Si tu risa fuera un salvavidas
nadie podría morir ahogado. No lo sabes pero a veces se te escapa alguna cuando
me miras, cuando simplemente observas mi manera de pensar y reflexionar sobre
la vida, aunque no tenga ni la más remota idea de lo que estoy diciendo y use
la metáfora más de lo que cualquier cuerpo podría sostener.
Yo también sonrío cuando te miro,
y voy repasando cada una de tus cicatrices, esas de las que tanto hablamos y
que han marcado tu camino. Me imagino acariciándolas, situándolas en tu cuerpo:
“aquí apuñaló el primer corazón roto”, “aquí se ensañó su primer amor prohibido”,
“aquí un día hubo magia y después sólo desierto”. Y mientras, te hablaría de lo
suave que tienes la piel a pesar de las caídas, de lo firme que se ve tu
espalda a pesar de lo que has cargado sobre los hombros. Y no te escribiría
poemas. Porque eso es lo que todos quieren hacerte. Yo sólo aspiraría a ser el
viento que pueda erizar el vello de tu alma, tan cansada por vivir deprisa, tan
joven y vieja a la vez. Tan experta en la batalla que me estremece.
No me da miedo mostrarme tal y
como soy, ni ponerte en bandeja mi fracaso, no tengo miedo de que lo uses en mi
contra, a fin de cuentas he asumido que mis ruinas han servido para construir
el edificio que soy ahora y desde cuya azotea miramos unas estrellas que nos
hacen muecas extrañas y se burlan de nosotros. ¿Sabes que puede que hayan muerto
y todavía no lo sepamos? Alguien con pinta de loco, y por tanto sabio, me dijo
que lo que vemos es la luz que dieron hace miles de años, que tarda otros
tantos en llegarnos.
Deduzco entonces que el brillo que
ahora me llega de tus ojos es un brillo antiguo, casi nostálgico, un brillo que
encierra ganas de huir pero también de encontrar un sitio en que quedarse. Un
brillo hermosamente triste. Tu brillo al fin y al cabo, que deslumbra más de lo
que a veces puedo soportar. Cómo decirte que yo también siento esas ganas de
escapar, que yo también quiero escalar montañas y perderme lejos, donde nadie
sea capaz de encontrarme, donde solo lleguen los que todo lo buscaban pero nada
encontraron.
Yo también siento incertidumbre
ante lo que se avecina y lloro a veces a escondidas. Rompo mis promesas a
diario y me veo haciendo cosas que antes prometí que no iba a hacer. Soy un
desastre, pero creo que tal vez el desastre sea mi mejor forma de equilibrio.
Un desastre que se muere por compartir también el tuyo, por reír de madrugada
con alguna gansada sin sentido o emocionarse con la última película moñas del
mercado.
Y es curioso sentir todo esto
cuando me hundo lento e inexorable hacia el fondo de mi propio océano. Cuando
acabas de llegar como un huracán que arrasa una ciudad que ya de por sí estaba
arrasada. Te has llevado hasta mi propia cordura. Aunque confieso que siempre
he pensado que el mundo es para los locos. Y que sin locuras la vida sería tan
aburrida que no merecería la pena vivirse.
Y aquí ando debatiendo en
silencio conmigo mismo si me convienen tus ojos tristes. Si no seré yo que me
empeño en atar mis fibras como si de un matojo de espárragos se tratase y los
entrego a la primera persona que me sonríe. Pero algo me dice que no. Que esta
vez sí. Que por fin he enloquecido del todo y que el rompecabezas empieza a
tener sentido.
Aunque no seamos capaces todavía
de verlo.
Y son esas gana tuyas siempre de volar y no desistir en él la que te hace brillar con esa luz propia que tan bien reflejan tus letras, ojala nunca pierdas tu loca cordura
ResponderEliminarPero qué bonito... solamente con la primera frase me he quedado anonadada.
ResponderEliminarBesos!
Qué razón tienes, la vida sin locuras sería muy aburrida, Oscar.
ResponderEliminarUn placer leerte, y gracias por tu comentario en mi blog.
Un beso dulce de seda.
Hermosamente triste, pero esta vez con un halo de esperanza, reconozco esas tristezas antiguas que se escapan entre las risas más sonoras, que sólo se dejan ver en la mirada un momento.
ResponderEliminarEs mejor tener cicatrices, que un cuerpo de maniquí de grandes almacenes y un alma por estrenar.
Es muy bello lo que has escrito,Oski , y para mí que soy visual está lleno de imágenes en blanco y negro con un fondo de rosa anaranjado de madrugadas y muchos plano detalle.
Un beso, poeta.
A mí, leyendo esto, se me ha aparecido una imagen mental en tecnicolor de un corazón hinchándose de esperanza. Triste pero a la vez como sabiendo que algo bueno está de camino.
ResponderEliminarAsí eres tú ahora, Oski.
A lo mejor en el mundo ya ha pasado todo, y vemos, vivimos y sentimos luces antiguas encaramados a ruinas esplendorosas. Quizá las seguimos mirando, incapaces de desmenuzarlas y dejar limpio el solar, porque su belleza perdida tarda tanto como la luz de las estrellas muertas en desaparecer de nuestra mirada.
ResponderEliminarAunque el filo de estas letras quede tan cerca de la piel, mi sensación es la de mirarlo tranquila desde mi propia azotea, con los ojos brillantes de pasado, o quizá del reflejo de unas letras tan hermosas.
Enhorabuena :)