Quizás si hubiera sabido aquello no me levantaba. Miré el cielo una y mil veces sin dar crédito a lo que veía, corrí hacia el telescopio que me regalaste y lo regulé, miré a través de él y se confirmaron mis sospechas, Miranda, la estrella a la que habíamos dado nombre ya no estaba, su luz se había apagado.
-Las estrellas viven por tiempo limitado –me dijiste la noche que nos conocimos. -Justo antes de apagarse brillan con más fuerza que nunca, aumentan su tamaño varias veces hasta que sin más, explotan y mueren definitivamente.
Yo no podía dejar de oler tu pelo mientras me contabas aquello, seguro que en más de una ocasión se me cayó la baba, pero si te diste cuenta, no me lo hiciste notar.
Adoraba tus explicaciones, las esperaba con impaciencia cada día e incluso, cuando llegaba a casa, las anotaba en un cuaderno para no olvidarme. Estaba enamorado de ti como un quinceañero pero nunca encontraba el momento para declararme.
En el grupo todos lo sabían, puede que incluso tú lo supieras, pero nunca fui capaz de encontrar el valor suficiente para decírtelo. Y así, cada noche de verano, mientras todos estábamos tumbados en el césped mirando las estrellas, tú buscabas mi compañía, te gustaba hablarme de tus sueños e inquietudes, de tus fantasías y, en ocasiones, parecía que todo a nuestro alrededor se esfumaba y sólo estábamos tú y yo sobre la hierba.
Recuerdo el día que me besaste, me pilló totalmente por sorpresa, fue un sábado de agosto, aquella noche los astros brillaban más que nunca. Horas antes comentaste al grupo que iba a haber una lluvia de estrellas, así que todos quedamos como cada noche en el parque de siempre. Volviste a tumbarte cerca de mí y me dijiste:
-Cuando empiece tienes que cerrar los ojos, pedir un deseo y desearlo con fuerza, cuando todo termine tu deseo se cumplirá. –Recuerdo que sonreíste tímidamente y me pregunté si estarías pensando lo mismo que yo.
Y siguiendo tus instrucciones, cuando vi aparecer la primera estrella fugaz cerré los ojos y, para mis adentros, pedí con fuerza que me besaras. Cuando todo terminó, tus labios estaban junto a los míos y en ese momento las horas no existían, no importaba el calendario. Aquel beso no duró más de tres minutos, sin embargo me pareció toda una eternidad y, sin darnos cuenta, empezamos a salir.
Fuiste un rayo de luz en mi vida, una inyección de esperanza. Cada noche dábamos un paseo y acabábamos viendo juntos las estrellas. Había una que nos encantaba especialmente, tenía un brillo diferente a las demás y decías que verla te alegraba tanto como verme a mi.
-Sería genial poder ponerle nombre a una estrella, ¿no crees?, si yo pudiera elegir un nombre sería Miranda sin duda –y me besaste.
Recuerdo como si fuera ayer tu cara cuando te enseñé aquel mapa de estrellas, lo desdoblaste con mucho cuidado y te fijaste en que justo en el centro había una marcada, acercaste la vista con curiosidad y te sorprendiste cuando leíste su nombre. Yo había comprado aquella estrella para ti y le había dado el nombre que tanto te gustaba.
Así que cada día, Miranda, era testigo mudo de nuestras vidas, nos observaba pasear abrazados y estoy seguro de que cada día alumbraba un poquito más.
Y pasó el tiempo, mucho tiempo y, sin avisar de pronto enfermaste, empezaste a marchitarte como una rosa, pero a mi me seguías pareciendo igual de bella. Pronto no pudiste salir de casa y tu vida quedó reducida al blanco de tus sábanas. Los médicos que te trataban nunca supieron lo que te pasaba, te hicieron pruebas de todo tipo, pero cada vez estabas peor y ya no dejaron hueco a la esperanza. No pasarías de esa noche.
Recuerdo nuestra última cita, les dijiste a todos que se marcharan, querías estar a solas conmigo, me pediste que te sacara al balcón, estabas muy débil, te senté en una silla y te abracé, buscaste con la mirada nuestra estrella y te quedaste observándola, después me sonreíste y tu luz se apagó para siempre. Nunca te gustó verme llorar pero no pude evitar que brotaran las lágrimas en mis ojos, te di un beso en la frente y me quedé abrazado a ti hasta que amaneció.
Después de tu funeral ya nada volvió a ser como siempre. Habías dejado un vacío, un hueco en mi vida, sólo me consolaba observar a Miranda, que brillaba cada noche más.
Y así, tal como te fuiste tú, nuestra estrella dejó de brillar esta noche y, aunque las dos os hayáis marchado estoy seguro de que seguís brillando en algún lugar, yo siento ese brillo dentro de mi, justo a la izquierda de mi pecho, latiendo acompasadamente y dándome todos esos besos que el tiempo nos robó.
