Y explotó. Explotó sin más. No
hubo “boom” audible, ni sirenas de policía, ni carreras apresuradas para
ponerse a salvo, ni siquiera señales que anticiparan lo que se venía encima.
Explotó y aún así el mundo siguió girando. Un hombre se hacía añicos en el vagón
en que viajaba, como un vaso de cristal que estallara sin más. Nadie se paró a
ayudar. A nadie afectó. Nadie escribiría más tarde sobre ello. Nadie soy yo.
La pantalla del móvil se quebró al contactar contra el suelo, aunque en un intento por mantenerse en las ondas vibró unos segundos antes de apagarse para siempre. Una mano lo acababa de soltar y la persona a la que pertenecía aquella mano estaba blanco como la leche, como si acabara de ver un fantasma. No se agachó a recogerlo y clavó su mirada en el infinito mientras el tren iniciaba la frenada para efectuar una de sus paradas:
Sonó la música.
La pantalla del móvil se quebró al contactar contra el suelo, aunque en un intento por mantenerse en las ondas vibró unos segundos antes de apagarse para siempre. Una mano lo acababa de soltar y la persona a la que pertenecía aquella mano estaba blanco como la leche, como si acabara de ver un fantasma. No se agachó a recogerlo y clavó su mirada en el infinito mientras el tren iniciaba la frenada para efectuar una de sus paradas:
Sonó la música.
-”Próxima estación”.
-”Callao”.
Se bajó del vagón. Buscó el primer banco y se sentó a esperar. Nadie reparó en su mirada. Nadie cronometró las horas que estuvo allí sentado, mirando al andén sin más, sin alterar su gesto absorto. Mucha gente pasó por delante del banco pero no parecían notar su presencia. Sus ojos no se movían, sólo lo justo para parpadear. Al cabo del tiempo, sin otra explicación y aprovechando que un tren acababa de entrar en la estación se subió. Durante varias horas estuvo viajando de línea en línea, trasbordando aquí y allá, como un alma en pena, repitiendo el ritual que había comenzado en Callao. Moncloa, Sol, Atocha, Banco de España y Gran Vía fueron las estaciones que lo vieron sentarse por última vez. Después desapareció para siempre y nunca más se supo de aquel hombre.
Se bajó del vagón. Buscó el primer banco y se sentó a esperar. Nadie reparó en su mirada. Nadie cronometró las horas que estuvo allí sentado, mirando al andén sin más, sin alterar su gesto absorto. Mucha gente pasó por delante del banco pero no parecían notar su presencia. Sus ojos no se movían, sólo lo justo para parpadear. Al cabo del tiempo, sin otra explicación y aprovechando que un tren acababa de entrar en la estación se subió. Durante varias horas estuvo viajando de línea en línea, trasbordando aquí y allá, como un alma en pena, repitiendo el ritual que había comenzado en Callao. Moncloa, Sol, Atocha, Banco de España y Gran Vía fueron las estaciones que lo vieron sentarse por última vez. Después desapareció para siempre y nunca más se supo de aquel hombre.
Conocí su historia en la primera
estación, yo estaba sentando junto al andén, con la mirada perdida y de pronto,
cuando uno de los trenes que efectuaban parada se marchó, apareció justo
enfrente de mi, clavando su pupila en mi pupila sin mover un sólo músculo de su
cara. Era extraño porque aquel hombre parecía estar leyéndome por dentro, pero
lo que más me impactó fue que yo también estaba leyendo dentro de él. Supe sin
más que había perdido a un amor y que desde entonces andaba perdido, supe que
no era feliz, que trataba de buscarse desde hacía mucho tiempo y que su
búsqueda había sido en balde. Supe ver la desesperación. Supe ver, sin más.
Sin darme cuenta estaba siguiéndolo estación tras estación. Mirada contra mirada siempre enfrente el uno del otro, siempre en silencio, siempre leyéndonos, como libros abiertos. Me explicó el porqué de su caminar sin rumbo, el porqué el pararse en todas aquellas estaciones. Y la respuesta era simple. Felicidad pasada, bellos recuerdos, dulce melancolía. Resulta que tiempo atrás, todas aquellas estaciones lo habían visto esperar con una sonrisa. Aquellas estaciones habían sido testigo mudo de un amor que nacía y florecía como un jardín. En aquellas estaciones había amado, había esperado impaciente la llegada de una mujer que por aquel entonces llenaba todo su mundo. Pero un día sin más, las cosas se torcieron y ahora se odiaba a sí mismo por haberla colocado en cabeza de todo su mundo, por haberla puesto por delante de todo, por haber amado sin condición. Lo consideraba una traición a sí mismo, un auto apuñalamiento, una auténtica estupidez.
Creo que leyó en mis ojos que yo
no consideraba que amar fuera estúpido. Que cuando se hace se debe hacer de
verdad y fue entonces cuando supo leer dentro de mi todo lo que me atormentaba
y todo lo que de un tiempo a esta parte me había estado torturado por dentro.
