Siempre me han sorprendido los
felinos, independientes y esquivos, solitarios y nocturnos. Unos animales
apasionantes que apenas dan oportunidades; tienes unos segundos para ganarte su
confianza, justo en el momento en que clavan su mirada profunda y antigua en la
tuya y te escrutan. Parecen leer en lo más profundo de tu alma. Si no pasas la
criba, jamás caerás en gracia y lo más probable es que te rehúyan o bufen cada
vez que te cruces en su camino. Si por una casualidad pasas la prueba será el
gato el que vaya a ti. Cuando un gato te elije puedes estar seguro de que
tendrás todo su respeto.
Hay gatos que se parecen a las
personas. Yo conocí una vez a una mujer gato. Rubia y esquiva, mirada felina, sonrisa
de lado. Cada vez que te miraba parecía leerte por dentro y un escalofrío te
corría por la espalda. Muchos hombres andaban detrás de ella sin saber que ella
sólo elegía a unos pocos, a los que permitía el acercamiento sin sacar las
uñas. Yo debí ser uno de ellos porque compartí momentos mágicos a su lado, en
los que se abría a mí, dejando que yo viera sus heridas, permitiéndome
acariciarla con palabras.
Pero al igual que los gatos, ella
elegía cuando entrar y cuando salir; de nada servía perseguirla o intentar
retenerla, no conocía más ley que la de sus piernas infinitas. Y al igual que
los gatos, cuando se iba, siempre me quedaba con la duda de si iba a regresar o
si elegiría no volver jamás a mi lado.
Llegué a enamorarme de esa mujer,
del tacto de sus manos (y de sus uñas), del brillo de sus ojos. De su forma de
aparecer en el momento preciso, de su manera de lamerse (y lamerme) las
heridas. Confieso que la imaginé maullando mientras soñaba besarle el cuello.
Confieso que la imaginaba estirándose en la cama y guiñándome un ojo. Confieso
que el Edén eran sus labios en mis labios cuando la soñaba despierto y, que su
espalda arqueándose al hacer el amor era la curva donde me hubiera gustado
morir una y mil veces. Confieso que me imaginé durmiendo en su pecho y que
despertar abrazados era el pan de cada día. Pero olvidé que era un gato, y que
los gatos no tienen dueño, ni siquiera en los mejores sueños.
Y un día saltó por la ventana,
que yo no cierro por si decide volver. Y cada luna llena la imagino maullando a
la luna y mirándome a los ojos, leyéndome por dentro, escrutando lo más
profundo de mi alma. No sé dónde está esa mujer ahora, o tal vez seas tú. Pero
yo ahora ronroneo cuando la pienso y maúllo cuando me falta.
Simplemente: guau, digo... miau. Me encanta leerte, Oski. Tienes ese no sé qué que a veces necesito.
ResponderEliminarUn abrazo, espero conocerte pronto :)
:-) Creo que nunca me habían dicho eso.
EliminarSeguro que algún día la suerte u otro medio de transporte nos permite echarnos unas risas en persona.
¡¡Abrazos!!
Un texto precioso, Oski, muy poético y lleno de pasión. Muy gatuno.
ResponderEliminarAdoro a los gatos y su carácter, tan bien descrito en este relato.
Me ha encantado, de verdad.
Un beso
Gracias Tesa :-)
Eliminar¡Besos!
Tienes esa facilidad ¿sabes?...Sí, la de dejar sin palabras...
ResponderEliminarUn abrazo...Gran texto Oski
Y tú tienes esa facilidad de sacar sonrisas. Sí.
EliminarUn abrazo, muchas gracias por estar siempre.
Pues, ¿sabes que? Yo nunca he sido de gatos, siempre he sido mucho más de perro, nose, supongo que entre en ese estúpido juego de hacerlos enemigos, o contradictorios o que se yo..
ResponderEliminarPero en este texto, con tus letras y tu forma de escribir has hecho que vea en los gatos una belleza que antes, a lo mejor si que la veía, pero no me había parado a valorarla...
Lo que quiero decirte con esto, es que no se que pasará con esa chica gatuna, si volverá o no a aparecerse por el alfeizar de tu ventana, solo puedo decirte que estoy segura que ella en cierto modo tambien nota tu falta ;)
¿Tú crees? Nunca me he parado a pensar si los gatos/as cuando se marchan piensan en lo que dejan atrás...
