La historia que les voy a contar tiene un principio -como todas -, pero aún no tiene un final.
Todo empezó, como tantas otras cosas, una tarde de domingo. No llovía, no hacía mucho calor, ni siquiera era un día especial, lo único que puedo decir es que un hombre caminaba derrotado por la acera encharcando el suelo con sus lágrimas. Cubría su cuerpo con una sucia gabardina beige que le llegaba hasta los talones, vestían sus manos unos guantes cortados de color negro, sobre su cabeza reposaba un sombrero que le daba un pequeño y sutil toque de elegancia. Caminaba cabeza gacha, ocultando su rostro, cubierto por retazos de una barba blanca mal afeitada de al menos un par de semanas atrás.
Introdujo una mano en el bolsillo y sacó un pañuelo blanco, se sonó estruendosamente y buscó el banco más alejado del parque para sentarse. Nadie pareció darse cuenta de su presencia, ni siquiera la pareja que se estaba besando apasionadamente en el mismo banco en que él acababa de sentarse.
Pasaron uno, dos, tres minutos y permaneció inmutable, dirigía y perdía la mirada hacia el infinito. Nada conseguía desviar su atención, ni las palomas, ni los niños corriendo a su alrededor, ni los ciclistas que cada poco tiempo pasaban pedaleando por delante de él.
No costaba darse cuenta de que deseaba pasar inadvertido. Sin embargo algo en mi interior me decía que debía conocer a aquel hombre, saber algo más de su historia, del porqué de su tristeza…
Avancé con paso firme y decidido. Me senté junto a él y carraspeé un par de veces, ni siquiera se inmutó, ignoró por completo mi presencia. Me mantuve en silencio unos minutos, pensando qué decir, meditando si marcharme por donde había venido. Cuando ya estaba dispuesto a irme puso una mano sobre mi hombro y me dijo:
-Sígame por favor –a continuación se puso en pie y comenzó a caminar con paso lento.
Le seguí, que otra cosa podía hacer sino. Caminamos en silencio durante quince o veinte minutos, cruzamos todo el parque siguiendo un camino de tierra hasta que de repente detuvo sus pasos junto a un sauce con un corazón tallado en el tronco, acarició con sus manos los trazos y se dio la vuelta, me miró a los ojos y dijo:
-¿Recuerdas? –de repente colocó sus manos sobre mis ojos y caí en un profundo sueño.
Aparecieron un par de adolescentes que se besaban, que se abrazaban, que se perseguían y reían, se pararon ante el sauce, el chico sacó una navaja y empezó a tallar el corazón, puso dos iniciales dentro, volvió a besarse con su pareja, volvieron a reír y abandonaron el lugar.
Abrí los ojos sudando, volvía a estar frente al sauce con el misterioso hombre a mi lado que me sonrió y empezó a caminar otra vez en otra dirección. Le seguí rápidamente, estaba asustado y sorprendido, aquel chico de mi visión era yo con unos cuantos años menos, la chica que me acompañaba era mi primer amor…
Tuve que apretar el paso pues el hombre caminaba deprisa. El césped y los árboles cubrían aquel lugar, las copas frondosas apenas dejaban ver el cielo. Avanzó hasta situarse entre dos árboles cuyas copas abrían un claro por el que se colaban los rayos del sol. Mi hizo una seña para que me acercara.
-¿Recuerdas? –volvió a poner la mano sobre mis ojos y volví a sumirme en un profundo sueño.
En esta ocasión estaba tumbado, con los brazos detrás de mi cabeza, mirando el cielo. Apoyaba su cabeza en mi pecho la misma chica de antes que también suspiraba. Creí escuchar como se juraban amor eterno.
Volví a despertarme otra vez y el hombre emprendió la marcha de nuevo. Esta vez salía del parque. Se detuvo junto a una hilera de coches aparcados…
Repitió nuevamente el ritual y tras su pregunta invitándome a recordar me encontré sumido otra vez en una nueva ilusión.
Esta vez estaba en la parte de atrás de un coche. En la parte delantera los dos chicos discutían acaloradamente, lloraban, después ella se bajó. La escena cambió de pronto, llovía mucho y un chico echaba cartas en un buzón parsimoniosamente, se estaba empapando pero nada parecía aturdirle, reconocí su mirada, era la misma que la del hombre de la gabardina, la misma que yo tenía…
Desperté y el hombre ya no estaba. Se había esfumado…
Estuve toda la noche pensando en lo que había pasado ¿un sueño?, ¿una ilusión fruto de la desesperanza? La verdad es que no hallé respuesta. De haber sido una noche como cualquier otra me habría dirigido a mi escritorio, habría sacado un folio y le habría escrito una carta a la chica que me abandonó hace ya 8 años, habría salido a cualquier hora de la noche a echarla al buzón, no habría puesto remite en el sobre…
De haber sido una noche cualquiera yo ahora no estaría escribiendo esta historia. Nada pesa más que un corazón vacío, es hora de olvidar y volver a llenarlo. A veces recordar ayuda a olvidar, es lo que me enseñó el misterioso hombre de la gabardina. Ese en el que me habría convertido en unos años, con la misma mirada triste y el mismo paso ausente.
Nota: Éste relato forma parte de mi participación como miembro de "El cuentacuentos". Se encuentra bajo una licencia © Creative Commons.
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19 de mayo de 2008
Principio del final
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Me encanta que vuelvas porque aunque no siempre te haya comentado siempre me sumergía en tus historias. Como esta noche...
ResponderEliminarEn primer lugar vi tu historia encima de un teatro, me parecía preciosa de ver, sin hablar pero mirando y observando que hacen lso personajes... es difícil, pero a veces funciona.
