por las ruinas de mis propias hambres
y miro con ojos desnudos
los destrozos de una vida a medias
comienzo a entender el meteorito
y el agujero que ocasiona.
En el centro herido de mi pecho
no cesa el aguacero
y recorren mis venas
restos de batalla
una infancia rota
y labios perdidos,
el astronauta que soñé
y que no fui,
el malabarista
en que me he convertido
y que soy ahora.
La inmensidad del todo
no es suficiente
ni partir y empezar de cero
mientras el lobo siga rugiendo
y enseñando sus dientes
y no consiga acallarlo.
Habré de tomar el timón
tarde o temprano
abandonar esta tempestad
con olor a nada
y sin jardines,
tomar las riendas
y aliento.
No temer al trueno
y ser nube que choca
saber que estoy solo
en este viaje
y que no importa
haber perdido el equipaje.
Y entonces convertirme
en agua
y por fin
conseguir fluir.
NOTA: Este poema fue publicado en Murray Magazine hace más de un año y me apetecía compartirlo también aquí.
Gracias por compartirlo, es un precioso poema, me ha encantado.
ResponderEliminarBesos.
Gracias a ti por pasar y dejar que las letras te calen.
EliminarBesos!
¡Hola otra vez!
ResponderEliminarHacía tiempo que no pasaba por aquí.
Saludos también por la blogoteca.
¡Feliz finde!
Pasa siempre que quieras, tengo la blogoteca realmente abandonada pero me alegra saber que alguien todavía me encuentra por allí :-)
EliminarSalud!!
Un poema impresionante, admiro lo mucho que transmites con tus palabras.
ResponderEliminarUn saludo.
Muchas gracias Marina, siempre es un placer verte por aquí.
EliminarSalud!!