La balada del lago: Parte I

-Te conozco demasiado bien, Sayuri.-, fue lo único que acertó a decir mientras galopaba veloz entre los árboles. Las ramas arañaban su rostro y sus brazos y debía agachar la cabeza para que las más bajas y gruesas no lo derribaran, el bosque cada vez era más frondoso y menos transitable así que el caballo iba reduciendo paulatinamente la velocidad. Eltharion sujetaba fuertemente a la chica que llevaba tumbada delante suyo, estaba inconsciente, le habían disparado un dardo al cuello, supuso que venenoso a juzgar por el aspecto amarillento que estaba tomando su piel. ¿Pero quién había sido?, no lo sabía, hacía años que no sabía nada de aquella hechicera y hoy el destino o quizás la casualidad, los había vuelto a juntar.

La había encontrado tendida en el suelo, junto a un charco de sangre y había tenido que matar con su espada a aquellos dos asaltantes que intentaban desnudarla. Pero aquellos dos necios sólo habían aparecido en el peor momento en el sitio menos indicado y lo habían pagado caro...

Eltharion seguía espoleando a su caballo, no quería que aminorase la marcha a pesar de las dificultades que el terreno presentaba, necesitaba llegar al lago a tiempo, y tiempo era precisamente lo que no tenían. El corazón de Sayuri latía cada vez con menos fuerza y el color amarillento de su piel iba en aumento, en un momento el bosque se hizo menos denso y llegaron a un claro, Eltharion hizo detener el corcel justo cuando un silbido en el aire anunció una flecha que fue a clavarse en el lomo del caballo, éste se pusó furiosamente a dos patas tirando a sus jinetes al suelo para después desplomarse sin fuerzas.

Eltharion se puso rapidamente en pie a la vez que desenvainaba su espada y escondía el cuerpo de Sayuri junto al caballo para protegerla de nuevas flechas. Otra flecha silbó en el aire pero erró y se perdió entre los matorrales, una daga que sacó a toda velocidad de su cinturón ya volaba ágilmente la dirección desde donde había salido la flecha, se oyó un gritó y un cuerpo cayó de entre los árboles. Se acercó cuidadosamente aferrando la espada y de un rápido movimiento saltó sobre el cuerpo y lo remató sin piedad. No emitió ningún sonido lo cual sorprendió un poco a Eltharion, el cuerpo que yacía vestía de negro, con una capucha que tapaba su cara, se dispuso a descubrir la identidad del asaltante pero una tos a su espalda lo hizo desistir. Tenía que llevar cuanto antes a Sayuri al lago pero ahora no tenía caballo y la joven no iba a aguantar mucho más.

Enfundó de nuevo su espada se acercó al cuerpo de Sayuri, se postró junto a ella y puso sus manos sobre su cuello mientras recitaba versos en lenguas desconocidas, después la cargó sobre sus hombros y echó a correr adéntrandose de nuevo entre los árboles. Tosía cada vez más y apenas se notaban sus latidos. -Falta muy poco ya, falta muy poco ya.- se dijo a sí mismo. Y por fin lo vió a lo lejos, una luz cegadora que anunciaba el final del bosque y un rumor a agua que hizo sonreír a Eltharion.

Llegó hasta la orilla y sin pensárselo dos veces se zambulló con Sayuri y se perdieron buceando entre las aguas.

CONTINUARÁ

Nota: Éste relato forma parte de mi participación como miembro de "El cuentacuentos"