Luego con las "ilusiones" me he quedado tirada en la hierba con las manos bajo mi cabeza y mirando al cielo donde se estaban pasando todas estas imágemes.
Me gusta la historia, porque es sencilla, pero resulta muy bella porque está bien narrada y es muy visual.
1 besote y regresa pronto
Me ha gustado muchísimo porque aunque sencilla me parece realmente bonita. Tiene un poso de tristeza, pero el final está lleno de nuevas y renovadas esperanzas. Me encanta.
ResponderEliminarUna hermosa historia de esas q te hacen pensar y sentir.
ResponderEliminarNuestro paso por aquí es demasido corto así q no debemos hacer nada inutilmente. Aferrarse a una ilusión perdida nos hace perder nuevas ilusiones.
uno kisses
Bueno, mi pequeño-gran amigo.
ResponderEliminarQue me ha gustado mucho la historia, ya lo sabes, y aunque no tenga final (todos sabemos que todo tiene uno), estoy segura de que será feliz.
De todas formas, como ya te han dicho, es sencilla y se lee bien. Además bueno, creo que se puede ver a través de ella un poquito, y eso me gusta.
Un queso!
(digoooo, un beso!!!)
P.D. Te he dicho hoy que te quiero???
Hola canijo!!! ;)
ResponderEliminarApenas tengo tiempo de encender el pc, pero hoy tenía que hacerlo para responder a unos cuantos e-mails (que sabía que habría) y, como es de rigor, hacer una visita fugaz a la web del CuentaCuentos y ver lo que se cuece por allí...
Así que nada, a estas alturas de rollo ya sabrás que, al ver que habías publicado, no he podido dejar de venir (aunque esté escuchando gritos desde la cocina, en fin...) ;)
No sé si recordarás (pero decirlo te lo dije) cuál de tus historias es mi favoritisisisiiiiiiiisima de entre todas, ¿lo recuerdas? Ya me dirás... pero el caso es que esta se coloca en segundo lugar...
Los motivos me sobran y ni yo tengo tiempo de escribirlos todos ni tú ganas de leertelos -apuesto por ello- así que simplemente te diré (repetiré) que así es cómo escribía ese Oski al que yo no conocía y se me antojaba tan lejano; ese al que admiraba muy mucho y, cómo no podía ser de otro modo, ese hermanito mío canijo al que pase el tiempo que pase, no se le olvida la magia que sabe desprender...
Un besote bichejo!! ;)
Joer... me han salido tres!!!??? Bueno, ya tú borraras y esas cosas... :S
ResponderEliminarP.D. Las 2 últimas veces que te he dejado comentario la he cagado... ¡le por mí! :P
Francamente, un relato precioso. Me ha recordado a aquellos de los grandes, como el "Cuento de Navidad" de Dickens, pero con un nuevo toque, más cercano, más actual y, por ende, más cautivador para todos los que nos sentimos, al menos en parte, identificados con una historia como esta.
ResponderEliminarHas sabido captar, una vez más, esos sentimientos que a muchos se nos escapan, y los has vestido con los más suntuosos trajes: las palabras idóneas, justas y plenas de significado y sentimiento.
Un magnífico trabajo, como ya he dicho. Espero seguir pasándome por aquí más a menudo. Y comentando de vez en cuando.
Besos.
Muy bonito. Ahora en un momento muy de un profesor que tuve dire que creo que el viejo y el joven son las misma persona.
ResponderEliminar... estas historias cuando mejor salen, al escribir, se entiende, es cuando uno las ha vivido, cuando uno las ha sangrado.
ResponderEliminarTe envio un abrazo Oski
Es increíble, la verdad no me esperaba para nada que tratara sobre el "amor"...ha sido maravillosa. Te sigo leyendo. Eres grande!! Un saludo
ResponderEliminarhay el amor...el amor...
ResponderEliminarme parece increible la sabiduría que encierra el último párrafo..."Nada pesa más que un corazón vacío, es hora de olvidar y volver a llenarlo. A veces recordar ayuda a olvidar"
me refiero a la sabiduría para con uno mismo, porque aunque tus sentimientos se empeñen en no creerte, a veces la razón empujada por nuestro instinto a favor de la vida, lucha por ella, y este ultimo parrafo es propio d eun espiritu combatiente que sabe apreciar la vida en todo aquello que le sigue dando (que es todo menos ella) y No esta sabiedno apreciar. De ahí la conciencia d euno mismo deambulando tristemente con la mirada perdida...de la conciencia de uno mismo resurge el contraste de lo que se es, con lo que se quiere ser...y no hay nada más natural que aspirar a ser quien uno es
Solo queda seguir nadando...al final, los colores brillantes y la alegria volverán...solo se necesita tiempo y más vida (y quizá otro amor)
me gustan mucho los escritos que me hacen reflexionar, y no son muchos los que lo consiguen, porque me da pereza hacerlo (reflexionar).
no me hagas caso!
un saludo y hasta la proxima!
Oski for president! Como muy de vez en cuando entro por aqui a leer lo que escribes.
ResponderEliminarA ese corazón le vamos a llenar en cuanto pases los examenes con punteos de guitarra made in César Valencia y carreras extenuantes de por vias agropecuarias Boadillenses que te hagan sacar el toro bravo que tienes dentro...como antes de lo de la Marina,¿recuerda?
Un abrazo figura!
TOPITO
Vaya vaya todo lo que puede enseñar un hombre con gabardina...muy bueno también.
ResponderEliminarUn beso