NOTA: Este relato forma parte de mi participación como miembro de "El cuentacuentos". Se encuentra bajo una licencia Creative Commons ©.
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9 de septiembre de 2008
Mi estrella...
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Has logrado que llore de tristeza por lo hermoso de tu relato. El último párrafo es apoteósico. Me rindo ante tí.
ResponderEliminarQue las estrellas sigan apagandose si podemos seguir disfrutando de su luz a través de tí.
ResponderEliminarMe ha encantado.
¿Conoces esa sensación tan extraña que se produce justo un segundo antes de que te de un escalofrío? Pues eso es lo que me ha pasado mientras leía tu relato.
ResponderEliminarSobra decir que me ha encantado.
Un saludo.
Tengo una pistola virtual apuntando mi cabeza, y pienso fingir que escribo este comentario porque nadie me obliga (ejeemm...ejemmm..no miro a nadie...)
ResponderEliminarPues nada, decir que me ha gustado el relato, y si no me hubiese gustado también diría que me ha gustado porque entonces la pistola se dispara..pero al grano...que me ha gustado. Y que me alegra que yo sea la que le haya llevado la inspiración juas juas juas...
Qué sería de tí sin mi...
Un besito enano..
P.D. No me mates, sabes que lo hago desde el cariño xD
Muy bonito :)
ResponderEliminarQue equivocado están los científicos pensando en explicar todo con la lógica de la ciencia.
ResponderEliminarEn tu relato los conceptos de espacio,tiempo,distancia,luz,sentido,muerte y vida quedan establecen a traves de las palabras la ecuación perfecta cuyo resultado es el amor.
Bueno el resultado es una bellísima historia killo!! :)
Un abrazo genio
Qué precioso relato. Logró emocionarme al tiempo que escuchaba una de las canciones de Whitney Houston que tanto me gustan. El amor verdadero no entiende de fronteras ni de distancias.
ResponderEliminarMe alegro de haber pasado por aquí :)
Saluditos.
Te iba a escribir un pedazo de párrafo sobre lo que me había parecido tu relato y creo que lo voy a resumir todo en un palabra: Increible.
ResponderEliminarMe da ya hasta miedo meterme en tu blog jaja, cada día me gustan más tus textos.
Un beso.
Estoy llorando como una boba... pero no te creas que son cuatro lagrimillas, eh... nada que ver con eso. Lo mio sí que son lluvias torrenciales y no lo que sacan por el telediario.
ResponderEliminarNo te voy a decir nada más que un par de cosas:
La primera, que tu relato me ha hecho acordarme de uno que yo escribí hace mucho tiempo y que a pesar de que su calidad es infinitas veces inferior a la de este, no sé... a mí se me ha dibujado una sonrisa (entre tanto lagrimón) al recordar que lo había escrito. Te pongo un link por si quieres... ya sabes... ;) Cuando mirábamos las estrellas.
La segunda, que POR FAVOR, te hagas con "Un paseo para recordar" y la veas. Sabiendo que es una de mis películas favoritas y tras verla, sabrás lo que opino de este relato...
Un besote enorme, canijo!!!
Jo, no sé que tienes con las historias de amor y abandono, pero las bordas.
ResponderEliminarUn abrazo,
Pedro.
Ay!
ResponderEliminarasí me has dejado, encojida, que no sé que decirte, más que se puede sentir cada palabra que escribes aquí, que se puede ver la escena, que parece que está aquí mismo, real, siendo a mi lado...
1 besazo.
Amigo, las estrellas no mueren , solo desaparecen. Y en los que aún soñamos, siguen vivas, estrellas, damas solitarias y parques, miradores o conciertos. Muy triste, pero muy bonito saber que para leer una bella historia cada noche solo te tengo a un click de distancia.
ResponderEliminarUn beso
Siempre consigues que me quede boquiabierta con lo que escribes. Te felicito por este cuento. Triste, sí, pero precioso.
ResponderEliminarCasualidades de la vida, "Cumplir un año menos" es mi canción favorita del disco... No sé, la escuché y me enamoré de su letra, de su melodía, de su mensaje. Va dedicada a una víctima del terrorismo, pero creo que cada uno la puede ajustar a sus circunstancias.
Un beso.
Precioso. Tu blog es un lugar lleno de sorpresas!
ResponderEliminarEso mismo pensé yo... ¿por qué no invierten esa cantidad de dinero en algo IMPORTANTE como lo que has dicho? Pero tranquilo, que ya se han inventado 1000 y una excusas para rebatirte ese argumento y hablarte sobre los graaaandes logros que conseguirán con este experimento.
ResponderEliminarYo todavía no he leído ni uno.
cuanto tiempo sin pasar... auque a veces paso y no te dejo ni firmas ni nada,:) solo me gusta leerte, tienes un estilo increible...
ResponderEliminary que decirte las historias con finales asi me gustan especialmente... esos finales que sorprenden, que duelen, que emocionan... no se... lo plasmas todo...
un besito, espero k este bien!!