Te miro desde
una línea perpendicular a mi vida, desde la cual puedo ver que tu cuerpo ha
atravesado mi alma y me siento bien con este amor sobre mi espalda, apaciguando
la calma inquieta que me persigue cuando te vas.
Sé que marcharse es parecido a no estar
cerca pero guardo en mi maleta tu sonrisa y un cuaderno en blanco para escribir
despacio, si quisieras, un futuro juntos.
Hay en mi
almohada más pesadillas que números en mi cabeza y sólo he dormido a salvo
cuando cambié el frío por tu pecho y dejé, de hecho, que el ruido de tus
latidos fuera la razón para seguir despierta, alerta, atenta a tu presencia que
ayer era real y hoy sólo es humo.
¿Puede acaso atraparse en un frasco el
viento? ¿Retener el brillo de la luna que se refleja en unos ojos? ¿Tener olor
a mar en la ventana aunque Madrid arda?
Bastaron 6
míseras horas para convertir tu boca en algo que se esfumó nada más subirme al
autobús. Y ¿cómo decirle al reloj: “vuelve al pasado” si acertar bien en la
diana tiene una probabilidad contada? Limitada por la realidad de tus pies en
otras calles, lejos de alcanzarme y desgarrarme la verdad.
Esta ciudad aprieta en tu ausencia y parece
llorar la marcha de su habitante favorito, mi mirada se clava en las aceras
buscando arena de playa sin encontrar ni una sola espalda de la que brote sal y
cure mis heridas.
Dime qué nos
quedará si una misma zona horaria tiene vidas diferentes: tu pasado y mi
presente, y el amor no da la excusa para escaparnos de aquí.
Sabes bien que el amor no evita naufragios,
habremos de coger el timón y atravesar la tormenta que supone no estar juntos.
Y aunque piense
a largo plazo, en las posibilidades que hemos dibujado, aunque eche un vistazo
al futuro sigo viendo en mí el miedo a perderte y la triste realidad de que hoy
tu vida está fuera de mis manos.
Puede que al final nos espere una isla para
los dos o tal vez solo desierto. Pero no quiero arrepentirme de haber saltado
al agua demasiado pronto por no saber si el viaje iba a merecer la pena.
Conocí a Ester Legaz una noche de poesía en Los Diablos Azules, aunque lo correcto sería decir que ella me conoció a mí. Aquella noche yo recitaba a la tristeza y curiosamente eso nos unió. Este es mi primer vídeopoema, no podía ser con nadie más, juntar versos a su lado ha sido una de las experiencias más gratificantes de este año. Gracias a TipToe Producciones por poner las cámaras. He reproducido el texto íntegro en este blog por si alguno/a no tenéis acceso al vídeo. Creo que no hay mejor manera para celebrar mi 9º año en la red. Comenzamos. Gracias por ser y por estar.
Qué grande eres.
ResponderEliminarGracias a ti me he atrevido a dar pasos que nunca habría dado si no me hubieras animado a ello :)
https://youtu.be/ZCVN-nJ4KXU
ResponderEliminar¡Qué maravilla leerte! Te dejo la canción de Pink que no dejaba de sonar en mi cabeza mientras leía tu alma. Enhorabuena por tantos proyectos que ya son realidades y por tu noveno año de inspiración por estos lares virtuales. Un besazo enorme Oski.
Por suerte desde ventantas de Madrid se llegan a muchos mares. Precioso poema y blog con el que topé,
ResponderEliminarSaludos!
:)
Los valientes viajeros viven más aventuras que aquellos que se quedan en tierra. Una maravilla leerte. En texto acaricias el alma, en vídeo erizas el vello. Enhorabuena por ese noveno. Saludos desde el cabaret!
ResponderEliminarHace tiempo ya que, cuando te leo, suena tu voz en mi cabeza. Es imposible leerte sin voz en off :)
ResponderEliminarCreo que ya te lo dije cuando publicaste el video el otro día, pero qué texto más rebonico. Al leerlo noto sutilezas que se me escapan cuando lo escucho así que ahora me gusta doblemente!
Mi momento coitus interruptus habría sido mencionando este parrafito, que me parece crema de la buena!! ;)
Hay en mi almohada más pesadillas que números en mi cabeza y sólo he dormido a salvo cuando cambié el frío por tu pecho y dejé, de hecho, que el ruido de tus latidos fuera la razón para seguir despierta, alerta, atenta a tu presencia que ayer era real y hoy sólo es humo.
Abrazos y abrazos.
Por cierto, la tristeza a veces mola. Y Ester y tú lo habéis demostrado.
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