18 de febrero de 2018

El viaje

Te encontré mirándome desde la orilla, con el agua mojándote los tobillos y preguntando qué había sido de nosotros. Confieso que tuve miedo de responder algo que no esperabas, de haber traicionado la semilla que un día prometimos proteger. Y aunque en tu gesto había una nobleza y calma que sólo poseen los astronautas del tiempo, no fui capaz de mirarte a los ojos.

Me sonreías, con una fuerza olvidada en las rendijas de la memoria y con la paz del que nada tiene que temer, me invitaste a zambullirme contigo en las aguas.

Regresamos a la raíz y sentí la savia fluyendo por mis venas. Me crecían ramas en las manos y hojas en los brazos. Sentí el aire despeinando mi envoltorio y la fuerza de la tierra sosteniendo mi equilibrio. La luz del sol era  tan intensa que me cegaba, pero alimentaba mi estómago y hacía que me nacieran mariposas blancas que revoloteaban a mi alrededor, no había ruidos, ni sombras que me acecharan.

Abrí los ojos y pude sentirme pájaro, noté la intensidad del viento combatiendo contra las alas, las plumas bailando y abrigando mi pecho. Nos elevamos sobre acantilados y valles, sobre colinas y después descendimos en picado contra el suelo.

No hubo golpe, ahora corríamos en manada entre los árboles, vestidos con un pelaje blanco y aullábamos a la luna mientras melodías de olores dibujaban sinfonías en nuestros sentidos. Sentíamos la hierba acariciando nuestros pasos. Lo podíamos todo hasta que llegamos de nuevo al agua y nos sumergimos.

Ahora nadábamos veloces, con las escamas cortando las aguas, con la inmensidad por delante, como exploradores galácticos en medio de la vía láctea.

Después todo se apagó y estuve solo. Sentí miedo. Una luz se encendió y aparecí desnudo en el suelo, abrazándome a mí mismo, con un llanto antiguo de fondo, casi melódico.

Viniste a rescatarme y regresamos a la playa. Todo volvía a ser como antes. Me sonreíste. Colocaste tus manos sobre las mías y aunque quise pedirte perdón supe que no era necesario. Que no lo necesitabas. Que estabas feliz de verme. Cerré los ojos mientras te alejabas para desaparecer de nuevo en el agua.

Lloré. Como lloran los niños. Con la pureza del reencuentro. Dejé que las lágrimas purificasen mis heridas, calmasen el dolor.

Me desperté en mi habitación, sudoroso y con el corazón desbocado. Me abrazaste. Me dejé abrazar. Nunca supe que significó todo aquello.

Meses después encontré un mensaje con mi letra que no recordaba haber escrito en un cuaderno: “Pon alma a todo lo que hagas en tu vida y nunca te quedarás sin luz, es la única manera de no perder en el vuelo, las ganas de volar.”

Cuerpo Astral Ascendent Rompiendo Barreras by Kathechareun

1 Comentarios:

  1. No cambies nunca, Óscar. Conserva esas chispas de magia que te hacen ser tan único. Me encanta volver por aquí porque nada cambia, excepto la monotonía que podemos transformarla a nuestra imagen y semejanza, como haces tú en cada una de tus entradas. Un besazo enorme.

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