-¿Entonces por qué te odias a ti mismo? -escuché que preguntaba en mi cabeza. -¿Por qué te auto impones el dolor? ¿Por qué castigas tu mente una y otra vez?
-Touché -fue lo único que acerté a responder.
Y por primera y única vez, vi la sonrisa, aunque leve, de aquel hombre.
Seguimos leyéndonos un rato más, navegando y naufragando en nuestras penas. Hasta que llegados a un punto creí escucharle decir:
-Te enseñaré como se hace. Te enseñaré a reconstruirte. Esta es nuestra última parada. Te enseñaré a vivir de nuevo.
Y unos instantes después, explotó.
Al principio quedé aturdido, atónito. Busqué en el resto de viajeros alguna expresión o gesto que indicasen el mismo pánico que yo estaba sintiendo en esos momentos. Pero nada, todo seguía igual que siempre, nada había cambiado. Aquella historia parecía haber existido sólo en mi cabeza...
Regresé a casa. Triste, solitario, cabizbajo. Pensando que había tocado fondo y entonces, justo antes de entrar mi portal lo vi de nuevo, en la otra acera, de la mano de una mujer, sonriendo, con la mirada viva, alegre, con ganas de vivir de nuevo.
Me quedé mirándolo y él clavó su mirada en la mía también. Parecimos leernos de nuevo:
- Te lo dije. Te dije que te enseñaría como se hacía.
-
Explotaste...yo lo vi, no me lo inventé, explotaste.
- Sí, exploté. Pero también
explotó todo al principio, en un inmenso Big-Bang y de ahí surgió eso que ahora
llamas universo y eso que ahora llamas mundo...
- ¿Estás diciendo que hay que explotar para renacer?
- Es
menos doloroso que arder...
Pasó un autobús justó en ese
momento y cuando su estela desapareció ya no había nadie al otro lado de la
calle.
A nadie importó, nadie escribiría
nunca esta historia, nadie nació de nuevo, nadie aprendió a vivir. Nadie. Nadie
era yo.
Imagen:"Explosion" by Eredel
Increible. No sabes lo identificada que me siento. Sabes llevo ardiendo meses...gracias!!! Ahora ya se que lo que tengo que hacer de una vez es explotar. Un abrazo fuerte.
ResponderEliminarHola Conchy, no sé si es la mejor solución, ten en cuenta que sólo es un relato que surge en un momento dado. No obstante, ojalá puedas dejar de arder pronto.
EliminarUn abrazo grande.
¡Un relato buenísimo! Ficción y realidad fundidas hasta ser imposible distinguirlas.
ResponderEliminarY un regalazo muy acertado:
"- ¿Estás diciendo que hay que explotar para renacer?
- Es menos doloroso que arder..."
Un abrazo!
Hola Mónica, muchas gracias por tus palabras y por leerme. Era uno de los objetivos mezclar realidad y ficción hasta que no se supiera bien cuál era una y cuál era otra.
EliminarUn abrazo.
Ningún momento mejor para hacerlo que ahora. Año nuevo, vida nueva; o eso dicen = )
ResponderEliminarFelices fiestas y un abrazo!
Eso dicen, aunque algunos seguimos igual de decadentes año tras año jajaja.
EliminarUn abrazote.
Esto es arte en estado puro, pero no uno cualquiera, sino de ese que solo sale del fondo de un corazón inmenso y es escrito por un juntaletras que es mucho más que eso, y lo es no porque yo lo escriba, sino por cada pelo de punta que me ha puesto leyendo cada uno de sus textos, y especialmente de este.
ResponderEliminar¿Sabes qué?
Yo también soy de la opinión que la única forma de reconstruirse uno mismo, es rompiendose del todo, estallando de la manera más brutal que sintamos.. para poder así dejar todos los restos que no queramos fuera y con los que queden dentro poder empezar a darle la forma que sintamos que queremos que tengan ;)
Me halagan tus palabras pero tampoco me tomes muy en serio, sólo soy un juntaletras ;-)
EliminarCreo que sí, que a veces es mejor el borrón y cuenta nueva que tratar de arreglar lo inarreglable.
Un beso
Ojalá estalles algún día. Te enseñaron como se hacía.
ResponderEliminarUna obra maestra. Cada vez escribes mejor, Oski.
Un abrazo
Gracias Drywater, viniendo de alguien que escribe como tú es un halago grande.
EliminarAbrazos
Bueno y ahora que acabo de leer tu entrada necesito un tiempo para recapacitar, tal vez explotar ¿no?...Me encanta, es muy propicio para empezar el año y para empezar de cero...
ResponderEliminarUn beso Oski y gracias por este texto es todo un regalo.
Gracias a ti por estar siempre ahí, me alegra que por una vez cambien las tornas y sea yo el que te deja pensando jajaja.
EliminarUn beso.
No se que forma es menos dolorosa. Yo siempre digo que el tiempo lo cura todo, o lo borra parcialmente, o le añade un tachón a aquello que nos duele.
