Tienes en tus manos las llaves
del mundo. Nada recorre mis calles sin tu permiso y cada copa que levanto es
únicamente para brindar a tu salud. Ya te convertí en poema, y en cientos de
páginas gastadas en las que te hablaba de galaxias inexploradas que no conozco
pero que recorreríamos siempre juntos. Y todos nuestros finales ya pasaron por
lo trágico, lo feliz, lo dulce y lo amargo.
Tu presencia es leña de mis
letras cansadas, necesaria para la combustión de todo lo que me quema dentro.
Has venido para quedarte y no estoy por la labor de dejarte marchar. Así que me
incendio y destrozo toda oportunidad de huir. No existen los problemas contigo
cerca. Aunque sin darme cuenta seas uno de lo más profundo. Máscara inexcusable
de todas mis carencias, de los fracasos que dejaron huella y hueco de su paso y,
que todavía, no he aprendido a sellar.
Te buscaré en cada una de mis
vidas mientras me engaño pensando que hago el amor con otras. Dibujaré tu
rostro en cada cara y veré tu cuerpo tumbado allí donde quiera que se tumba el
mío. Y nunca nadie me será suficiente. Y en cada lágrima que te guardo se me
estará escapando una oportunidad de ser feliz.
No sé si podré soportar la fría
puñalada de la verdad, cuando descubra que compartes cama cada noche con otra
alma perdida. Y que respiráis con un sólo pulmón y que ese nunca, nunca, es el
mío.
Si no quiero conocer las razones
de mi derrota, ya me las inventaré yo. Y te echaré la culpa por estar lejos. Y
por volar en otros vientos. Y por el aire que no encuentro, aunque lo busco
tanto.
Y cuando te me agotes. Buscaré
otra fuente para beber de nuevo. A ser posible una que lleve tu pelo. Quizás
también tus ojos. Y una y otra vez, entraré en ese juego, en el que idealizarte
dolerá menos, que vivir un amor real, pero imperfecto.
O tal vez no. Tal vez cambié lo
suficiente para entender que me he cansado de sufrir y he comprendido que los
amores grandes. Los amores galácticos. Los amores planetarios. No llevan ni de
lejos tu nombre y simplemente necesitan ser vividos.
Está bien volar. Pero siempre.
Siempre.
Volar despiertos.
La verdad es que te leía pensando que mi visión de un amor platónico era diferente a la tuya, pero no, te doy toda la razón, el amor con mayúsculas nunca ha sido mi amor platónico. Ya sabes, siempre me gusta leerte.
ResponderEliminarLo interesante es que cada uno tenga su propia opinión :-)
EliminarGracias por pasar Vértigo.
Abrazos.