Te vas de esta ciudad sin apenas despedirte, y yo te veo en
la lluvia y debajo de todos los paraguas. He recorrido los últimos lugares en que
estuve contigo y la memoria me ha golpeado con puño de hierro. Siguen en pie
los mismos bares, los mismos árboles, casi la misma gente, pero atardece
distinto y con otro olor.
No sé quitarme esta sensación de vacío ni tu voz de mi cabeza, aunque haya permanecido callado demasiado tiempo, me gritaban dentro las ganas de verte, las ganas de reír a tu lado y de convertir Madrid en un paraíso perdido, en la isla desierta que tanto soñaste con habitar y en la que te soñé tan libre como el viento, desnuda a mis ojos aunque con ropa para los demás, brillando, siempre brillando, como la estrella fugaz a la que quise pedir un deseo y nunca se me apareció.
No sé quitarme esta sensación de vacío ni tu voz de mi cabeza, aunque haya permanecido callado demasiado tiempo, me gritaban dentro las ganas de verte, las ganas de reír a tu lado y de convertir Madrid en un paraíso perdido, en la isla desierta que tanto soñaste con habitar y en la que te soñé tan libre como el viento, desnuda a mis ojos aunque con ropa para los demás, brillando, siempre brillando, como la estrella fugaz a la que quise pedir un deseo y nunca se me apareció.
Intuyo las razones de tu marcha, los brazos que te esperarán
ansiosos, los besos al despertar cada mañana que te dará otro, y no puedo
culparle por admirar lo mismo que admiro yo, aunque me gustaría gritarle al
viento y decirle lo mucho que siento que el nido de tus pájaros no vaya a estar
cerca del mío.
Guardaré la cicatriz que han dejado tus pasos, tu acento, lo
que escribías que me tocaba tanto, pero que nunca era para mí. Me llueven
dentro las emociones y me palpita la razón pero aún así guardo silencio. Una y
mil veces, como si el silencio fuera a calmarme, como si existiera cura o
antídoto para las despedidas.
No me salen los poemas, y me arden los dedos como nunca me
han ardido antes. Quiero alunizar contra la herida y romper la luna que tantas
mañanas me acompañó al trabajo y que siempre me recordaba a ti.
Te vas. Y yo me quedo. Qué importa nada ya. La ciudad grita
tu nombre y me retuerzo al borde de esta grieta, de todas las grietas que me
toca saltar como un felino. Ojalá fuera fácil decirte adiós, borrón y cuenta
nueva. Ojalá lo fuera. Durante un tiempo sé que todas las canciones me
recordarán tu ausencia. La misma ausencia en la que ahora habito y en la que
nunca existió un nosotros. Aunque quise con todas mis fuerzas que existiera.
Sé que el sol saldrá otra vez al despertar y que tú lo harás lejos, de nuevo
miraré a los ojos a la tristeza y los cerraré con fuerza esperando que vuelvas.
La esperanza, como la ilusión de ser tu abrigo, es lo último que siempre pierdo.
Goodbye by Monika
Tus textos son una maravilla, mi enhorabuena más sincera y mi agradecimiento más profundo por compartirlo con los que paseamos un rato por este rincón...
ResponderEliminarUn saludito
Gracias a ti por pasar por este rincón y dejar tu huella.
EliminarSalud!
Las despedidas duelen demasiado, hace falta mucho tiempo para "medio-borrar" sus huellas.
ResponderEliminarUn abrazo!
Y tanto... Tan corto el amor y tan largo el olvido.
EliminarSalud y abrazos!
Sin palabras.
ResponderEliminarLo cierto es que me ha parecido tan sencillo como emocionante, conclusión: una (triste) maravilla.
Me dejaré caer más por aquí, sin duda.
Pasa siempre que quieras, un placer para mi que el texto te haya producido esas sensaciones.
EliminarSalud y bienvenida.
Hola de nuevo! Después de un tiempo sin aparecer por aquí, me alegra encontrarme con tus relatos, aunque ahora de desamor, pero con un mundo entero lleno de esperanza.
ResponderEliminarAbrazos!
Un placer tenerte por aquí de nuevo *ele. Siempre eres bienvenida.
EliminarHasta en el más profundo desamor quedan restos de esperanza.
Un abrazo grande.
Y la certeza de que sólo uno de los dos sigue pensando en ese adiós nunca pronunciado.
ResponderEliminarUn abrazo!
Eso es lo más jodido de todo...pensar que sólo va en una dirección.
EliminarUn abrazo!
Ay... las despedidas son duras. Tanto las buenas como las malas. Cuando ocurren te das cuenta de que no es el tiempo el que te cura, sino tú mismo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tan cierto como la vida misma, el tiempo no cura nada, sólo llena de polvo los rincones hasta que un día te da por hacer limpieza y te lo encuentras todo de nuevo.
EliminarUn abrazo, gracias por pasar siempre.
Las despedidas deberían estar prohibidas los meses de otoño.
ResponderEliminarMe ha encantado. Como siempre. Un placer pasar por aquí.
Y los de primavera, verano e invierno. Prohibamos las despedidas no deseadas jajaja.
EliminarUn abrazo.
Que llegue ese momento en que pierdas el abrigo y ya no importe. Tal vez no existió ese vosotros, pero en algún sitio habrá otro vosotros diferente.
ResponderEliminarEso seguro, hay cientos de puertas por abrir y caminos por andar. Daremos cuenta de todos ellos.
EliminarSalud.
Bonito, duro y real.
ResponderEliminarMe ha gustado.
Un abrazo
Gracias Leire, un placer que pases por aquí a dejar tu huella.
EliminarUn abrazo.
En las despedidas, es bueno también pensar/saber que les hemos robado algo. Tiempo, saliva, miradas, fluidos... Todo eso es tuyo para siempre, y nadie te lo quita.
ResponderEliminarAbrazo!
Eso también es verdad, aunque a veces cuesta ver la otra parte, supongo que todo se reduce a un ejercicio de empatía.
EliminarAbrazos.
Ay! Silvio, Silvio, eterna trova cubana.Durante años pensaron que era una canción dedicada a la opresión durante la dictadura de Pinochet, hasta que él mismo dijo que se la había hecho a su primer amor. Lo curioso de las interpretaciones ¿eh? Supongo que todo depende de la interpretación que le demos a ese ojalá...
ResponderEliminarGracias por tu comentario, siempre me haces recapacitar sobre mi propio texto.
Abrazos!!
Ay... uff... me caló muy hondo este texto! Al igual que "Ausencias"
ResponderEliminarNo sé.. no tengo palabras.
Excelentes y profundos!
Un abrazo
Muchas gracias! un honor que te hayan calado hondo.
EliminarAbrazos.
AUCH!! No sé cómo pero llegué a estos textos otra vez y me dolieron más que la anterior. Los textos no mutan, son nuestros vacíos los que lo hacen...
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