ResponderEliminarFeliz año nuevo Oski!
En realidad yo tampoco sé muy bien que es lo mejor, si arder, si explotar. Creo que a veces, cuando todo está muy deteriorado y los intentos de arreglo no funcionan, es mejor empezar de cero.
EliminarUn beso, ¡feliz año!
Una entrada que da que pensar, pero por lo buena que es. Te hace reflexionar y una vez cloncluyes su lectura empiezas a pensar cuanto hay de cierto en que es necesario explotar y regenerarse para empezar de nuevo; para partir de cero...
ResponderEliminarMis felicitaciones. Me he gustado, y mucho.
Te deseo un feliz año. ¿Puedo llamarte... amigo Oski?
Un fuerte abrazo.
Gracias por venir a leer y por tus palabras. Si te hizo pensar cumplió su objetivo.
EliminarFeliz año, por supuesto puedes llamarme amigo.
Un abrazo
Un relato ingenioso que habla del dolor, del autocastigo y de renacer.
ResponderEliminarHay que amar con intensidad, pero no con posesión. El amor igual que viene se va. Porque el amor no se nutre del aire ni de los deseos, necesita mucha dedicación y a veces creemos que amar sobre todas las cosas basta.
Hay que pasar el duelo cuando nos dejan, y luego renacer y volver a estar disponible para amar. No hay otra.
Un beso, Oski, y que en 2014 se cumpla alguno de tus sueños.
Diste en el clavo con los temas :-)
EliminarPor supuesto, el amor no es posesión, el amor es compartir. No basta amar mucho, hay que amar bien y mejor cada día.
No tiene sentido maltratarse durante años porque nos dejaron, hay que ver la luz que hay mucho amor para dar y recibir :-) (suena mal pero no lleva esa intención jeje)
Un beso, feliz año
Hola Oski, creo que nunca te he comentado en el blog, pero te leo muchas veces y me gusta mucho lo que escribes (llegué a través de otros blogueros), pero con esta entrada me has tocado dentro. Creo que llevo mucho tiempo quemándome por dentro, e igual llevas razón y es momento de inmolarse. Pensaré en esto mucho, seguro, y seguro en algunas de las paradas de tren que me ven cada domingo. Gracias por un texto tan maravilloso. Un saludo!
ResponderEliminarHola Patricia, no sabes cuánto me alegra que te decidieras a dejarme un comentario :-) gracias a él he podido llegar a ti y disfrutar mucho en tu blog.
EliminarNo sé si lo mejor es inmolarse o no, sólo es un relato, pero tal vez sea bueno tratar de buscar otras salidas ;-)
Un besote.
" - ¿Estás diciendo que hay que explotar para renacer?
ResponderEliminar- Es menos doloroso que arder..."
Efectivamente. Uno debe explotar para renacer. Llegar a esa nada ni nadie para volver a ser algo y alguien. Es vital. Es necesario.
Abrazos de pato :)
Que te voy a contar a ti que no sepas ya querida batatija. Ya hemos confesado nuestros pecados con una Guiness delante (o a lo mejor no... jajaja) el caso es que a veces es mejor el patapúm parriba (tú que eres futbolera lo entenderás) que el quedarse esperando abajo.
EliminarSalud, besos y abrazos de pato.
Sublime. Yo también soy ese nadie que está aprendiendo a explotar para vivir de nuevo.
ResponderEliminarUn placer como siempre, Óscar. Oski me gusta más, jaja
Un abrazo muy grande.
A mi también me gusta más Oski, Óscar suena muy serio y sólo me llaman así cuando quieren echarme la bronca o cuando me llegan cartas del banco o de hacienda...uff.
EliminarSuerte y ánimo en ese renacimiento, aquí andaremos para lo que te haga falta.
Abrazos
Cuando la nostalgia y la añoranza por lo perdido es un lastre parara avanzar, la solución puede ser la "explosión" para comenzar de nuevo.
ResponderEliminarUn abrazo
Eso pienso yo, cuando tratas de superar algo y no lo superas...es casi mejor el borrón y la cuenta nueva.
Eliminar¡¡Un abrazo!!
yo no se si duele más arder porque yo soy de las que me gusta sentir el vertigo de caida, saber que me voy a romper y disfrutar de la caída y sentir como me rompo, previsiblemente en trocitos chiquititos para luego volverme a construir.
ResponderEliminarcuidate!
pd: seguro que en el tren alguien mas se dio cuenta, el metro esta lleno de curiosos que miran sin ojos.
Las reconstrucciones molan mucho, algo así como el programa "esta casa es una ruina" :-) pero en plan reconstrucciones del "yo".
EliminarYo también estoy seguro que alguien más tuvo que darse cuenta en el vagón.
Un abrazo
A veces la explosión es el mejor nuevo inicio.
ResponderEliminarSaludos
PD: Ahora la dirección de mi blog es http://candelacuentahistorias.blogspot.com.es/
Gracias por venir Candela, apunto tu nueva dirección.
EliminarSaludos.