Se mordió los labios hasta que le sangraron los silencios, siempre se había preguntado lo que ocurriría si alguna vez se callase el ruido, si la ciudad por unos instantes abandonara su cruel rutina y tan sólo se escuchara soplar el viento o el canto lejano de algún ave que todavía no hubiera emigrado.
Esa tarde estaba solo sentado en un banco del parque. Perdía la mirada en el azul del cielo, imaginando como sería el mundo si él no estuviera, si el jamás hubiese nacido. Muchas de estas preguntas se agolpaban incesantes en su cabeza y no hallaba respuesta alguna, miento, hallaba mil respuestas pero ninguna que le acabara por convencer.
Se sentía abrumado, ahogado, desdichado y para que negarlo, tremendamente solo. Estaba a punto de cumplir los 21 y los únicos recuerdos que tenía de su infancia lo hacían llorar a gritos callados, las burlas, los golpes, los insultos. Él sabía que los niños eran muy crueles con todo el mundo, pero con él, con él se habían cebado sobremanera. Todos esos momentos empezaron a forjar una personalidad frágil como un cristal pero a la vez dura como un diamante. Dejó de hablar con nadie, empezó a encerrarse en su pequeña burbuja, empezó a descubrir que soñar era gratis y que todo podía cambiar. Empezó a escuchar dos tipos de música totalmente opuestos: la canción de autor y el heavy metal. Y a decir verdad, quizás eso le salvó la vida. Mientras descifraba el verdadero significado de las letras era consciente de que siempre quedaban cosas por las que luchar y que para poder luchar simplemente hacia falta una cosa: seguir vivo. Y empezó a cogerle el gusto a eso de escribir, a eso de plasmar sus emociones, sus sentimientos o sus días rojos. Había leído en algún sitio que en ciertos países nórdicos cuando los niños escribían sus cartas a Papá Noel las echaban al fuego de la chimenea, el humo conservaba los sueños y llegaba hasta el polo norte donde sus peticiones eran escuchadas. Le gustaba pensar que eso podía suceder también con lo que escribía, que alguien, en algún lugar remoto olfatearía el humo y podría cumplir sus anhelos y así fue como empezó a quemar folios y folios cargados con sus utopías y sus ganas de cambiar el mundo.
Pero mientras sus sueños conseguían mantenerlo a flote la triste realidad y el día a día lo obligaban a bajar de su nube de algodón. Las cosas habían cambiado, ya no había niños a su alrededor recordándole sus defectos, pero sin embargo había adultos que llegaban en ocasiones a ser más crueles que los niños. Y lloraba y sentía que su vida no tenía ningún sentido, sentía que era el paño de lágrimas de muchas personas pero que esas personas no estaban cuando se las necesitaba para llorar sobre sus hombros.
Y llegó el día en que tomó una decisión, salió de casa mucho más temprano que de costumbre, no fue a clase, cogió un tren y se marchó. Encontró un edificio abandonado desde el que saltar, desde el que acabar con tanto sufrimiento y, saltó, en la mitad de su caída se sentía libre de todo, no sentía penas, no sentía nostalgia, tan sólo era feliz, más feliz de lo que nunca había sido, pero según se acercaba al suelo empezó a dudar y por primera vez sintió miedo, un miedo que lo hizo despertar.
Volvió en sí y se encontró sentado en el banco, escuchó un frenazo brusco en la carretera y vio a una niña de unos tres años en medio del asfalto petrificada, mientras un camión se acercaba irremediablemente hacia ella. Sin pensárselo dos veces salió corriendo, saltó, agarró a la niña y los dos cayeron en el otro carril mientras el enorme vehículo pasaba dejando la huella de sus neumáticos grabada justo en el sitio donde hasta hacia tan solo un segundo la niña se encontraba.
Los dos lloraron. Ambos acababan de volver a nacer pero de diferentes maneras. Uno acababa de encontrar sentido a su vida y había resuelto por fin una de sus mayores dudas:
-¿Qué pasaría si yo no hubiera nacido?
-Sencillamente que ahora, habría dos personas menos en el mundo.
NOTA:Este relato forma parte de mi participación como miembro de "El cuentacuentos". Se encuentra bajo una licencia © Creative Commons. Dedicado a mi gran amigo Álvaro, por enseñarme que a veces los pequeños momentos, son la verdadera base de la felicidad.
