11 de julio de 2008

Tratado de paz

Odiar un puñado de cartas y fotos no sirvió de nada, solo engendró más rencores, fue llenando de golpe el vaso de la desesperación y acabó por rebosar y estallar entre nuestras manos. Quizás nunca quisimos que pasara pero pasó y no merece la pena seguir viviendo en las dudas que el futuro presentaba. Los bombardeos de palabras comenzaron y ya no hubo más remedio que adentrarse en una guerra que ninguno deseaba.

Hay muchas formas de disparar sin empuñar un fusil y sin que haya pólvora de por medio, hay formas de disparar al corazón sin ni siquiera apuntar o tirar a dar. Hay muchas formas de herir y nosotros nos convertimos en expertos.

Y es entonces cuando la razón se nubla, te conviertes en algo que no deseas ser y lo único que deseas es que todo termine, sacas la bandera blanca y te retiras de la contienda.

Pero después de toda rendición llega un tratado de paz. Hace un par de días lo presentaste sobre mi mesa.

- O lo tomas o lo dejas –dijiste convencida, lanzándolo para que lo leyera.

Ojeé con cuidado su contenido, cada página, cada palabra, cada letra. Estudié tus propuestas, tus soluciones y, finalmente sellamos nuestras rúbricas.

Fue más sencillo de lo que pensaba, el dolor cesó de golpe como si alguien hubiera cerrado el arcón en el que dormía, pero aún así, sabía de sobra que me encontraba en desventaja.

Cuando dos firman la paz siempre hay uno que se beneficia más que el otro, una parte siempre queda reprimida por los bloqueos y las restricciones y olvidar no es cuestión de desearlo sino de conseguirlo.

Y con el tratado se acabó el odio, o al menos el odio expresado, es hora de rehacer los caminos, de levantar nuevamente los puentes que se derrumbaron. Las banderas blancas ondean ahora, las sonrisas se dibujan, se acabaron las hostilidades y llega una especie de calma relativa.

Es entonces cuando tomas consciencia de lo sencillo que resulta matar a los problemas de golpe, has encontrado la espina que estaba pudriendo tu corazón y la has sacado. Ahora eres una nueva persona, que aunque sigue pensando y actuando como siempre, le toca vivir una realidad distinta.

Puede que esa realidad sea diferente a como la imaginaste pero es tuya y piensas jugar tus cartas, porque también mereces ser feliz y porque la vida sigue y, a partir de ahora, de forma pacífica.

Quizás hoy toca ser feliz, sólo así tu cicatriz deja de doler.



7 Comentarios:

  1. tú me interesas compi

    un saludo

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  2. Cúanto duele el amor cuando se deja de amar...

    ...cuando nos dejan de amar...

    ...cuando pasamos al odio, al rencor, a echar en cara cada palabra pasada, cada cosa hecha...

    ...cuánto duele lo que un día tánto amaste.

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  3. De momento, que la cicatriz duela, es síntoma de que seguimos vivos y... ya se curará, porque todo se cura, todo pasa... más tarde o más temprano. ¡Palabrita! ;)

    Un besito, canijo!

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  4. Oski, claro que te toca ser feliz :) Tienes un montón de cosas que esperan a ser disfrutadas por ti. Eres muy joven para quedarte dentro del pozo.

    Te voy a lanzar una cuerda y sé que puedes subir por ella.

    Aquí a fuera no se está tan oscuro ;)

    Un besote,
    Mun

    PD: Me alegro que te guste Nebuloso :) Mientras haga reír, yo ya estoy contenta.

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  5. He llegado a través de Enheduanna... y entiendo perfectamente cómo habla tan bien de ti en su blog. Sin duda, eres magnífico, tanto tú como lo que sale de tu cabeza y dejas aquí para que lo disfrutemos.

    Un saludo

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  6. Sí, para que la soledad no duela, como bien has dicho, se necesita el equilibrio. Pero... ¿acaso no necesitamos el equilibrio en casi todos los aspectos de nuestra vida? Los extremos a veces pueden resultar sugerenetes, llamativos, con una dulce pizca de riesgo que desvíe la monotonía... pero son eso, extremos, que nos pueden llevar a caer de una forma brutal.

    Y contradiciendo una canción de Los Piratas, yo diré que el equilibrio sí es posible.

    [pdt 1: te agrego a mis visitas recomendables]
    [pdt 2: tienes un excelente y delicado gusto musical... sabes escoger buenos cantautores]

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  7. Si, sacar las espinas es un gran alivio ... me agrada la paz que me inunda cuando lo hago :).

    Qué agradable volver a leerte!

    Un abrazo

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