La balada del lago: Parte III "El halcón dorado"

El gatito correteó juguetón entre sus piernas, dio varias vueltas trazando ochos hasta que Eltharion lo cogió entre sus brazos.

-¿Cómo has llegado hasta aquí, pequeño? -preguntó mientras acariciaba con dos dedos su cabeza.

Se encontraban en lo alto de la Torre Blanca, en un salón circular cuyas paredes tenían estanterías de piedra repletas de libros. Había una columna en el centro, en la cual se abría una pequeña chimenea donde chisporrotean varios trozos de leña ardiendo.
Eltharion se dirigió a un sillón rojo que se encontraba cerca de allí y se sentó colocando al gatito en su regazo. Después se quedó dormido.

Sayuri se levantó de la cama y se secó el sudor, abrió un armario cercano y cogió una túnica de terciopelo morado que ajustó a su cuerpo mediante un cinturón de piel en el que colgó una pequeña bolsa de piel y una daga, al pelo se ató un pañuelo negro que llevaba bordado un halcón dorado.
Abrió la puerta con cautela pues había escuchado ruidos afuera, avanzó despacio intentando escudriñar la oscuridad hasta que tropezó con algo caído en el suelo. Lo palpó y no tardó en darse cuenta de que se trataba de un cuerpo, más concretamente era el de Thera, su aprendíz. No respiraba y tenía clavado algo en el cuello, algo que parecía una pequeña flecha. Sayuri cogió en brazos a su aprendiz e intentó volver a ciegas a la cabaña lentamente y de espaldas. Mientras lo hacía escuchó un silbido que pasó muy cerca de su oído y después escuchó un "crack" que indicó que algo lanzado a gran velocidad acababa de clavarse contra la pared. Sayuri se agachó depositó con cuidado en el suelo a Thera y rodó hacia un árbol cercano, se levantó de un salto y juntando sus manos contra el pecho entonó: "foco aeterno". Un destello cegador salió de sus manos y luego una figura cayó de entre los árboles envuelta en llamas; el fuego de su cuerpo iluminaba toda la escena.
La hechicera se acercó lentamente y esperó a que el fuego se apagara, del cuerpo sin vida que yacía en el suelo pudo recuperar un colgante, un colgante con forma de halcón dorado.

Introdujo a Thera en la cabaña y la tumbó sobre la cama, extrajo el dardo de su cuello y colocó un par de hojas sobre la herida. La piel negra de su aprendiz empezaba a adquirir un tono amoratado, un tono que delataba que había sido envenenada.
- Pronto te recuperarás -repetía Sayuri una y otra vez-. Te lo prometo.
- Lo, lo, lo siento mi señora -contestó Thera con voz muy débil, como si la vida se le escapase en cada suspiro.

En lo alto de la Torre Blanca, Eltharion se despertó porque alguien llamaba insistentemente a la puerta, se levantó del sillón y depositó con cuidado al gatito en el suelo, el cual se desperezó estirándose y fue a esconderse detrás de las piernas de Eltharion.
- Adelante -dijo mientras bostezaba el caballero-. Pódeis pasar.
La puerta se abrió con dificultad y chirriando, en el umbral apareció un hombre alto vestido de negro con el rostro muy pálido, como si llevara años sin tomar el Sol.
- Buenas noches, Eltharion -dijo con voz grave.
- Ah, sois vos Capitán Elessar, buenas noches -contestó Eltharion con sorpresa-. ¿Qué es lo que acontece?
- Debo informaros de un asunto importante -el capitán se paró a respirar un momento y se secó el sudor que corría por su frente-.Tres de nuestros guardias han desaparecido ésta noche.

Eltharion puso cara de preocupación y observoó con detenimiento el colgante que llevaba el capitán al cuello; nunca se lo había visto anteriormente. Era un halcón dorado, y fue entonces cuando empezó a preocuparse realmente por primera vez durante la noche.

CONTINUARÁ

NOTA: Éste relato forma parte de mi participación como miembro de "El cuentacuentos". Se encuentra bajo una licencia © Creative Commons. Ésta parte de "La balada del lago" está dedicada a María en cuyos paseos para recordar soy consciente de que la vida merece la pena y gracias a sus comentarios y palabras de aliento aún no he perdido las ganas de escribir. También os lo dedico a todos los que me leeis, vuestros comentarios son la luz al final del laberinto.