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10 de septiembre de 2007
Llueve sobre mojado
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Ante todo diré que me alegra sobremanera volver a pisar estas tierras...y si es para encontrar tal confesiçon de vida , simplemente no hayo palabras. Siempre dejas ver pedacitos de ti a travçes de tus relatos, pero hacia mucho timepo que no te veía explayarte de esta forma. Lo que has escrito, lo ha escrito el alma, el propio yo, ese niño que un día transformó todas esas lágrimas en una fortaleza de cristal...por desgracia, hay ciertas lecciones que jamás deberíamos aprender... el niño nunca, nunca se las mereció...de todas formas, es hermoso verle renacer...como el ave fénix (ya sé que tú no crees en esto, pero yo te he visto hacerlo cientos de veces :) Y cada nueva vida, cada dia rojo, cada escrito quemado...es una nueva ilusión para mi alma, una nueva estrella en el cielo...Tú, que tienes el don de crear belleza y Magia, Tú, que crees que el mundo puede ser un lugar mejor...que salvando te salvas...¿Sabes? auqneu no lo creas, Sálvandote, a más de uno... nos salvas ;)
ResponderEliminarPrecioso escrito, con sabor agridulce, sí, pero tan cierto...que se ha quedado latiendo un buen rato dentro :) Miles de besos!!! Encant (h) adisima por tu re-llegada!!! (Aunque puede que nunca te fueras ;)
Un abrazo bien colosal!!!!
Rebienvenido otra vez
ResponderEliminarSi tuviera que elegir entre tus relatos épicos o estos relatos tan personales...sin duda me quedaba con estos últimos.
Hay que buscarle significado a la vida...y como bien dices al final los pequeños momentos juegan a veces un papel muy importante.
Me ha gustado mucho, sobre todo el final que le da sentido a todo, a la vida, al cuento... Muy bueno ^^
ResponderEliminarHola Osky: Aquí ando, intentando leerlos atodos. Me voy componiendo pero aun me cuesta darle de corridos a todos.
ResponderEliminarEl relato tiene un fuerte dejo testimonial, del que no opino. Sin embargo, es muy difícil sustraerse de ese final. De ese reencuentro con el sentido de la vida.
Y sí, macho, la vida es eso, los pequeños momentos.
Lo dice Serrat del pueblo español: "Empecinados, buscan lo sublime, en lo cotidiano"
un abrazo Osky, nos seguiremos encontrando. Creo que has encontrado tu lluvia
Para inventar(se) una historia, hay que saber hacerlo, mientras que para escribir algo como esto, hay que tener alma y ser profundamente generoso con el mundo, hasta el punto de ser capaz de abrirla de par en par, sin miedo a quien pueda verla.
ResponderEliminarPor un lado, está el artista que compone baladas a la orilla de un lago; por otro, un niño que juega a ser un hombre que, a su vez, es un hombre con ramalazos de niño; por otro, una persona cargada de valores, de la aprender y empaparse; por otro, alguien muy valiente, pero mucho; por otro, un amigo y, por otro, mi canijo (mi hermanito pequeño).
¿Qué pasaría si tú no hubieras nacido? Que yo me quedaría sin marmota, sin canijo, sin amigo, sin hermano, sin uno de mis favoritos (dentro y fuera de Cuentacuentos)... y un largo etcétera con el que no voy a seguir, porque luego te lo crees y ya la cagamos... :P
No voy a piropear tu escrito, ni a decirte que me ha encantado, porque eso está totalmente fuera de lugar. Simplemente te agradezco que SEAS y COMPARTAS. Nada más que eso.
Ale, y dado que cierto capullín me ha contado algo acerca de "no sé qué jornadas": ¡¡promesa cumplida!! :P
Besitos a montones canijillo!!
Qué historia más bonita... y qué bien transmitida...
ResponderEliminarMe ha gustado mucho. Y ese "casi suicidio" ¡casi me mata a mi! Lo has plasmado de una forma genial.
Siempre me gusta lo que escribes, pero este, me gusta en especial.
Cerecitas olorosas y brillantes besos.
Queralt.
Hola de nuevo... tengo la costumbre de no leer los comentarios que han dejado los demás hasta que he escrito el mio así que, hasta que no te he escrito no he visto que hay una especie de aureola muy personal alrededor de este relato (que yo creía inventado, sin más). Un impulso me ha hecho volver...
