15 de noviembre de 2015

Momentos

Lo único con lo que lleno mi equipaje son los trozos de pecho que después voy dejando en las ciudades que visito.

Ojalá hubieras podido verme sonreír al bajar de cualquier escenario, me hubiera encantado haberte dado ese abrazo que siempre nos quedamos a deber, haberte preguntado “¿he estado bien?” y que me miraras a los ojos sin hablar y que brillaran los tuyos. Tomarnos unas cañas, arreglar el mundo y con un poco de suerte soñar que termino en tu cama mientras volvemos cada uno por su lado callándonos la mitad de lo que nos hemos dicho.

Hay una herida que lleva tu nombre. Que arde. Que me quema. Que nunca termina de curar. Que me niego a llamar herida, porque duele. Vaya si duele y, aunque con los años he cambiado de conceptos y estructuras, te aseguro que hay errores que no volvería a cometer ni por asomo y, uno de ellos, fue alejarme para siempre. Eras un tremendo pilar que me sostenía y decidí demolerlo,  y así anduve, diciéndole a todo el mundo que no tenía ni idea de dónde venía mi cojera existencial. Mintiendo y mintiéndome.

Hacía años que no regresaba al lugar donde nos vimos por última vez. No era capaz ni de imaginar que volvería a caminar por esas calles, sabiendo que una parte de mí anidaba en algún lugar y que no iba a verte. Pero he vuelto y ya no soy el de antes. He podido buscarme, encontrarme y no gritar.  Y aunque sabía que no ibas a estar, podía sentirte en paz con tu nueva vida. Y pude sonreír. Y por primera vez no me ha asustado saber que sigo hacia delante. Que sigues adelante.

No sé si volveremos a cruzar los vientos. Ni si alguna vez reiremos de nuevo juntos. Si tal vez algún día podremos decirnos a la cara el daño que la ausencia nos ha hecho. Si lloraremos. Sólo quiero pensar que puedes encontrar mis trozos en tu ciudad. Que los mezclas con los tuyos, y que sonríes, y por fin, cosernos la herida.

He vuelto a casa con menos trozos de mí pero con más trozos de otros en la maleta. Con la certeza de que la vida está llena de momentos. Con la certeza de que nosotros fuimos uno.

Uno tan enorme que no me voy permitir borrarlo de mi memoria.


Lady with Umbrella by Danny Santos

4 Comentarios:

  1. De nuevo esa mezcla entre mujer, cuidad y poesía y no saber a quién le hablas. Me ha encantado el olor a "Pasaporte" que lleva.

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  2. Y leerte es sinonimo de corazón abierto, sin operaciones de por medio y una tremenda desnudez que antes de que te des cuenta nos desnuda a los lectores... Ojalá nunca pierdas esta manera tan tuya de gritar los sentimientos

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  3. Hay heridas que no cerramos nunca por no ver la cicatriz tan fea que quedaría. Porque nos negamos a vestir la sangre roja de gala con tejido muerto. Porque es cerrar de un portazo el hoyo al País de las Maravillas, de tantos sueños como pesadillas. Sin embargo, es bueno enseñarnos a nosotros mismos a mirar esa herida con una sonrisa, y a soltar de vez en cuando el aire retenido tanto tiempo dentro, mientras dolía demasiado respirarlo.

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    1. A veces cuesta una vida dar el paso de que algo te deje de doler y pases a verlo con otros ojos, aunque está claro que todo son estaciones, si no se pasa por una, no se llega a la siguiente.

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