EliminarUmmm, interesante reflexión.
Un besooo.
Las mujeres somos un poco felinas. Algunas más que otras, pero considero que todas tenemos esa parte de acércate cuando yo quiera, acaríciame ahora, arráncame el corazón y vete.
ResponderEliminarHD :)
Sí, la capacidad de volvernos locos vaya :-p
EliminarUn abrazote gigante batatija.
Cuánta magia tiene tu relato. Yo creo que sería muy fácil enamorarse de una mujer así y muy difícil de olvidar por todos los misterios que lleva consigo. Da la impresión que el día que vuelva lo hará para quedarse.
ResponderEliminarTe he propuesto como uno de los 10 blogs mejores que conozco en esta entrevista: http://bitacorademacondo.blogspot.com.es/2013/12/macondografia-de-m-pilar-observando-la.html
Un abrazo Oski y te deseo felices días.
Mil gracias María Pilar, no sé ni que decir :-)
EliminarOrgulloso de tenerte como lectora.
Un abrazo grande, felices fiestas para ti también.
Sin palabras. Sin una jodida palabra después de leerte,solamente la piel de gallina.
ResponderEliminarUn beso
Mira, pues ya te devuelvo algo por fin :-)
EliminarUna alegría enorme volverte a leer por aquí.
Un besote.
Siempre hay enamoramientos cortos pero intensos. Aquellos que dejan una huella potente.. y la combinación que hace con el felino, me gusta... digamos que en algún sentido me siento identificada. Y no por ser mujer, porque yo he conocido a hombres felinos...
ResponderEliminarMe gusta mucho el estilo, espero volver.. le sigo, saludos!
Muchas gracias por venir, un placerte tenerte aquí.
EliminarNos leemos.
si.. a veces somos más felinas de lo que nos pensamos.
ResponderEliminarEl tema es que no saquemos las uñas. :)
cuidate!
Jajajajaja, tomo nota del asunto.
EliminarAbrazos.
Es un relato que atrapa desde la primera palabra y en algunos fragmentos produce auténticos escalofríos entre la inquietud y el placer.
ResponderEliminarMuy gatuno (se lo he leído a mi gato en voz alta y él ronroneaba) :)
Pues muchas gracias María S. Eso del gato era para grabarlo jajaja.
EliminarAbrazos..
Sólo diré que me encantan los felinos, y que por desgracia soy alérgico.
ResponderEliminarEnorme = )
Yo también lo soy, pero cuando algo está prohibido...como que atrae más :-)
EliminarUn abrazo.
Siempre me han atraído las mujeres felinas, tal vez porque me encanta el carácter independiente y elegante de los gatos.
ResponderEliminarUn texto fascinante Oski, has descrito a la perfección el hechizo felino.
Un beso y un maúllo ;)
Tienen una atracción hipnótica, al menos para mí :-)
EliminarGracias por venir Hiro.
Abrazos.
Aún le quedan seis vidas para volver...
ResponderEliminarNo lo había pensado así pero si en realidad era gata tiene que ser verdad jajaja :-)
EliminarUn abrazo.
Ese ronroneo que en ocasiones nos recorre la espalda, o sus uñas, o tal vez la delicadeza de como se mueven sin que te enteres..
ResponderEliminar..pero tranquilo, volverá. Tal vez en forma de gato, de paloma, o de alguien que te robe las gafas a la hora de dormir y no te deje rechistar con un beso (:
Grande. Eres muy grande. Pero no me olvides más un boli y una servilleta.. a mi también me pasa (;
Ahora tengo varios cuadernitos, lo importante es que no se me olviden en casa jajaja, que eso es harina de otro costal.
EliminarGracias por estar ahí, apañero del metal.
¡¡Abrazos!!
Era demasiado felina.
ResponderEliminarNo sé por qué, pero creo que volverá.
Ahora ya, que sea para quedarse... eso no lo sé.
ResponderEliminarUn abrazo
:-) quién sabe...tal vez nunca se marchó, todo es cuestión del cristal con el que se mire. O eso dicen.
Eliminar¡Salud!
No he leído la novela, pero ya que la mencionas me ha entrado curiosidad y la apunto entre mis futuribles. ¡Gracias!
ResponderEliminarSi los gatos no te eligen te destrozan a zarpazos o mordiscos.
Te sigo en la nueva :-)
¡¡Abrazos!!
Que tendrán las uñas de algunas...
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