Cierra los ojos cuando los nudos
te aprieten fuerte en el estómago y no sepas deshacerlos, deja caer los
párpados y siente mi abrazo sincero rodeándote, acariciando esos rincones del
alma que sólo me muestras en privado.
Apoya tu cabeza en mi hombro y
permite que los fantasmas del miedo abandonen por un momento tu cabeza. Deja
que fluyan las emociones por tus brazos, por tus piernas, y siente mi mano recorriendo
despacio la orografía de tu espalda.
Imagina que suena tu banda sonora
favorita mientras entrelazados como bailarines del viento nos mecemos en un
vals de aire. Observa como estallan colores a nuestro alrededor y nacen galaxias
del brillo de nuestros ojos.
Deja que se despeguen tus pies del
suelo y vuela, que no exista vértigo ni miedo a las alturas, que te rocen las
nubes el rostro, que sean tus poros la mejor estación meteorológica y que se te
humedezca la piel y los labios.
Bébete la vida en este instante, sin
prisas. Dejando que en este abrazo eterno y seguro se fusionen nuestra esencia
con la luz. Y brillemos, porque sólo brillando se puede iluminar lo oscuro.
No te sueltes todavía, que tus
raíces busquen mi barro para asentarse, que se alimenten de mi sustrato y que
nos nazcan flores. Que nuestras pupilas se dilaten y nos engullan, que nos
transporten a paraísos lejanos, a montañas kilométricas desde las que observar
un mar infinito de cumulonimbos blancos, océanos verdes tan inabarcables como
inexplorados.
Ahora abre los ojos y sonríe.
Que tu sonrisa es la mejor de las
brújulas para este astronauta perdido.
Y que nos tiemble el mundo dentro
de este abrazo.
Que belleza tan pura la que trasmiten tus palabras, creo que es imposible leer este texto y no sentir el abrazo.
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