Ya no recuerdo cual fue mi primer relato, supongo que
por aquel entonces tendría ocho o nueve años y fantaseaba más que
vivía. Lo escribí a escondidas con una caligrafía muy mal cuidada
y cuando lo terminé sentí un cosquilleo de satisfacción en el
estómago.
En esos días
yo escuchaba las historias que mi abuelo contaba junto al fuego con
una atención desmedida, recuerdo que me sentía el protagonista e
imaginaba todas y cada una de las situaciones. Yo no era el único.
Acudían a escucharlo cada noche decenas de personas, muchas de las
cuales venían de fuera, sus caras durante los relatos eran
auténticos mapas; gestos de sorpresa, terror, alegría y tristeza
afloraban durante las narraciones y se repetían espectador tras
espectador. El silencio se hacía cuando empezaba a narrar y no se
rompía hasta que terminaba.
Mi abuelo
era muy meticuloso cuando escribía, no dejaba que nadie más
estuviera en la misma habitación y guardaba con celo todos y cada
uno de sus cuadernos. La única persona a la que permitía quedarse
era yo, y me pasaba las horas viendo como se concentraba sobre el
papel y movía la pluma arriba y abajo con el inconfundible sonido de
rasgueo que aún hoy cuando lo recuerdo me sigue devolviendo la paz.
Cuando terminaba me miraba por encima de las gafas que se le habían
resbalado hasta la nariz y me sonreía afablemente. Ese era el signo
inconfundible de que aquella noche nos regalaría una buena y nueva
historia.
Crecí junto
a esa hoguera escuchando relatos y escribiendo en secreto
continuaciones a lo que allí se contaba. Buscaba finales para sus
personajes y creaba nuevas historias a su vez. Me gustaba imaginar
que estaban vivos y que yo podía darles una vida sobre el papel, por
ejemplo, si contaba la historia de un soldado que perdió su espada y
que se pasaba una vida buscándola, yo escribía la historia de esa
espada y de las manos por las que estaba pasando, lo cual abría a su
vez infinitas posibilidades.
Cuando
cumplió noventa años mi abuelo se puso enfermo y sus historias se
terminaron. No hubo nunca más una hoguera y dejó de escribir. Fue
en ese momento cuando decidí leerle sentado junto a su camastro y a
la luz de una vela las historias que llevaba escritas durante todos
esos años. Nunca se me olvidará su cara y su sonrisa amable, la
lágrima que le resbaló por la mejilla. Pude ver en su rostro los
mismos gestos y reacciones que él conseguía despertar en la gente
que acudía a escucharlo. Sus ojos me miraron con orgullo y yo me
sentí lleno de vida.
Desde ese
día la escritura ya nunca me abandonó y yo tampoco quise
abandonarla. Se lo debía a mi abuelo y me lo debía a mi mismo.
Recuerdo que
mi abuelo contó una vez la historia de un náufrago que escribía
mensajes y los introducía en botellas para después lanzarlos al
mar, con la esperanza de que esa botella llegase a alguien y
acudieran a rescatarlo. Cuando era niño yo continué esa historia
imaginando que la botella llegaba a otro naúfrago, en otra isla, y
respondía con otra botella que conseguía llegar al náufrago
original estableciendo así una especie de correspondencia por
botellas.
Supongo que
ese relato se ha hecho realidad. Yo ahora lanzo botellas al mar cada
noche. Introduzco las historias que he escrito todos estos años y
apunto mi dirección junto a la firma, con la esperanza de que quién
las encuentre me responda. Han pasado meses y no he faltado ni una
sola noche a mi cita, enrollo la hoja escrita, la dejo caer por el
cuello de la botella, pongo un tapón de corcho y la lanzo con todas
mis fuerzas desde el rompeolas, después me quedo mirando como se
aleja flotando con el suave vaivén de las olas.
Un año
después alguien deslizó la primera carta por debajo de la puerta...
NOTA: Este
relato surge de la siguiente idea propuesta por Ely a la que
aprovecho para dar las gracias: “Imagina un mundo sin
electricidad, imagina por tanto que no pudieras contactar con tantos
seguidores , que no existieran nuevas tecnologías. Ahora imagina
llegar con Utopía a todos los que te queremos sin ni siquiera
habernos visto una sola vez... ¿Difícil , pero no imposible?”
Se lanzan botellas otros van recogiéndolas y a su vez las lanzan y así sucesivamente.
ResponderEliminarComo las mismas historias narradas y escritas que viajan en las botellas.
Un relato muy tierno, Oski, como siempre, muy bien estructurado y escrito.
Abrazo
La dificultad está para superarla!.Qué sería de nosotros si todo fuera fácil?. Me encanta el relato. Un abrazo.
