Mi rendición

El perdedor irrumpe en la pista de baile, observa con cuidado el panorama, busca con cuidado y delicadeza a la mujer que esa noche tendrá el privilegio de ser objeto de todas sus miradas. Pronto descubrirá que dicha mujer no está para nada interesada en él. Ya está acostumbrado, es un nuevo fracaso más, un borrón más en su cuenta de desdichas, una chica más a la que dedicarle unas líneas al final de la noche.

Y es que esa chica consigue borrar las penas con su sonrisa, su pelo rizado engominado le hace evocar viejos recuerdos, viejas batallas que antes creía ganadas, viejas nostalgias que le hacen sonreír.

Pero le envenena el alma verle bailar o negociar con otro, en ese momento sólo existen sueños con ella, sólo hay escapatoria si ella le coge de la mano. Sin embargo ella ha elegido a otro, ni siquiera le dedica un baile o una mirada en toda la noche porque no es su tipo. Ha sido elegido para formar parte del olvido, como tantos otros, otros de los que nunca recordará su nombre.

Es triste formar parte de ese selecto grupo de perdedores, es triste saber que ella nunca besará sus labios, es triste saber que puede pasar noches enteras intentando conquistarla cuando llegará otro con mejor tipo y en cinco minutos la tendrá en el bote.

Es muy triste saberse perdedor.

Porque esta noche lo he sido, porque llevo toda mi vida siéndolo, sólo espero que hoy brindemos por todos esos “perdedores” para que un día la vida decida darles una oportunidad y cambiar las tornas. Para que los perdedores dejen de sentirse como tal y por una vez en sus vidas sientan que por fin los planetas se han alineado y conspiran a su favor.

Por ellos, por mi, por ti.

Oski