Confieso que hay días en que yo
también me derrumbo y paso de imaginar futuros. En esos momentos trato de
aferrarme al ahora, de quedarme con la inmensa cantidad de sensaciones
positivas que transmites, pero tengo miedo.
Podría empezar diciendo que a mí
también me han roto el corazón y que en ocasiones me asalta la duda de si me
quedará algún pedazo que pueda entregar, de si podré enamorarme de nuevo o de
si lo único que hago es entregarlo todo por el propio miedo que tengo a dejar
de sentir. En algo hay que creer y soy una persona que suele creer en sus
apuestas, por disparatadas y fuera de toda lógica que parezcan. Y a mí, en estos
momentos, me gusta creer en ti. Aunque seas nitroglicerina pura y tema tu
estallido, aunque tengas un huracán arrasando tu cabeza.
He aprendido que depositar
expectativas en alguien conlleva un riesgo elevado, pero el que no arriesga no gana,
y aunque siento que he perdido más veces de las que me merecía, también siento
que he crecido con cada riesgo que he asumido. Y qué diablos, no se vivir fuera
del riesgo constante porque me he acostumbrado a caminar sobre el alambre y a
encontrar ahí mi equilibrio.
La paciencia no es una de mis
virtudes, supongo que porque mi corazón funciona a un ritmo que cuadruplica la
velocidad de mi cabeza y aunque la mente me diga: quieto, algo me trota dentro.
Y a veces quiero correr para escapar de mis propios fantasmas enfrentándolos a
los tuyos. Curar tus puñaladas con saliva. Y otras veces lo único que quiero es
olvidarme de todo y desaparecer, dejar atrás mis naves y que ardan si tienen
que arder.
Y no sé a qué parte de mí debo hacerle
caso. Si a la que me dice que todo marcha bien y cada paso que doy es acertado
o la que me está pidiendo a gritos que deje de acercarme al borde del abismo,
la misma que me pide que deje de escribir de una vez por todas y de mostrar mis
cartas a cada rato.
Supongo que tener miedo no me
hace cobarde, pero vaya vorágine de sensaciones tengo en el pecho, cambiando
continuamente entre las mariposas y la ansiedad.
Puede que lo único que suceda es
que estoy vivo. Y que no reconozco abiertamente que no conozco otra manera de
vivir que no sea enamorándome y dando todo lo que haya que dar. Por miedo a una
derrota que por momentos parece inminente o tal vez, por miedo a una victoria
que cada vez siento más cerca.
El miedo es activador, aunque nos parezca que es malo en ocasiones tiene su parte positiva. Lo importante es controlarlo tu a él y no al contrario.
ResponderEliminarBesos!
Tener miedo nos hace valientes. Te entiendo perfectamente, yo también sigo teniendo miedo a veces, pero después de aquellos inviernos tristes llegó una persona que me hizo sentir valiente de nuevo :)
ResponderEliminarGracias por tus comentarios.
A veces me duele leerte. Y ésta es una de esas veces.
ResponderEliminarCreo que era Bukowski quien decía que una persona sin miedo es una persona sin imaginación.
ResponderEliminarAsí que no receles del tuyo... simplemente no dejes que te domine.
Un abrazo!
en eso no nos parecemos, yo me enamore por ultima vez, si no funciona los demas no van a tener oportunidad. Es lo que hay.
ResponderEliminarbss
Tus letras te hacen valiente, tu manera de latir una persona viva y el siempre jugartela alguien increíblemente persona :)
ResponderEliminarEl miedo es necesario, no nos hace cobarde, aunque a veces puede irse de los límites.
ResponderEliminarUn abrazo.
HD
El amor es un milagro que sucede en la vida de muy pocas personas, la inmensa mayoría de los mortales se va de este mundo sin siquiera haber imaginado lo que significa el amor. Los que al menos una vez, hemos recibido el milagro de enamorarnos, pertenecemos a un grupo muy pequeño de seres privilegiados.
ResponderEliminarComprender eso me quitó el miedo, me dejó en paz.
Exigir que un milagro suceda dos veces, es demasiado egoísmo. Con que haya sucedido una vez, es mucho más que suficiente.
Hay interiores en los que todo lo que se guarda para mañana, para alguien más, como red para la caída, parece pudrirse. Hay formas de querer que no permiten coger aire, sino que te lo quitan todo de repente. Hay jugadores cuyas cartas les abrasan en la mano si no las ponen todas en la mesa. Pero los caminos a los que nos conduce esa brujuja, que a veces parece desnortada y a sabiendas la seguimos, nos llevan por los mejores paisajes de nuestra vida, a la par que los peores...y al verlos dices "¿quién demonios quiere sólo una secuencia de áreas de servicio?"
ResponderEliminar