ResponderEliminarMe he emocionado con tu entrada Oski, es muy sentida y sensible...Tu relación con tu abuelo debió ser especial y preciosa, de esas relaciones se aprende tanto...
ResponderEliminarGracias por emocionarme.
Un abrazo
No hay relato más bello que el que nace de otro. Qué maravillosa inspiración para alguien la de su abuelo escribiendo y leyendo para él.
ResponderEliminarUn abrazo, Óscar y a seguir escribiendo relatos, o lo que te apetezca.
Preciosa entrada, conmovedora. Inspiradora.
ResponderEliminarSupongo que escribir siempre es como lanzar un mensaje en una botella, esperando que llegue a alguien, que sirva de algo..
Beso!
Todo lo que se escribe, llega a alguien, siempre hay alguien que se siente identificado, porque aunque diferentes, somos muy parecidos en determinadas cosas los humanos, los sentimientos, las reacciones, en fin...
ResponderEliminarA mi me parece maravillosa la manera en la que desgranas los textos, por eso siempre es paso obligado para mi tu blog, porque aprendo y me hace sentir. Un abrazo
Un relato muy tierno Oski,es bonito que sigas la trayectoria de tu abuelo al que se ve que quisiste mucho y fué alguién muy especial de tu infancia.Lo de la botella es bonito echarla al agua para que otra persona la lea, supongo que es una opción para comunicarse sin tecnologia,otra las palomas,aunque me gusta más la botella.
ResponderEliminarBesines amigo
Me hiciste recordar cuál fue mi primer texto en el blog o.O"?!
ResponderEliminarAl fin... nuevo post!!! ^^ Ha de sentirse muy orgulloso de ti y desde el cielo ha de escuchar cuando murmuras al mismo tiempo que escribes tus propios relatos... (esa parte si era tuya, no?)... Tierna la historia!
Bueno, por tus maravillosos e inspiradores comentarios en el blog... te dejo una "sorpresa azul" Se te agradece!!!
Suples cualquier falta de energía con la materia que no se destruye con el paso del tiempo y transforma la nada en magia: Las palabras.
ResponderEliminarEntrañable el momento de la escritura sobre el cuaderno,la firmeza de sus manos desafiando al tiempo y creando eternidad.
Llegas, de la forma mas bella, llegas a todos.
Un abrazo camarada!!
Tan sólo soy capaz de expresarte mi agradecimiento más profundo. Impresionante como has solapado la relación más tierna y tu forma magistral y única de llegar a la gente.
ResponderEliminarUn abrazo tan inmenso como ese océano por el que circulan tus botellas.
La pasión de contar siempre ha existido y siempre existirá, somos animales sociales y necesitamos a los demás, son nuestro espejo, y saber que reaccionan de forma parecida pero distinta a los mismos hechos es un descubrimiento muy alentador. Un blog también es lanzar botellas con mapas dentro, esperando que alguna llegue al sitio adecuado.
ResponderEliminarUn saludo :)
Se de buena tinta que varios de tus relatos han salido de botellas ;)
ResponderEliminarDe todas formas va en serio. Si alguna vez nos quedamos sin electricidad, asegúrate de que nos llegan tus relatos por el canal que sea.
Un abrazo!
Simplemente genial! Besos
ResponderEliminarlos mensajes acaban llegando... sea como sea...
ResponderEliminarInteresante. Me ha gustado mucho la complicidad y los gestos que se palpan entre las dos generaciones (abuelo y nieto). Esa ternura hace ver que al final no importa que tus escritos lleguen a tres o a cien mil personas, lo importante es la reacción de la persona que lo escucha.
ResponderEliminarCuídate.
Me pregunto si este relato tendrá algo de verdad con lo del abuelo. Molaría que fuera así :) Aun así es bonito y el mundo literario ¡es genial!
ResponderEliminarTe quedó muy chulo :)
Un saludito :)
Todos las personas que contamos una historia de la forma qué sea, escribiendo, cantando, bailando, pintando; lanzamos una botella con un mensaje y esperamos que alguien recoja ese bote de cristal y lo devuelva con otro mensaje.
ResponderEliminarEsa es la magia de las artes y los artistas.
Un beso enorem batatijo!
No te equivocas demasiado en tu opinión sobre 'Abre paréntesis...' digamos que casi, casi, acertaste :)
ResponderEliminarPuede que mo sea una manera de comunicarse muy fiable, ni rápida ni actual, pero esta claro que es hermosa si se hiciera. Yo pienso que lo moderno y el avance esta bien, mientras q no haga q desaparezca lo menos habitual y antiguo como puede ser la correspondecia por carta.
ResponderEliminarY sobre la historia solo puedo decir que una vez mas me pusiste los pelos de punta y me trasladaste al mundo de ese joven soñador.
Un besazo masoquista