A veces, cuando me asomo a la ventana y observo lo que tras el cristal se esconde me quedo unos segundos en blanco, inmóvil, con la mirada perdida. Respiro pausadamente y a menudo acompaño con mi voz y con mis pies la música que suena por los altavoces de la minicadena encendida.
En esos momentos siento un pequeño vacío, como si me faltase algo y no tardo en sentarme frente al ordenador a escribir. Intento buscar el ente perdido, la pieza del puzzle que falta pero rara vez lo consigo.
Y desisto, me tumbo sobre la cama mirando al techo y cierro los ojos. Sueño, no con dragones, tampoco con princesas. Simplemente sueño y espero. Espero hasta que un sonido que proviene del ordenador me indica que mi eslabón perdido acaba de asomarse al mundo.
Vuelvo a esperar, quizás una palabra o quizás una frase, y sin embargo lo que me devuelve la pantalla es la callada por respuesta. Y vuelvo a la cama y prosigue mi espera.
Llego a la conclusión de que vivo esperando, como un viajero que perdió su maleta. Como pájaro sin nido. Y la espera llega a doler, a herir, a manchar. Golpea cada uno de tus huesos y disminuye tu tamaño hasta hacerte pequeño, casi minúsculo, invisible, ajeno a todo.
¿Y la espera termina? No puede terminar, porque sigues sin tener tu sitio, sigues sin encontrar nada de lo que buscas y sigues ahogándote en cada vaso de agua.
Quizás doy mucha importancia a todo, a un gesto, a una palabra, a un abrazo. Quizás vivo en un mundo utópico creado por mi mismo en el que pienso que algún día dejaré de ser el que sorprende para pasar a ser el sorprendido. En el que pienso que hay alguien que no piensa solamente en sí mismo y es capaz de dar. Un mundo, en fin, en el que todos tengan el mismo tamaño. En el que reciba lo mismo que doy y en el que no haya ganas de chillar, ni de llorar de rabia.
Huyo, y nadie se da cuenta. Salgo, y nadie pregunta. A veces pienso que me equivoqué de super-héroe. Quería volar pero me hicieron invisible. A veces los dones son condenas.
Y aquí sigo, sangrando en estas letras, ahogando la nostalgia, huyendo otra vez. Escapando una vez más de la ventana y volviendo a pensar. Por suerte, todavía no he olvidado escribir aunque tenga menos ganas de hacerlo cada día.
Ha vuelto a aparecer una frase en mi pantalla:
-¿Cómo estás?
Lo peor de todo es que aunque te lo explicase jamás llegarías a comprenderlo. Y ya no me quedan ganas de convencerte.
-Eres un triste
Gracias. Si supieras que sólo esperaba el sonido por ti. Has tardado cuatro horas en escribir dos frases y sólo diez segundos en sacar una conclusión. Ni flash lo hubiera hecho mejor.
Y tú sigues tu vida y yo aguanto desde las sombras, esperando que alguien entorne la mirada y vea a un hombre invisible con la cabeza gacha que poco a poco empieza a recuperar el color.
Algún día...
Quizás...
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2 de junio de 2009
El hombre invisible
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Doloroso. Me siento tan reconocida.
ResponderEliminarHubo un tiempo en que también era la mujer invisible.
Incluso para mí
pero te equivocas...no te has equivocado de superhéroe.
Equivocaste el lugar dónde buscas.
Mira un poco más lejos. Y espera.
Y desea.
Cuando sepas qué buscas, lo encontrarás
No eres invisible, ni estás en las sombras. Invisible es lo que no se puede ver, o no se deja ver, o ni se ve ni está.
ResponderEliminarLa historia es un muy buen relato, muy bueno sí, imagen elegida incluida.
Algun día? Y por qué no hoy mismo?
Esa cabeza bien arriba! Un abrazo!
Tú y yo no somos tan distintos, o al menos no lo fuimos, porque tal y como yo hice, se puede cambiar de super-poder.
ResponderEliminarUn abrazo!
Hay personas que lo entregan todo y nunca perciben recibir todo lo que han dado.
ResponderEliminarQuizás deberías convertirte en una de esas personas que lo entrega todo sin esperar nada a cambio... esto sí que sería ya el colmo de la utopía... pero quizás te sentirías más en paz contigo mismo y con los que te rodean.
