos ni ruido de trenes chocando. Una extraña calma me llenó de paz y, aunque no fui consciente en ese momento, estaba brillando yo.

Alguien me dijo una vez que nadie brilla tanto como pensamos, que a veces es sólo nuestro reflejo en los ojos de la otra persona. Y tal vez tuviera razón. Tal vez ese haz de luz que buscaba era mi propio brillo. Mi pequeño big-bang.

Y hoy comprendo que eso es lo único importante. Clavar tu mirada en la mirada de alguien y de golpe brillar por dentro. Que se te ilumine la sonrisa, que el estómago se te voltee de golpe y te tiemblen las piernas.

Ya no necesito un bote con una luz en la memoria. Así que lo he roto. Y de la caída ha surgido una nueva luz que me acompaña cada día. Una pequeña certeza, un soplo de aire fresco.

Quizás, tu paz.

Quizás, mi paz.

The eye by LFJ

2 Comentarios:

  1. Siempre que paso por aquí disfruto leyendo y releyendo lo que escribes. Ese momento de la fuerza de una mirada; un segundo, una eternidad... Precioso, Te felicito Óscar.

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    1. Gracias María, un placer que pienses eso de lo que escribo.

      Abrazo fuerte!

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