Pasito a paso

Ahora que queda poco para terminar el año, me ha dado por pensar en las cosas que he perdido en el mismo. Cuando comenzó, pensé que iba a ser un año único, de nuevos reencuentros y con grandes momentos, pero la realidad se ha tornado distinta.

Seguramente también hayan existido grandes momentos, pero sabido es por todos que lo amargo tiende a cubrir a lo dulce, por lo que no puedo sacar un balance demasiado positivo del mismo.

Nunca me había parado a pensar en las veces que pronunciamos la palabra “adiós”. No siempre lo esperamos y la mayoría de las veces es doloroso.

¿Pero el dolor es compartido? ¿Sufren igual las dos partes cuando se despiden para siempre? Supongo que un “depende” sería la respuesta correcta.

Probablemente tampoco sea importante saberlo, porque cuando necesitas rehacer tu mundo el único habitante imprescindible eres tú, nadie más puede tomar las riendas para controlar tu propia vida. Aceptas el desafío y te pones a los mandos, empiezas a analizar los errores y te das cuenta de que has sido un completo incompleto tal y como decía la canción. Intentas hacer algunos ajustes, y comprendes que nada estuvo nunca bajo tu control. Darse cuenta de eso es lo más difícil.

Y vas saliendo a flote como buenamente puedes, quemas cuadernos, viejas fotos, escribes cartas que sabes que nunca enviarás, y finalmente, nadie ni nada pueden suplir la pérdida.

No soy como los demás, lo reconozco, y no me arrepiento de ello. Yo no olvido fácilmente y creo que el ser humano siempre esconde una parte buena. Algunos dicen que soy demasiado inocente y tontorrón, y que por eso soy más vulnerable a las heridas, pero soy así y ni puedo, ni quiero cambiar.

Así que este año lo he dedicado a olvidar, con poco éxito, pero dedicado a ello al fin y al cabo. Sé que no voy a conseguirlo, por muchos años que pasen, sigo acordándome todavía de gente que se fue cuando yo era un niño y aún hoy me pregunto donde estarán. Es parte de mi el no perder la memoria, me ayuda a saber a donde me dirijo.

Hace unos meses, alguien se atrevió a juzgarme y lanzó una acusación, venía más o menos a decir que nunca avanzaré porque no cierro las puertas del pasado. Lamentándolo mucho he de decir que he defraudado a la acusación, porque sí que he avanzado. Sin olvidar el pasado. Me conozco más a mi mismo y conozco mucho más a la gente.

Como decía Ismael Serrano, la memoria de la gente a veces recuerda a la de los peces, que en apenas unos segundos olvidan todo lo que han sido o han vivido. Yo no quiero ser un pez más en este mar de gente y me niego a borrar mi memoria.

Y termino el año feliz, sabiendo que no he sucumbido a las presiones externas y que sigo siendo yo mismo. Ahora sé aceptar que las personas van y vienen y que de nada sirve retenerlas. Y sí, echo de menos las conversaciones sin sentido, las horas muertas hablando de cualquier cosa y los abrazos por sorpresa. Echo de menos su amistad y presencia pero no echo de menos su amor.
El amor que echo más en falta es el amor propio que me dejé olvidado en algún recodo del camino. Pero poco a poco lo voy recuperando. Tengo toda la vida por delante, y no quiero perderla añorando las despedidas.

Como decía Machado: Brindemos, que hoy es siempre todavía.

Gracias a los que seguís a mi lado…