En cualquier caso, y de todas formas, para mí no eres invisible. Te comprendo muy bien, yo también me he sentido y a veces me siento así, pero he tomado mi decisión de lo que debo hacer ante estos sentimientos.
Por si te sirve, te envío un millón de sonrisas y risas, y besos y abrazos, llenos de color, para compensar tu transparencia.
Veo que te sientes un completo-incompleto....
ResponderEliminarPoco se puede decir, animo, paciencia y tiempo...
Yo creo que no es una cuestión de haberse equivocado de superhéroe. Creo que todos tenemos algo de varios superhéroes y tú también. Tienes un instinto de Hombre Araña equilibrado con la sesibilidad de Superman. El Hombre Invisible gozaba de sus ventajas y tú sabrás sacarle partido a tu condición (o condiciones)en cuanto abras los ojos y veas que hay algo más que esas dos frases insensible en la pantalla del ordenador.
ResponderEliminarUn saludo
Tu te sientes invisible? porque si lo crees los demás también lo creerán...
ResponderEliminarTe recomiento que leas en el blog de www.marcelo-lamenoridea.blogspot.com la entrada que se llama Un cuento y que se completa con dos relatos más, no se por que me esta entrada me llevó hacia allá.
Quizá te sientas identificado.
Tus letras son parte de tí y yo las estoy viendo...
Besos
En ocasiones ocurre eso, supeditarnos a lo que nos chille el ordenador, obviando tiempo, espacio y existencia. Nos desabrochamos del mundo como si éste nos fuera ajeno y nada nos gustase, simplemente por ver lo que nos deparan unos "tirorí" que suelen resultar bastante inexpresivos.
ResponderEliminarEs como salir a la calle y esperar sentado en un banco a que alguien te dirija la palabra; cualquier palabra, la que sea, pero sin que a esa persona se le ponga la cara naranja y parpadeante.
Creo que en esos momentos es en los que uno tiene que montarse su propio cómic, pintándose la capa del color que corresponda, y haciéndose notar ante el mundo como hacen los super-héroes. En el fondo todo es superarse; cortar el cable antes de perder la noción de tu existencia.
"Un mundo, en fin, en el que todos tengan el mismo tamaño"... cielo, siento decirte que eso es muy complicado, y además sería, de algún modo, también injusto, pues sin polvo no podríamos ver el rayo de luz :) Entiendo perfectamente lo que es ser mágico y no encontrar a nadie que te haga brillar aún más (o en su defecto brillar más para los dos). Tienes el don de crear ilusiones, no todos pueden, la mayoría no lo hacen para hacer daño, simplemente les cuesta más creer, empeñaron la fe a cambio de la seguridad . Después de todo, "todos paseamos ocultándo nuestros miedos y frustaciones... pero la realidad es que los listos también suman con los dedos".
ResponderEliminarComo bien dices, los dones son condenas, pero a veces también pueden salvarnos de los abismos más profundos, aprende a sacar esa fureza y a utilizarla en tu favor.
"Huyo, y nadie se da cuenta"...niño...eso no te lo crees ni tú :) Tan solo espero que tus huídas sean siempre hacia delante, nunca hacia atrás :)
Te dejo un beso enorme, me duele que te sientas así, ojalá pudiera hacer algo más que dejarte unas simples palabras de aliento.
La realidad es que, al final, el ganador se lo lleva todo...así que...CORRE!!!
Esperar algo es la tentación más grande de la vida, porque al menos mantiene ocupados los pensamientos y hace que no caigamos en el oscuro abismo de la depresión. Pero la triste verdad (esa a la que por mucho que conozcamos no nos aferraremos) es que nadie va a venir por nosotros, somos nosotros, una vez más, quienes deberíamos adelantarnos al porvenir.
ResponderEliminarNo eres invisible...quizá solo una víctima de alguna temporal indiferencia. Y las indiferencias nunca son indiferentes...
Invisible..quizás es lo que sientes..muchos de nosotros alguna vez hemos tenido esa sensación..pero no es real..eso te lo aseguro..Siempre hay alguien para quien significas más de lo que crees..aunque a veces no nos demos cuenta de ello..
ResponderEliminarUn abrazo sincero..tus palabras nunca me dejan indiferente;)