Qué hermosas vistas al centro de
tu pecho ahora que el avión despega. Qué sensación de poderlo todo cuando tus
pies se despegan del suelo y bailas con el terreno que se va haciendo más y más
pequeño a través de la ventana.
Qué grandeza ocultarse entre las
nubes y navegar por ellas como marineros locos que se echan a la mar. Qué calma
agarrar tu mano cuando tomamos tierra y todo tiembla, sentir tu latido y probar
la sal de tus labios. Verte sonreír tan guapa de medio lado y grabar tu perfil
a fuego en mi memoria.
Indescriptible descubrir rincones
secretos que hicieron sólo para nosotros, recorrerlos despacio y hablar en un
idioma de miradas que nadie más comprende. Sentirnos piel con piel en hoteles
sin nombre, que mis dedos te reconozcan aún con la luz apagada. Nadar cuerpo a
cuerpo y ola a ola. Que seas escalofrío en mi espalda y con tus uñas escribas
la partitura de una canción que hace llorar a gritos. Pisar adoquines con el
reflejo de la luna, dando saltitos como si fuéramos sus primeros exploradores.
Imposible no guardarte dentro del
pecho, por si mañana llegase el frío. Cuidar tu recuerdo como el que cuida un
jardín lleno de flores. Erigir monumentos en nuestro nombre. Cerrar todos los
bares. Emborracharnos hasta perder el norte. Quitarte la ropa antes si quiera
de bajar del ascensor. Bañarnos desnudos a la luz de una bombilla
incandescente. Reírnos de eso como si se nos fuera la vida en ello.
Y doloroso, pensar que aunque te
has marchado, mantengo cada día la promesa de echarnos un poco de menos.
Ojalá los veranos durasen para siempre y guardar a alguien en el pecho no fuese una precaución contra el frío sino una forma diferente de dar un abrazo.
ResponderEliminarDe cualquier forma es bonito leerte. Welcome back pequeño :)
Gracias por estar siempre en cada regreso :-) Me haces sonreír!
EliminarUn abrazo