A ella también le resulté
interesante. Supongo que creó un mito sobre mi persona que se desmontó en
cuanto me conoció. Gracioso, dadivoso, atento, fueron "virtudes" que
terminaron por convertirse en defectos que me humanizaban demasiado y me quitaban
todo halo misterioso que antes hubiera podido tener.
Yo también ensuciaba ropa y me
despertaba despeinado y de mal humor, a veces incluso roncaba y supongo que me
pasaba al menos las tres cuartas partes del tiempo gruñendo o quejándome de
algo. Yo también me reía de chistes tontos en la tele y jugaba a videojuegos.
Y, lo reconozco, yo también depositaba los panfletos publicitarios que no
quería en el buzón del vecino que me caía mal.
Quedó claro que me quedaba mucho
mejor la tristeza en los textos que en mi persona, convivir día a día con ella
se le hizo cuesta arriba y pronto se dio cuenta de que aunque fuera feliz no
significaba que mis textos lo reflejaran.
No soportó no verse reconocida en
cada línea. "¿A quién escribes?" me decía. Y yo no sabía darle una
respuesta porque la tormenta que llevo dentro no tiene explicación, ni cura.
Veintinueve años de buscar respuestas y lo único que he aprendido es a
construir paraguas para mojarme lo menos posible, otras salgo sin chubasquero
hasta que la humedad cala mis huesos.
Ella quería un hombre sensible,
pero no hasta el extremo de llorar porque la paloma que habitualmente se posaba
en la ventana hoy pasó de largo. No hasta el extremo de profundizar en lo más
hondo sobre la cosa más absurda del universo. No hasta el extremo de cuestionarse
todo, incluso su propia existencia.
Yo también le interesé un día,
como a otras, tal vez llegué a interesarle mucho más de lo que nadie le había
interesado nunca, pero cuando se dio cuenta de que ella amaba al escritor y no
a la persona, no pudo soportarlo.
Y se marchó.
Y aquí se han quedado mis líneas,
algo más curvas. Y también la persona, mucho más curva.
Y a veces pienso hasta dónde las
líneas y hasta dónde la persona. Hasta cuándo. Por qué motivo mi ausencia de
viento pareció robar el suyo.
Y he odiado mis letras con toda
mi alma. Y he odiado a la persona. Y me he perdido porque ella no me quiso. Y
dejé de creer en mí. Y en los demás. Y en el viento. Y en el agua. Y en la
saliva. Y en el sexo. Y dejé de querer ser persona. Y he querido dejar de escribir.
Y saltar. Y terminar con todo.
Pero ahora pienso que nunca hubo
mayor salto mortal que el de mis líneas. Que nunca una caída más bella. Y me
pregunto si no será esta mi forma de destruirme. De matar por fin a la persona,
para ser sólo letras...
Pero yo también le interesé ¿os
lo había dicho ya?
Esto no es un adiós. Puede que sólo sea un
"hasta siempre" necesario.
Siempre es necesario destruirse para volver a construirse!
ResponderEliminarNo sé si siempre, a veces basta una simple reforma pero tal vez es menos costoso demolerlo todo y empezar de nuevo.
Eliminarpor eso no quedo a tomar cerveza contigo, por si te desilusionas jejejej
ResponderEliminarmientras no la mezcles con refresquitos de limón :p
EliminarSi te enamoras del mito sin molestarte en profundizar y conocer a la persona... malo.
ResponderEliminarBesitos!
Y tanto...
EliminarBesos!
Como que nos suele pasar muy seguido ese no se qué el cual confunden con amor.
ResponderEliminarLas líneas divisorias siempre son confusas. Gracias por pasar Cecilia. Salud!
EliminarA estas alturas, uno no sabe si somos lo que somos, o lo que fuimos, o lo que queriamos ser, o lo que soñamos, o lo que vivimos...
ResponderEliminarAy, la vida es confusion...
Un abrazo
Tal vez una mezcla de todo, un batiburrillo de lo que nos pasó, lo que nos pasa y lo que nos pasará.
EliminarSalud!
El escritor es la persona. La pena es cuando alguien se empeña en hacer de ese uno dos mitades, como si el escritor fuese una naranja, como si solo se pudiese amar la parte dulce y la ácida fuera un insulto a la vitalidad obligada.
ResponderEliminarBonito texto.
Besos.
Tal vez no existan las mitades, a fin de cuentas no somos frutas. Arjona lo expresó mejor en una de sus canciones: "o aprendes a querer la espina o no aceptes rosas".
EliminarBesos Eme, gracias por pasar.
¿Sabes qué creo? Creo que la vida es lo que surge de hacer equilibrios entre la realidad objetiva y nuestro mundo interno.
ResponderEliminarHay quienes tienen la facilidad para acceder al mundo interno y eso denota sensibilidad y puede resultar muy atractivo, quizá más en los días que vivimos, en los que la introspección se sufre como las hemorroides: en silencio. Y luego está el contenido del mundo interno, que eso es un jardín por el que muy pocas personas se atreven a pasar y con lo que uno quizá "pierde toda la gracia".
Pero ¿sabes qué te digo? Que creo que es mejor así. Que si todo el mundo fuera capaz de atravesar nuestros jardines, el amor sería un sindiós, y no habría forma de poder darle el valor que merece esa persona que no se detiene ante las puertas de tu verde, y que, cuando menos te lo esperas, ahí está, besándote las palabras, las lágrimas y los malos humos.
Tiempo, tiempo, tiempo y paciencia. Y palabras. Todo llega. No dejes que el ego herido mate al escritor que siembra tu calma.
Un besote
Yo siempre he tenido la teoría de que cuando alguien pisa tus flores, puerta, al menos esa es mi norma. Supongo que es díficil entrar pero más complicado todavía es quedarse sin que suponga una profunda molestia...
EliminarPero como dices, es mejor así, sin filtro no hay elección correcta.
Salud.
Me reconozco en estas líneas Óscar. Has plasmado algo que siempre me he cuestionado y que todavía sigue desconcertando a esta identidad que me precede.
ResponderEliminarEn ocasiones también pienso en tirar la toalla, en ser uno más, sin mayor pretensión que sentir lo justo y querer lo suficiente. Pero qué sería de este mundo sin realidades como la tuya?
Lo cierto es que no hay consuelo posible, al menos yo no lo encuentro, pero qué bonita la vida en este extremo.
Gran texto!
Abrazos.
Yo creo que los que nos planteamos dejar de ser como somos estamos planteando una teoría absurda, una quimera, como si de repente a un perro le diera por ser águila. Creo que hay cosas que se llevan dentro y taparlas sólo genera incomodidad vital.
EliminarSalud y abrazos.
Gracias por pasar Jesús :-)
ResponderEliminarSiempre fue mucho más fácil el mundo imaginario que el real, pero todos sabemos que no hay nada más bello que el segundo, pues hasta la tristeza le queda bonita, así es que imaginate las personas que son capaces de apreciarla, vivirla y capturarlas con sus letras
ResponderEliminarTal vez de esa "insatisfacción" con el mundo real surja un profundo mundo interior, habría que estudiarlo. Y tal vez tener un mundo interior profundo no sea tan malo como pensamos e incluso ayude a soportar el real.
EliminarAbrazos.