ResponderEliminarEnhorabuena por esa sensibilidad de la que haces honrosa gala. No tengo dudas de que eres muy especial.
Más cerecitas y más besos.
Queralt.
Me ha encantado el giro que das a tu historia y de pasar a sentirse inútil a ser el salvador de esa pequeña.
ResponderEliminarCada persona nace con una misión y a veces no tenemos paciencia para esperar el momento en que debemos cumplir con la nuestra.
preciosa historia y mejor contada!!!!
Sonrisas. Besos. Silencios. Miradas cómplices. Lágrimas. Caricias. Risas. Gritos. Susurros... miles de sentimientos despiertos y despertados que has ofrecido a los demás... eso no existiría si nunca se hubiese nacido...
ResponderEliminarDe como nace el sentido de la vida, desde la búsqueda de su existencia, la duda de si existe tal sentido, el ir superando las distintas pruebas que la propia vida parece poner para negar dicha existencia, y como, cuan si dicho sentido fuera la vida misma, encuentra al final, en el lugar y situación mas inesperada ese instante por el que merece la pena vivr.
ResponderEliminarUn instante que has desarrollado con gran belleza y sentido.
Un abrazo
Q increible cambio (giro el das a todo) haces q uno se quede pegado a las compu y a tus letras, ese comienzo fue increibleee (Se mordió los labios hasta que le sangraron los silencios)! muy lindoooooo, felicidades, sigue escribiendo , abrazos....
ResponderEliminarYa llegué de vacaciones, deseo ponerme en poco tiempo al día y visitaros a todos.
ResponderEliminarGracias por tu vista.
Besos tiernamente dulces :)
** MARÍA **
dejo un abrazo por aquí
ResponderEliminar:-)
Qué bonito, oski :)
ResponderEliminarTb. he vuelto a disfrutar de tus textos. ¡¡Mazo de bonito Oski!.
ResponderEliminarBesitos. ;)
Hola Oski!!!
ResponderEliminarQue alegría volver a leer un cuento tuyo (acabo de volver de vaciones d ela playa). Una maravilla tu regreso y el cuento ;) Eso final que redondea toda la historia, todos esos sentimientos que desborda y esas dudas que yo (y creo que todos) hemos tenido en alguna ocasión.
Un abrazo,
Pedro.
Encontrar sentido a nuestras vidas es definitorio y creo que es el gran sendero... siempre.
ResponderEliminarHermosas tus letras y reflexiones, me ayudaron, que no es poco.
Te abrazo
MentesSueltas
Me alegra verte de vuelta.
ResponderEliminarAl igual que a klover yo tambien prefiero tus relatos personales a los epicos. Son mas profundos, dicen mas de ti y como tambien dicen por ahi arriba, tienen alma.
Una curiosidad oski: ¿Es casualidad que digas lo de "si se callase el ruido" en la primera frase? El comentario esta un dia antes de la salida del disco de Ismael, por eso me resulta curioso que tengas esa frase, coincidiendo con la mejor cancion de "sueños de un hombre despierto"
Un beso
LA LLUVIA PASA, LO HUMEDO QUEDA... APRENDER A VIVIR CON ESO...
ResponderEliminarABRAZOS,
Principito
"Desde mi principado para el Mundo"
Mis felicitaciones por tu primer año esbozando talento.
ResponderEliminarQue´lidno es venri luego de tanto tiempo, con las disculpas del caso, y encontrar ésa noticia tan agradable, tanto como lo ha sido tu brillante relato.
Un fuerte abrazo y gracias por tu/s visita/s que si mal no recuerdo me has efectuado en tiempos de bajamar.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarPrecioso tu relato. Me dejo pegadita a la pantalla hasta que llegué al final; que por otra parte fue un final feliz.
ResponderEliminarBello, me gustó mucho.
Besos,
** MARÍA **
Que puedo decir después de leerte?Increíble como siempre. Hacía una temporada que no pasaba por aquí..grave error,por supesto..la verdad es que he estado un tanto perdida de todo..pues como es costumbre cada vez que te leo,me evocas mil sensaciones,y sin querer ser redundante,tengo que decir que tienes un don,y que me alegra enormemente que lo compartas con todos nosotros escribiendo este blog..
ResponderEliminarSiempre contenta después de pasear por aquí..Un abrazo fuerte;)