Hay
un cuaderno en blanco sobre la mesa y me gustaría escribirlo
contigo. Hablar por ejemplo de lo que hemos vivido, de las horas que
a tu lado vuelan. De las noches que no encuentran tregua. Hablar por
ejemplo del verano que no acaba de llegar pero que nos hace sudar la
gota gorda, de las cuestas que tiene esta ciudad, que no es mía ni
tuya, pero que nos acoge como si lo fuera.
Quiero
que cuando abras ese cuaderno se desvanezcan los ectoplasmas que
antaño te hicieron sufrir, que dejes de lado las derrotas y veas el
futuro con la esperanza que merece. Que cuando te asomes al balcón
de sus páginas, aunque no estemos juntos, seas capaz de ver la misma
luna que veo yo.
Supongo
que el tiempo pasa deprisa y crecemos tanto y tan profundamente que
no nos da tiempo a hacer repaso, que las brújulas pierden el norte y
se desorientan hasta las golondrinas de las que alguna vez habló
Bécquer. Jamás estar perdido fue tan bello. Quizás el cuaderno que
tenemos por llenar simbolice eso, la pérdida y la ganancia. El
olvido que una vez llenó nuestra memoria.
Tal
vez, cuando pases las hojas puedas recordar esos versos que leíamos
en las paredes y los muros, expuestos al sol, desnudos, dispuestos a
preñar los corazones de poesía. Consiguiendo detener un segundo a
cualquier habitante, invitándole a pensar, que no es poco, aunque
quizás tampoco sea mucho. Soñar lo hermoso que sería encontrar una
ciudad plagada de grafiteros pintores de suspiros.
Ese
cuaderno también será una pastilla para disfrutar del vértigo y no
sufrirlo, la certeza de que nunca nos acostaremos sin haber aprendido
algo nuevo, sin haber avanzado un paso. El recordatorio de que quedan
sabores por probar, la certeza de que podemos hacerlo juntos. El
maremoto que sacude océanos y el terremoto que hace temblar mundos,
que derriba casas en ruinas y nos permite construir futuros.
Esas
páginas por llenar encerrarán mis sueños de escritor y también
los tuyos. Serán el relato de los días que leeremos después alguna
noche, cuando estemos solos y el mundo parezca no tener sentido.
Veo
ese cuaderno sobre la mesa y pienso que jamás las ganas de empezar a
escribir fueron tan grandes, sobre todo si es contigo. Si compartimos
letras. Si en el trazo de grafías nos fundimos y pasamos a ser uno.
Fotografía: Pintada en un muro en una calle de Jaén, realizado por el movimiento Acción Poética.
Cuando se va escribiendo la vida a dúo, pero con un solo palpitar creo que puede resultar la mejor melodía.
ResponderEliminarSaludos Oski
A veces es bueno escribir, un día cuando lo leemos nos damos cuenta de que habíamos olvidado los pequeños detalles, y es bueno recordarlos.
ResponderEliminarBesoss
Me han entrado ganas de comprarme un cuaderno y buscar a alguien con quien escribirlo...
ResponderEliminarA la vida se le puede sacar mayor jugo cuando escribimos porque con la escritura nuestras alas crecen, y si esa libertad es además compartida, que duda cabe de que la vida merece la pena, pase lo que pase...
ResponderEliminarUn abrazo Oski, bonita entrada.
Los ectoplasmas pasados son dañinos.. quizás demasiados.
ResponderEliminarCreo que ha sido de las cosas más bonitas que he leído tuyas. Increíble.
Felicidades, y feliz vuelta al norte.
¡Salud!!
Otro bello relato en la línea de una prosa quasi poética y plagada de un cierto aire de melancolía y amor.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me ha encantado no, lo siguiente. Y lo hace porque este texto respira ganas de lanzarse, de volar, de compartir, de seguir creciendo, de VIVIR..y eso a mi siempre me parecerá fascinante ;)
ResponderEliminarHay que perderse, dejarse ir... y que se vayan llenando las páginas en blanco :)
ResponderEliminarVerdaderamente hermoso tu escrito Oski,es maravilloso escribir un cuaderno compartido pero con un solo latir de corazones,me encanto por lo que significan esas palabras.Un placer pasar por tus letras amigo,besitos y feliz finde
ResponderEliminarCreo que lo más bonito que le pueden regalar a un escritor es un cuaderno con infinitas hojas en blanco para poder rellenarlo más que a solas, con alguien durante mucho tiempo.
ResponderEliminarMe encanta cómo lo has relatado y sobre todo eso de los versos desnudos puestos en paredes que no sólo dejan a las ciudades más bonitas, si no que, como dices, da para pensar a aquellos viandantes que se detengan curiosos.
Un abrazo.
La combinación del texto y la fotografía es simplemente perfecta.
ResponderEliminarUn abrazo!
Pues a llenar cuadernos, que es como se enamora uno de las musas, y como ellas se quedan a tu lado.
ResponderEliminarCuídate.
Me hiciste pensar... Los cuadernos cuando son nuevos tienen un atractivo muy especial, luego, cuando ya están por la mitad, queremos estrenar otro.
ResponderEliminarYa sé, lo mío es un poco pesimista.
Un abrazo.
HD
"Soñar lo hermoso que sería encontrar una ciudad plagada de grafiteros pintores de suspiros".
ResponderEliminarCreo que he encontrado al grafitero pintor. En sus ratos libres explota chinos en un almacén ;)
Qué bonito es tener un libro con sus hojas en blanco para poder empezar una historia de cero, poder soñar y vivir presentes y construir futuros.
Abrazos patunos!
Todo tu corazón y tu alma están en este relato y en ese cuaderno en blanco, escrito con el corazón y subrayando en negrita toda la pasión que encierra cada uno de sus párrafos.
ResponderEliminarEspero que ese corazón que pasa las hojas a tu lado esté a la altura y valore cada una de tus palabras como lo que son, un trocito de tu alma que le regalas y nos regalas a todos a través de tus relatos.
Un besazo enorme, como siempre, un placer.
Yo leo estas cosas y me enamoro, me enamoro de la escritura, de los sentimientos, de la belleza, y pienso que al fin y al cabo la vida también es maravillosa, y que a veces las cosas salen bien. Me quedo este párrafo para tatuármelo unas cuantas noches en la mente, me encanta demasiado: Supongo que el tiempo pasa deprisa y crecemos tanto y tan profundamente que no nos da tiempo a hacer repaso, que las brújulas pierden el norte y se desorientan hasta las golondrinas de las que alguna vez habló Bécquer.
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