La balada del lago: Parte II

-Yo soy tu padre Eltharion, tú eres mi único heredero, tu deber será proteger la torre blanca de Yvesse donde se guardan secretos que yo nunca he llegado a comprender, secretos que nunca deben ser descubiertos por nadie y que cambiarían el rumbo de nuestra historia.

Éstas palabras habían acompañado a Eltharion durante décadas, habían cambiado su vida y lo habían recluído durante años en aquella torre de la que era guardián, una torre blanca de mármol, cubierta de grandes ventanales, que surgía de entre las aguas en el centro de un lago.

Después de bucear unos treinta segundos Eltharion sacó la cabeza del agua, dirigió su mirada y contempló las cientos de estalactitas que colgaban amenazantes del techo, las paredes tenían incrustaciones muy brillantes de lo que parecían ser piedras preciosas y no lejos de donde se encontraba estaba la orilla. Sacó la cabeza de Sayuri suavemente del agua y abrazándola nadó para llevarla hasta la orilla. A lo lejos se escuchaban tintineos, como si alguien picara en las paredes de aquella cueva, lo que daba a entender que se encontraban en una mina. Sacó a la muchacha del agua y la tumbó sobre el suelo, Sayuri tosió levemente lo que alegró en cierto modo a Eltharion el cual ya se alejaba corriendo a lo largo de uno de los pasadizos de la mina.

Volvió en apenas dos minutos acompañado de una extraña mujer de piel pálida que cubría su cuerpo con ropas de seda y una larga capa blanca. La mujer se acercó en silencio a Sayuri con una sonrisa en los labios, se agachó junto a ella, colocó las manos sobre su cara y empezó a entonar una extraña canción. Eltharion se mantenía a cierta distancia, se había arrodillado y había cruzado sus brazos apoyando la frente sobre ellos a la vez que cantaba aquella canción.

Después Sayuri abrió violentamente los ojos y la mujer desapareció. -¿Don...don..dónde estoy?.- acertó a decir mientras se incorporaba lentamente del suelo, le dolía muchísimo la cabeza y apenas recordaba nada; Eltharion ya se había puesto de pie y la observaba con gesto alegre.
-Bienvenida a los dominios de la reina Yvesse- dijo tendiéndole una mano a la chica.
-¡Eltharion! ¡os daba por muerto!
- Vaya, veo que compartimos opinión, hasta tan sólo dos minutos estabais con un pie fuera de este mundo...
- No logro recordar nada, me duele mucho la cabeza...
- Es normal, habéis sido envenenada- asintió con la cabeza el caballero
- ¿Envene...?

No pudo terminar la frase, del agua emergieron dos encapuchados que se dirigieron a toda velocidad a donde ellos se encontraban, espada en mano. Eltharion desenvainó la suya e hizo que Sayuri se pusiera a cubierto detrás de una roca. Los dos guerreros rodearon a Eltharion amenazándole con la punta de sus espadas, hablaban un idioma que Eltharion no entendía, de un salto que sorprendió a los dos hombres, Eltharion clavó su espada en el estómago de uno de ellos y de una patada derribó al otro, después se apresuró a rematarlo en el suelo pero antes de que pudiera clavar su espada, un dardo se clavó en su cuello, había salido del agua donde otra figura encapuchada acababa de emerger. Lo último que vió antes de caer al suelo fue una luz cegadora.

Sayuri se despertó sudorosa en su cama, nerviosa por la pesadilla que acababa de tener, cuando su aprendiz se acercó alarmada por los gritos a su cama le gritó:

-Thera, tenemos que preparar inmediatamente nuestro equipaje. Mi viejo amigo Eltharion está en grave peligro. Acabo de tener otra premonición.
-Como usted ordene mi señora.

Cuando Thera salió apresuradamente de la casa a cumplir el encargo no se fijó en que varias figuras la seguían desde los árboles por lo que no pudo intuir que un dardo se clavaría en su cuello y la derribaría en ese mismo instante.

CONTINUARÁ

NOTA: Éste relato forma parte de mi participación como miembro de "El cuentacuentos". Gracias a todos los que día a día me dais ganas para seguir escribiendo, gracias por vuestros comentarios y vuestras palabras de aliento. Se agradecen más que nunca.